¿Un poco de arena? [Acabado. Pero si alguien quiere entrar y rolear más, es todo suyo(?)]

Describiendo el entorno... Al Sur, arena, al Norte, arena, al Este, arena y al Oeste, como no, más arena. De verdad, lo único que había en los alrededores era arena o, bueno, quizá en el horizonte se podía distinguir algo... Keiko entrecerró los ojos, tratando desesperadamente de vislumbrar algo, lo que fuese. Si hubiese visto a un asesino psicópata correr hacia él con un hacha, se habría sentido aliviado, pero no, no tenía tanta suerte. Siendo realistas, aun si hubiese habido algo en la lejanía, no habría podido distinguir nada de todos modos ¿Que por qué? ¿Se me ha olvidado comentar que era de noche?

Pues sí. Era de noche, y no una de esas noches en las que las tres lunas del mundo digital iluminaban los cielos, no. Era una noche oscura como la boca de un lobo. Aunque las nubes eran gruesas y no dejaban pasar la luz de las lunas, era poco probable que dejasen caer sus lluvias, ya que el alto viento las estaba empujando y tarde o temprano se irían, dejando pasar algo de luz... pero, por el momento, lo único que se veía en medio de aquel maldito desierto era el propio Keiko. Con todos sus Led's encendidos, gafas, camisa, capucha, chaqueta y zapatos, el muchacho brillaba tanto como una discoteca portátil, cosa que no era muy inteligente, ya que alertaba a cualquier potencial enemigo (O cualquier otro ser vivo) de donde estaba su ubicación exacta.

— No tengo ni idea de donde estoy. — Y era cierto. Ya ni se acordaba de cual era la dirección por la que había venido, así que solo le quedaba seguir adelante, que era lo que estaba haciendo, hasta morir de sed o encontrar alguna aldea. — ¿Cuantas veces me tendré que decir que no me aleje de los poblados yo solo? Si es que no me hago caso... ¡Eh! ¿¡Qué ha sido ese ruido!? — Se detuvo en seco durante un segundo. — Ah, no, he sido yo. — Con un suspiro resignado volvió a caminar.

Si estaba andando en círculos o en línea recta era todo un misterio, aunque con la mala suerte que tenía Keiko, yo votaría por la primera opción. Así pasó lo que Keiko juraría que habían sido horas, pero que realmente no habían sido más de cinco minutos, hasta que se cansó y, como un mocoso malcriado en mitad de una pataleta, se cruzó de brazos y se sentó en el suelo.
— Oh, my Gosh, paso de caminar más esta noche. En este lugar no hay absolutamente nada. ¡¡NADA!! — El grito resonó con fuerza, pero no había nadie alrededor para oírlo ¿O a lo mejor si? El muchacho juraría haber oido la arena deslizarse detrás de él... Se giró, aun sentado en el suelo, pero no vió a nadie ¿Había sido el viento empujando la arena? ¿Quizá había sido él otra vez? — Uh... ¿Hay alguien ahí?

Estaba viajando por el desierto hacia la Aldea mas cercana con mi bolsa con una botella de agua y algo de chocolate cuando a lo lejos veo algo brillar, no sabría describirlo con exactitud solo consigo distinguir 2 o 3 luces de diferentes colores. Por curiosidad me acerco lentamente para descubrir que es. Al acercarme distingo una figura humana cubierta de luces sentada en la arena y mirando en mi dirección. Pienso *¿Que hara el loco este cubierto de luces en mitad del desierto?*. Decido rodearlo y ponerme a su espalda para averiguar cuales son sus intenciones.

Me muevo hacia atrás para rodearlo por una duna de arena que tenia a mi derecha cuando de repente escucho un grito -Oh, my Gosh, paso de caminar más esta noche. En este lugar no hay absolutamente nada. ¡¡NADA!! - En ese momento me muevo hacia la duna para rodearlo y a mitad de camino se vuelve a escuchar otro grito - Uh... ¿Hay alguien ahí?- Paro en seco y pienso *¿Me habrá escuchado?* Espero un momento *Creo que no* Y lentamente reanudo mi marcha.

En cuanto estoy a su espalda busco un lugar para observarlo. Veo unos matorrales secos, me pongo detrás de estos y me dispongo a observar al individuo brillante. Al fijarme bien veo que es un humano, algo bajito (o esa es la sensación que me dio al verlo sentado en la arena), lleva una chaqueta con capucha toda llena de luces y también distingo una mascara. *¿Que hará este humano fosforito en un lugar como este?*. Me acerco un poco por detrás, le tiro la botella de agua que llevaba en la bolsa y rápidamente vuelvo detrás del matorral seco. Justo al llegar veo como la botella le golpea en la cabeza lo que hace clavar la cara en el suelo arenoso...

Keiko esperó respuesta a su pregunta, pero esta nunca llegó. Se quedó en silencio mirando en aquella dirección durante unos segundos, atento a los sonidos de su alrededor, pero no percibió absolutamente nada aparte de su respiración, que hacía algo más de ruido que la de una persona normal debido a la máscara. — Vale... vale... No hay por qué tener miedo. — Se dijo a sí mismo, tratando de autoconvencerse. Al fin y al cabo, los digimons solían ser criaturas amistosas y simpáticas... solían. Si no se les provocaba, claro. Pero Keiko no había hecho nada para provocar a nadie, al menos que él recordase. — Seguro que ese ruido he sido yo otra vez, o quizá el viento o el- ¡¡AY!! — Prácticamente se estrelló de bruces contra la arena cuando algo impactó contra la parte trasera de su cabeza.

Pensando que alguien le estaba atacando, se puso de pie de un brinco, aún con la capucha llena de arena. Se giró con el corazón latiéndole a cien por hora del susto que tenía encima y apuntó con sus luces donde debería haber estado su agresor y... Ahí no había nadie. ¿Nadie? No, nadie. Ni digimon, ni persona ni... espera — ¿Qué es eso? — Keiko se acercó un poco más y vio tirada en la arena una botella de agua. ¿De dónde narices había salido una botella de agua en mitad del desierto? Peor aún... ¿Quién tiraba una botella de agua en un desierto? ¿¡Es que no saben lo importante que son los líquidos en un sitio como este!? Ajem... Perdón, sigamos.

Despues de frotarse con una mano el golpe en la nuca (Madre mía, eso va a dejarle un buen chichón), se agachó con mucha lentitud, por alguna razón, pensaba que eso era una trampa y que cualquier cosa le atacaría si tocaba esa botella. Así que, agudizando los sentidos todo lo que podía, posó con suavidad una mano sobre el frasco, moviendo únicamente los ojos para ver si había reacción por parte de alguien... No. Nadie había saltado para matarlo, aún.
Se levantó con la botella en la mano. En ese momento no podía decir exactamente qué clase de líquido contenia, ya que las luces de sus gafas le hacían ver todo con una tonalidad naranja butano y aquella bebida no era una excepción. Aunque tenía sed, mejor era esperar a la luz natural para saber que tenía dentro antes de beber.

Si bien el contenido del bote era importante, más importante aún era saber de dónde había salido. — ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? — Repitió su pregunta anterior. — Esto... ¿Se le ha caído a alguien, o...? — Si, "caído", en toda tu nuca y con esa fuerza. — Si se le ha caído a alguien, puedo devolverla. No estoy enfadado ni nada parecido. — Por alguna razón desconocida, Keiko miró al cielo, como si fuese normal que las botellas lloviesen, pero no. No había digimons voladores en ese momento que pudiesen haberle tirado nada. Al menos no a la vista. — Si me la habéis tirado porque pensáis que tengo sed, gracias, pero prefiero indicaciones para saber cómo salir de aquí. — Por la falta de sonido en la escena, parecía que Keiko estaba hablando solo... ¿Alguien aparecería para responderle?

Me quede un momento pensando *¿Dira este individuo con pinta de loco la verdad?* Despues de meditarlo un momento *No tiene pinta de peligroso, creo que podria con el un combate justo... si resulta ser mas fuerte siempre podría huir* Decido salir de detrás del matorral no sin antes mirar hacia los lados intentado descubrir si hay alguien escondido. Tomo y salgo de detras del matorral no dando tiempo a reaccionar a aquel individuo, voy a toda prisa hacia el, salto y le quito la botella de agua de las manos. Al caer me alejo un poco y mirándole con desprecio le digo -Si no vas a querer me la guardo- le doy un pequeño trago a la botella y la vuelvo a guardar en la bolsa que llevaba atado a mi cuerpo.

Antes de que aquel individuo pudiera decir o hacer nada -Si necesitas un guía yo podría ayudarte a salir de aquí y llevarte a la Aldea mas próxima, pero eso tendrá un precio.- le digo mientras lo sigo mirando con desprecio. Vuelvo a dar otro paso atrás mientras tanto -Hagamos un trato, yo conozco bastante bien el lugar, te llevare a la Aldea más proxima a cambio de una tableta de chocolate, si no tienes encima aceptare que me la compres a la llegada a la aldea...- Le digo mientras pienso * No se si a sido buena idea salir,
espero que no sea una trampa...* Sigo mirándolo esperando su respuesta y vuelvo a retroceder un poco mas...

De nuevo, sin respuestas. Keiko ya estaba empezando a perder las esperanzas cuando, ¡Zas!, sin previo aviso y con la velocidad del rayo, un pequeño digimon salió de entre unos arbustos resecos del desierto y le arrancó la botella de las manos de un mordisco. Por puro reflejo, el muchacho humano retrocedió un par de pasos, con la alarma escrita en los rasgos de su rostro oculto y levantando un poco las manos en la universal señal de "Paz, no soy peligroso".

Toda adrenalina que pudo haber sentido en ese instante desapareció al segundo de reconocer el digimon que tenía delante. No era más que un bebé. Keiko estuvo a punto de echarse a reír, se sentía tan tonto por haber tenido miedo de un pequeño Koromon... Aunque ese Koromon tenía cara de pocos amigos, más que eso, era como si Keiko le diese asco, como si le hubiese ofendido profunda y personalmente. Desde luego no era la expresión que acostumbraba a ver en digimons de esas etapas.

— Aaah... — Tanto se concentró en el rostro (¿Tenía algo más aparte de rostro?) y gestos de aquel digimon que se había perdido las primeras frases que había dicho. Esperaba que no fuese nada importante. — ¿Un precio? ¿Chocolate? — De verdad que se sentía espeso en esos momentos. El digimon hablaba muy rápido y Keiko estaba más concentrado en averiguar porque ese Koromon no solo le miraba mal, sino que retrocedía ¿Tanto miedo le daba? — Ahá, chocolate. — De golpe, la bombillita del muchacho se encendió. ¿El Koromon le estaba ofreciendo ayuda a cambio de chocolate o había entendido mal? — ...Pfffffff... — Resopló, intentando con todas sus fuerzas no reír. Normalmente se controlaba, juro que lo hacía, pero el conjunto de la escena era ahora mismo tan absurda. Un digimon bebe había conseguido asustarle, apareciendo de la nada con esa cara de querer matar a alguien, pero cuando le pedía un precio por la ayuda, del mismo modo que lo haría un mercenario, no era otra cosa que chocolate. Ese Koromon era demasiado adorable, nadie podía negarlo. — A ver, Lil, ahora mismo no tengo chocolate y... bueno, la verdad es que no tengo dinero para comprarlo si llegamos a una aldea, pero si me llevas a una, puedo hacer algunos trabajos allí y con el dinero que consiga te compraré tres tabletas de chocolate. — Levantó tres dedos, como dando más énfasis a sus palabras. — ¿Te parece bien?

Si llegó a haber respuesta a su pregunta esta vez (¿Cuantas veces iban ya?), Keiko no lo sabía, ya que el suelo empezó a temblar. Pum, pum, pum... Como si de un tambor rítmico y gigantesco se tratase. No era dificil saber de donde provenía, ya que desde lejos se veía asomar un dinosaurio titánico que rompía con el horizonte, incluso teniendo en cuenta lo oscuro del lugar en ese momento se le distinguía bastante bien. Quitando los dos primeros segundos de shock al ver aquella enorme silueta, Keiko actuó con rapidez.

Se giró en dirección contraria a la que se encontraba aquel dinosaurio y salió corriendo, cogiendo al Koromon por el camino. Pese a que sabía que Koromon le tenía miedo (O asco, aún no estaba del todo seguro), prefería ser él el que se llevase un par de mordiscos y no que se los llevase el pequeño digibebé. No estaba del todo seguro, pero que un bebé tuviese esa forma de actuar tan miedosa podía significar que los digimons de esa zona eran más agresivos de lo normal y, desde luego, Keiko no quería comprobarlo, al menos no con un lagarto que fuese 30 veces más alto que él.

Como todos sabemos, Keiko no es muy listo, pero tampoco era tan inútil como para huir de un dinosaurio gigante en plena noche con todas sus luces encendidas, que sería el equivalente a llevar un cartel luminoso que dijese "Comida gratis aquí", por lo que metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y pulsó el botoncito que apagaba todos sus led's... excepto los de las gafas.

Off:

No se si aquel individuo le llego a entender lo que le dije. Tenia cara de shock *No se si este loco se esta riendo de mi o es así por naturaleza. De verdad como puede ser alguien tan despistado y quedarse mirando con cara de tonto.* Al momento le cambio la cara a este y me dio a entender que por fin se había enterado de lo que le dije. Pensé *Como puede ser tan cortito alguien.* Y me empezó a hablar.

Al principio no lo entendí muy bien por la mascara que lleva pero al cabo de un momento conseguí descifrar que no tiene chocolate, que lo conseguiría en la Aldea al llegar y que me daría 3 tabletas en vez de 1. En ese instante se me iluminaron los ojos y se me hizo la boca agua de pensar en tanto chocolate, pensé *Bufff me voy a poner las botas.*. Cuando iba a contestarle que si que aceptaba el trato a aquel individuo empezó a temblar el suelo, pero no se si fue por mi estatura pero no conseguí adivinar de donde procedían esos temblores.

De repente ese "loco" me cogió con sus brazos y echó a correr. Por un momento me quede paralizado por que no entendia nada de lo que estaba sucediendo. Ese humano apago todas las luces que llevaba encima salvo la de las gafas que creo que las utilizaba para ver en esa oscura noche. Empece a morderle los brazos para que me soltara pero no habia manera aquel endiablado individuo me agarraba con todas sus fuerzas. Pense *¿Que quiere este loco de mi?¿a donde me lleva? Se esta dirijiendo en direcion contraria a la aldea.* Entonces se me ocurrio una idea, mire hacia arriba y le dispare hacia la cara unas burbujas. No se como pero caimos en la arena y de verdad no llego comprender la mala suerte que tiene este individuo al verle clavar otra vez la cabeza en la arena.

Cuando volvi en mi despues de aquella caida lo vi. Aquel enorme dinosaurio negro corriendo hacia nosotros y me empezo a temblar todo el cuerpo. Ver moverse a aquel "loco" me hizo reacionar y salte encima de el clavandole aun mas la cabeza en la arena y pense *No vera nada con las gafas llenas de arena.* Cojo y le grito -Corre "Locoooo", no te preocupes si no ves nada yo te guio- Me gire un momento y vi a aquel dinosaurio mas cerca y le volvi a grita_Levanta inutil si no quieres ser comida de dinosaurio-...

Como había imaginado, los mordiscos de aquel Koromon no tardaron en llegar. Sus pequeños pero afilados colmillos se clavaban en sus brazos y dolía, pero se negaba a soltarle y dejarle abandonado con aquel dinosaurio detrás. Agradecía muchísimo en ese momento tener una camiseta de manga larga aparte de sus guantes y su propia chaqueta que, no protegían mucho tres trozos de tela, pero seguro que era muchísimo mejor que recibir esos bocados en los brazos desnudos.

Keiko ya iba a quejarse al pequeño digimon ¿Es que acaso no veía que le estaba ayudando? ¿No veía la bestia parda que tenían detrás? Al parecer no, porque en cuanto Keiko fue a decirle que cesara sus mordiscos, el Koromon rodó sobre sus brazos y, apuntando directamente a su cara, escupió una pequeña ráfaga de burbujitas rosas que le golpearon en todo el rostro (En este momento solo puedo decir: Gracias capucha, gracias máscara, por proteger mi cara en ese momento). Fue un pleno. Entre que correr por la arena no es precisamente cómodo, menos aún si tenemos en cuenta que el suelo temblaba a cada paso del monstruo que les perseguía y sumado a las burbujitas, que parecerán una tontería, pero fue como recibir una buena bofetada que le dejó la cara "calentita", literalmente, porque estaban calientes... pasó lo inevitable. Keiko recibió el impacto y resbaló en la duna arenosa, llevándose consigo al Koromon y acabando, nuevamente, de bruces contra la arena.

— Ngh... — Fue el único patético sonido que pudo emitir al levantar un poco la cabeza de la arena, solo para volver a clavarla en el mismo sitio en cuanto a Koromon le dio por saltar encima de su nuca. — Bffff... — De verdad, en ese momento Keiko sentía la gran tentación de coger al Koromon y lanzarlo directamente contra la boca de aquel dinosaurio. Pero no, vamos a calmarnos todos. El Koromon no es precisamente el mayor de los problemas ahora. Cogiendo una bocanada de aire, volvió a levantar la cabeza, esta vez con el pequeño digimon encima justo a tiempo para escucharle decir las palabras: "Corre", "loco" y "te guío". ¿En serio? ¿Él era el loco? No el dinosaurio devora-hombres que les seguía, ni la bola rosa que entorpecía la huída porque si. El loco era él, vale.

Sabiendo que no era el momento de replicar a aquellas palabras (Aunque no le faltaban ganas), porque, cierto era que las gafas estaban tan cubiertas de arena que no veía más allá de sus narices y necesitaba un guía, empezó a correr a grandes zancadas con uno de los brazos cubriéndole la cara. Si se chocaba no tenía porque chocar de cara otra vez... No se fiaba mucho de que el Koromon supiese dar buenas direcciones.

Si bien Keiko pensaba que ya estaba corriendo a toda velocidad para huir, descubrió que no, ya que al oír el grito gutural a sus espaldas, seguido de un feroz rugido, aumentó la velocidad y se bajó la máscara para poder respirar sin tanta dificultad.
— Dime que sabes a donde vamos... — Jadeó, esperando las instrucciones del digimon. — O-oye, Lil. ¿Esa no será tu madre o algo por el estilo, no? — Preguntó, obviamente pensando en la típica escena de Jurassic Park, mientras corría a ciegas sin detenerse.

Al levantarse este individuo me apoye sobre el hombro de este y dijo -Dime que sabes a donde vamos...O-oye, Lil. ¿Esa no será tu madre o algo por el estilo, no?- a lo que le meto un cabezazo y le contesto -Se a donde ir, no es mi madre y no me llamo Lil me llamo Moja. Así que sigue recto tengo una idea de a donde ir- Al poco me giro para ver a cuanto tenemos el dinosaurio de distancia. Aun estaba cerca y vi una luz roja encima del dinosaurio moviéndose de un lado a otro y pensé *No se que sera eso pero no pienso averiguarlo.* Me gire y le volví a gritar al oído -CORREEEEEE los tenemos detrás-.

Pasado un rato desde la caida y depues unos cuantos cabezazos mas (porque el idiota no hacia caso de mis indicaciones) conseguimos llegar a una pequeña cueva. La entrada era poco mas pequeña que aquel individuo. Justo cuando llegamos a la entrada salte de su hombro hacia el suelo y antes de que pudiera decirle nada aquel humano se dio justamente en la frente con la entrada, de nada le sirvio llevar la mano tapandose la cara. Cayo al suelo como si fuera una piedra quedando medio aturdido. Lo mordi por la capucha de la chaqueta y fui tirando de el para meterlo dentro de aquella cueva. *Menos mal que gateo un poco si no habria conseguido meterlo.* Lo puse boca arriba y gracias a que aun tenia encendida las luces de sus gafas pude ver un poco como era aquella cueva.

Era una cueva bastante estrecha al principio pero se hacia mas grande al avanzar un poco. Había pasado montones de veces por delante de aquella cueva de camino a la aldea pero nunca había tenido la necesidad ni la curiosidad de entrar a explorarla, era bastante tetrica, tenia pequeñas estalactitas por el techo de las cuales un par goteaban agua. Cuando deje de mirar aquella cueva por dentro me acerque a aquel humano y ofreciendole un poco de agua de la botella que le habia tirado antes le dije -¿Quieres?¿Como te llamas? y gracias por salvarme de ese enrome dinosaurio...-.

Para una vez que si le respondían, la respuesta iba acompañada de un cabezazo. Auch... ¿Esa noche estaba recibiendo por todos lados o era imaginación suya? Iba a tener una colección de moratones bonita mañana por la mañana, pero no se iba a quejar, no se iba a quejar porque no era ni el momento ni el lugar adecuado, a pesar de que el Koromon no dejaba de dar órdenes cada dos minutos. ¿Cómo algo tan enano podía ser tan mandón? El dinosaurio aún les perseguía y, sí, tenía que seguir las direcciones que el pequeño digibebé le daba, pero era difícil seguirlas sin ver absolutamente nada y, lo peor de todo, es que las gritaba al oído, era complicado entender algo si provenían de una voz aguda y chillona ¿Dije que lo peor de todo era que gritaba? Pues no, me retracto, lo peor de todo es que junto a cada orden recibía un cabezazo que, irónicamente, hacía que se desviase más del camino.

— Ey, Li-... Moja. ¡Sigue así... y doy la vuelta para que nos coma a los dos...! — Resopló en lo que intentaba ser una amenaza, pero claro. ¿Cuanto llevaba corriendo ya? ¿8, 10 minutos? Keiko no era precisamente un deportista nato y ya estaba jadeando, por lo que su amenaza no podía tomarse muy en serio, aunque tampoco es que fuese realmente a pararse para que los devorara vivos, solo esperaba que con ello le asustase un poco y dejasen de caerle golpes. Por lo visto, no funcionó.

Siguiendo lo mejor posible las indicaciones de Moja, al final llegaron a una pequeña cueva, una muy pequeña cueva, a la que Keiko no podía entrar sin agacharse un poco. Pero claro, corriendo y a ciegas... confiando en un digimon que por lo visto había olvidado que Keiko no veía nada. Habría esperado un "cuidado", "agáchate", "Para", un aviso, algo, lo que fuese, aunque este fuese un cabezazo hacia abajo para evitar chocar de frente contra la parte superior de la cueva. Pero no. Desde luego, no era su día de suerte. El único aviso que tuvo fue notar que el peso extra de su hombro, que era el Koromon, desapareciese un segundo antes de notar un fuerte golpe en el brazo que cubría su cara... Como iba corriendo, el impacto pasó del brazo a su cara y lo último que recuerda de esa escena es caer de espaldas con un sonoro "plof".


— Au... — Cuando volvió a abrir los ojos se dio cuenta de que le dolía la cabeza y que no veía nada. ¡Oh, Dios mío! ¡¡No veía nada!! ¡Se había quedado ciego! Ah, no, no, espera. Tenía las lentes llenas de arena, si, cierto. Con un resoplido se incorporó un poco, quedando sentado. Se llevó una mano a frente y se frotó suavemente la zona, alejando un poco el dolor. Lo siguiente que hizo fue pasar la misma mano por encima de sus gafas, asegurándose de que estas no estaban rotas (Un milagro que sobreviviesen al último golpe) y de repente, recordando lo sucedido, se quedó totalmente quieto en el sitio. ¿Dónde estaba? ¿Y el dinosaurio? No oía nada, aparte de un constante goteo de fondo. Oh... Oooh... Estaban dentro del dinosaurio, seguro.

Para salir de dudas, el muchacho rebuscó en sus bolsillos para sacar un triste pañuelo, un clinex de papel y limpiar de una vez por todas sus gafas. Lo que vio no parecía el interior de ningún dinosaurio. Era una cueva, bastante fea, para que mentir, aunque estaba extrañamente húmeda para estar en un desierto (Si es que seguían en un desierto). Aparte de la cueva, Keiko se dio cuenta de que ahí seguía el Koromon que se había presentado como Moja. Le ofrecía la botella que recordaba que le había tirado antes. Aish, el pequeño no era tan malo al fin y al cabo.
— Sí, gracias. — Antes se habría preguntado que era ese líquido antes de beber... pero después de la última carrera le daba igual siempre y cuando le quitase la sed. Pego un trago, a lo mejor un poco más largo de lo que había pretendido en un principio, y descubrió que era agua normal y corriente.

El pequeño Koromon seguía hablando más rápido de lo que el muchacho podía entender, más aún con la resaca que tenía en ese momento. A ver, paso a paso. Te ha pedido el nombre y te ha dado las gracias. Ante lo último, Keiko simplemente sonrió, si, desde luego el pequeño no era tan malo. — Me llaman Keiko y, Jhum, de nada. Tu también me salvaste el culo ahí fuera, así que estamos en paz ¿Eh? — Se aseguró de cerrar bien la botella y ofrecérsela de vuelta a Moja antes de ponerse la máscara de nuevo en su lugar. — ¿Sabes que ha pasado con el dinosaurio que nos seguía? — Instintivamente miró hacia la salida, pero no parecía haber nada fuera. Como ya no tenían de quien correr (O eso esperaba Keiko) metió la mano en su bolsillo y pulsó el botón, volviendo a encender todos sus led's, iluminando gran parte de la cueva con ellas.

Al encederse todas esas luces me sorprendo. Lentamente me alejo un poco de esa feria ambulante que parece Keiko con tantos leds y busco algo de oscuridad para sentirme mas seguro, me asusta tantas luces de colores. Me escondo detrás de una roca que es un poco mas grande que yo y asomándome un poco por la lado le digo -Creo que al ver que no podía entrar desistió en su persecución.- Me vuelvo a esconder detrás de la roca y pienso *Este tipo sigue sin darme buena espina. Quizás debería decirle lo de la luz roja encima del dinosaurio.* Vuelvo a asomarme resabioso y miro a keiko y pienso*No parece mala persona pero esos colores tan llamativos me hacen dudar, ademas recuerda Moja nadie ayuda a nadie sin querer nada a cambio. Seguire sin confiar en el*.

Me escondo de nuevo mientras me armo con un poco de valor para preguntarle lo de la luz roja. Cuando me siento preparado y con fuerzas me subo encima de la roca y digo con voz clara y fuerte -Ese dinosaurio llevaba una luz roja encima moviéndose de un lado a otro, nose si era tu amigo y esto es una trampa para atraparme y robarme mi chocolate pero te lo advierto Soy fuerte y no me dejo intimidar por nadie- Termine la frase con la voz un poco temblorosa a la vez que salto detras de la roca y vuelvo a asomarme por un costado de la misma. No hay vuelta atrás esas luces siguen dándome mala espina.

Por fin una respuesta, y sin cabezazo, la cosa iba mejorando por momentos. Por lo que el muchacho veía en la salida de la cueva, que no era otra cosa que arena (Que recuerdos cuando solo veía arena, ahora lo añoraba), Moja tenía razón, aquel gigantesco digimon se había cansado de perseguirlos. Poca comida para tanto esfuerzo en la caza, al final se hartó, suponía.
Cuando dejó de mirar hacia la salida había perdido de vista al Koromon ¿Dónde se había metido esa bolita rosa ahora? Miró a su alrededor, nada, se inclinó un poco y, oh, ahí estaba, escondido detrás de una roca.

Pasó la vista del digimon a la salida de la cueva un par de veces, como si estuviese mirando un partido de tenis. El dinosaurio no estaba, pero el Koromon se escondía. ¿De qué tenía miedo? No sería de él ¿O sí? No había nada más en la cueva, pero en todo caso tendría que ser al revés, que fue él quien estuvo aguantando sus golpes toda la noche... ¿A lo mejor pensaba que Keiko se iba a vengar o algo así?
El pequeño digimon se asomaba de vez en cuando de detrás de la roca, mirando al muchacho. Keiko simplemente le devolvía la mirada, no sabía que más hacer, la verdad.

Ya estaba abriendo la boca para preguntar si le ocurría algo, cuando Moja salió de detrás de la roca y salto sobre esta, soltando un pequeño discurso, esta vez con una voz clara y fuerte que Keiko podía comprender sin esfuerzo aún con la resaca presente. Hubo un momento de silencio antes de que Keiko rompiese a reír, esta vez ya sin querer aguantarse. — ¡Jajajajaja! — Su risa, incluso con máscara incluida, era fuerte y resonaba por el interior de la cueva, creando un tétrico eco al rebotar su voz en las paredes de la pequeña cueva. ¡Tenía miedo de que le robasen el chocolate! No había oído nada tan adorable desde hacía meses. ¿En serio pensaba que alguien le perseguiría con un dinosaurio gigante por un trozo de chocolate? No había duda de que Moja era un bebé, con esa inocencia tan presente.

El humano tuvo que tomarse unos minutos para calmar su risa antes de poder hablar sin ahogarse — Gosh... eso me pilló por sorpresa, lo siento. — Pasó una mano por debajo de su capucha, limpiándose las lágrimas de la risa. — No te voy a robar el chocolate, no creo que el dinosaurio de antes quisiese tampoco...Un momento... — Espera, espera. ¿El digimon había mencionado una luz roja? Luz roja. Luz roja. Keiko podría pasar por alto muchos detalles y olvidar muchas cosas, pero no una luz. Un digimon lagarto con una luz roja... — ¡¡Fu*k!! — La realidad le golpeó como un mazazo. No había otra persona que conociese con un digi-lagarto y una luz roja. ¿El que los había estado persiguiendo había sido Hibiki? ¿Por qué no se había dado cuenta antes?

Se levantó de golpe, manteniéndose ligeramente agachado porque no quería chocar de nuevo con el techo de la cueva y se dirigió a la salida. A lo mejor aún podía ver a Hibiki... Se asomó y... no. Nada. Ya se había ido. No era de extrañar, viendo como había huído de él... Pero hay que reconocer que tampoco era una gran idea ir por ahí montado encima de un lagarto gigante si lo que querías era hacer amigos. — ¿¡Hibi!? ¿¡Dracomon!? — Gritó hacia el desierto, usando sus dos manos como si fuesen un altavoz. Aunque su voz no llegaría muy lejos, no perdía nada por intentarlo.

Suspire aliviado de que Keiko no quisiera robarme el chocolate que con tanto esmero habia guardado, aunque pensandolo bien tampoco tenia mucha logica todo aquel entramado solo para robarme el chocolate. Tomo una gran bocanada de aire y lo echo quitandome una gran preocupacion de encima *Esas palabras me dejan mucho mas tranquilo*. En ese momento veo levantarse a Keiko y dirigirse rapidamente a la entrada de la cueva. Fui a seguirlo cuando de repente empiezo a notar algo diferente en mi. Noto una gran fuerza en mi interior y entonces...


No lo puedo creer, era cierto digievolucione a Agumon. Por fin lo había conseguido, solo ere un paso mas para hacerse mas fuerte pero al fin lo había conseguido. Ya no era aquel pequeño koromon con el que todos se metían -POR FIIIIIN- grite dentro de aquella pequeña cueva. Queriendo probar mi nueva fuerza mire a una pared que estaba un poco apartada y -BABY FLAME- de mi boca salio una bola de fuego que ilumino toda la cueva y acabo impactando contra aquella pared. Me quede unos segundos parado asimilando todo lo que me estaba pasando. No entendía muy bien como había ocurrido pero estaba muy feliz. Unas pequeñas lagrimas brotaron de mis ojos, eran lagrimas de felicidad. Me siento sobre la roca en la que antes me escondía y me limpio las lagrimas. Después de un pequeño momento sentado en esa roca me levante y me dispuse a buscar a Keiko....