七 色 (Siete colores) [Priv: Moja, Runari y Keiko]

Por fin llegue a Ciudad Central, había sido un largo camino, pero al fin llegue. -Grrrr...- Me sonaron las tripas de repente. *Uff que hambre tengo, voy a buscar algo de comer*. Habían pasado un par de días desde que me comí aquel trozo de chocolate que me quedaba. *Necesito comer algo con urgencia*. Aun me quedaba un poco de agua en la botella que llevaba en la bolsa pero no me dio ni para medio trago. Decido moverme un poco por la ciudad a ver que puedo encontrar. Aquel sitio era enorme lleno de calles y callejones estrechos. Me meto por una calle estrecha a buscar por algún cubo de basura o lo que fuera algo para llevarme a la boca. Me acerco con cuidado a unos cubos de basura y de repente un grupo de 6 o 7 Numemons salen de sus escondites. -Largo de aquí, este es nuestro territorio- Me grito uno de los Numemons. Sin mas dilación de un salto me di media vuelta y salí corriendo de aquel callejón.

Después un buen rato, buscando por callejones y callejuelas sigo sin encontrar incluso había entrado a un par de restaurantes a mendigar algo de comida pero ni por esas. Todos me decían lo mismo "¡Sin dinero no hay comida!". Con tanta hambre estoy sin energías para trabajar y conseguir algo de dinero. Me senté apoyándome en una pared desistiendo casi por completo en mi afán de buscar comida. *Creo que esto es mi fin, que corto ha sido mi viaje* se me salta una lagrima mientras lo pienso. No podía creer que fuera a morir ahí, de aquella manera tan penosa. De repente soplo una ráfaga de aire y casi como un palmetazo en la cara se pego un papel en la cara. -Joder con el aire- Me retiro el papel de la cara y no se porque empiezo a leerlo. Era un panfleto de un "Curso de Dibujo con Witchmon" no me interesa mucho la verdad pero seguí leyendo y abajo de todo ponía "Buscas un trabajo, algo que te de dinero para poder comer. Este es tu sitio trabaja para nosotros de modelo y sácate un dinerito extra. Ademas no tendrás que hacer nada solo posar para que te dibujen" Se me abrieron los ojos -¡No puede ser verdad!- Exclamo en mitad de aquella transitada calle. Sonaba a timo la verdad pero no perdía nada por intentarlo y probar suerte. -Tengo que comprobar si eso es verdad- Dije antes de salir.

Me dirigí a la dirección del panfleto sin perder mas el tiempo. Llegue al edificio del panfleto y la verdad me decepcione un poco. Estaba un poco descuidado y no parecia muy fiable pero decido entrar. *Ya que he caminado hasta aqui no pierdo nada entrando* Me dije a mi mismo. Entro por la puerta y con la voz un poco temblorosa digo -Hola,
es aqui lo del trabajo de modelo-.

Como de costumbre, Keiko se encontraba vagabundeando por el digimundo sin un destino concreto (¿Es hora de que te busques un trabajo, o un hobbie, eh?). En este caso se encontraba en Ciudad Central. En principio el lugar le gustaba. Calles amplias, buen tiempo, los edificios eran... raros no, más bien, curiosos. Algunos de ellos parecían auténticas esculturas gigantes. Pero, obviamente, lo que más le gustaba a Keiko de aquella ciudad era la iluminación.

Pero ¡Ey! por primera vez en nuestra historia, el centro de atención no recaía en la extraña obsesión del humano por las luces, no. Está vez se trataba de arte. Si es que un concurso ¿Era un concurso, verdad? de dibujo en la calle se podía considerar arte, pero bueno. Nuestro amiguito lleno de led's caminaba preguntando de vez en cuando a los transehúntes que iba encontrando, mostrando un cartel medio roto que portaba en las manos, que había arrancado con todo el descaro del mundo de una pared. No es que tuviese una verdadera intención de participar, más bien, lo que él quería era observar la clase de dibujos que se hacían allí ¿A lo mejor tenían pinturas especiales que cambiaban de color solas? ¿O quizá eran capaces de hacer que los dibujos se moviesen por sí solos? No sabía muy bien que esperar del arte digimon, aunque desde luego se había hecho espectativas, y estas eran muy altas.

Pero lo principal era llegar al lugar y, nada, incluso con las indicaciones bien dadas, era obvio que Keiko no tenía muy buena orientación, por que por mucho que preguntase no lograba dar con el lugar correcto.
— Venga ya, este sitio no puede ser tan grande. — Se quejó en voz alta, arrugando ligeramente el cartel que aún llevaba encima. Miró alrededor, en busca de alguna pancarta, algún cartelito, algún sonido... algo, cualquier cosa que indicase un posible concurso en las proximidades. Dios, juraría que había estado andando en círculos todo el rato ¿No había pasado delante de aquella farola por lo menos tres veces ya? No, no, está bien. Alguien en toda la ciudad debe saber dónde se celebraba el concurso. A lo mejor era por culpa de su máscara y nadie le entendía, no sería la primera vez que le ocurría algo así.

Con esa idea en mente, se bajó la máscara y, plas, como si le hubiesen dado un guantazo, un fuerte hedor inundó sus fosas nasales. Se trataba del inconfundible olor a pintura, lo reconocería en cualquier parte. Si olía a pintura, significaba que había pintura cerca (Muy listo, genio), y si había pintura cerca, significaba que el concurso no debía estar muy lejos. (Siempre y cuando ese olor a pintura no sea de un mural recién pintado)

Ignorando ya señalizaciones e indicaciones anteriores, empezó a guiarse por el olfato, buscando la calle que más olor desprendiese y así, caminando prácticamente con los ojos cerrados, llegó a un estrecho callejón. Al principio dudó. No era un lugar bonito ni amplio para que acudiese la gente... pero si olía a pintura... En fin, la nariz no engaña.
Se aventuró por el centro de aquel oscuro callejón, chocando incluso algunas veces con los cubos de basura que le obstaculizaban y no podía rodear de lo pequeño que era el paso. Cuando ya pensaba que estaba llegando a ninguna parte, la callejuela se terminó, dejando ver una agradable plazoleta iluminada y llena de gente.

Lo cierto es que, había bastante gente, pero no era lo que estaba esperando ver... ¿Todos eran bastante más pequeños de lo que habría imaginado en un concurso o eran cosas suyas? Bajó la vista de nuevo al cartel, extrañado y se quedó con cara de tonto... Ponía Curso ¡C-U-R-S-O! no concurso. Eso explicaba muchas cosas... Por eso no podía encontrar el lugar del concurso... maldita caligrafía extraña la que se usa en los carteles... Pero bueno, ya que estaba ahí, iba a aprovechar el viaje ¿No?

Al entrar por la puerta el pequeño agumon se encuentra en una pequeña habitación con un mostrador en medio de la sala. Había 2 humanos, una mujer vestida de rojo detrás del mostrador y un hombre con lo que parecía un disfraz de samurai y una katana en la mano, y allí sentado encima del mostrador un pequeño gato con cara de pocos amigos.

-Hola, es aquí el trabajo de modelo- dice el pequeño digimon con voz temblorosa. Los 2 humanos que había se giraron hacia el digimon y la mujer de rojo señalando al pequeño gato le dice -El te atenderá-. Moja mira al gato no sabiendo que decirle, este se levanta del mostrador y se acerca al pequeño digimon. Lo mira de arriba a abajo mientras da vueltas alrededor de Moja -Puede servirnos- El gato agarra a Moja por la garra y se lo lleva por una puerta a otra sala sin darle tiempo a hacer o decir nada.

Moja sorprendido por la aptitud del gato se deja llevar. Entraron en una habitación llena de disfraces y vestidos. Mientras Moja admiraba aquella sala, el gato se escabulló entre un montón de disfraces -A donde vas- dijo el pequeño digimon ya sin saber donde se había metido el gato.

-Lo tengo- dijo mientras saltaba aquel gato hacia Moja con un vestido de princesa de color rosa chillón en la mano. Antes de que pudiera decir nada Moja el gato con una habilidad increíble le puso el vestido -¡Perfecto!- exclamo el felino mientras le terminaba de dar los últimos retoques a un lazo rosa que había puesto en la cabeza del digimon. -Mira que bien te sienta- dijo mientras saca un espejo para que el digimon se mire.

Moja sin saber muy bien como reaccionar se mira al espejo *¿Como he llegado a esto?* se pregunta mientras el gato lo empuja hacia otra sala...