Encuentro en la ciudad antigua (priv. Ed Elric, Sigrun Vinter y Yatterwa)

Era de día y el sol estaba en lo alto por lo que debía de ser mediodia. Veemon y yo caminabamos por el Mundo Digital sin un rumbo fijo. No teniamos destino ni un lugar como objetivo principal, solo viajabamos para conocer más sobre este mundo y hacernos más fuertes para poder protegerlo en el futuro. Habian pasado varios días desde que llegué por primera vez al Mundo Digital pero tampoco sabria decir cuanto tiempo con exactitud. No sabía si habian sido dias o semanas porque allí perdia un poco la noción del tiempo. Llevabamos varios kilometros cuando vimos a lo lejos una gran ciudad incrustada en un acantilado.

- ¡Es la Zona Imperial!- exclamó mi compañero con emoción.
- ¿La Zona Imperial? - dijo sonriendo un poco al ver la emoción de Veemon- ¿Que tiene de especial?
- Es una de las cuidades más antiguas que existen y ha tenido miles de batallas. Además dicen que Slayerdramon, el amo de esta tierra, pertenece a los legendarios Royal Knights. Aunque se trate sólo de un rumor- me explicó.

Miré la ciudad, a simple vista no parecía antigua porque se conservaba muy bien, de hecho parecía nueva. Otra cosa que me llamaba siempre la atención era esa mirada de Veemon cada vez que me hablaba de los Royal Knights.

- ¿Sabes que te brillan los ojos cada vez que hablas de ellos? - le dije sonriendo.
- Les admiro mucho. Siempre me han contado historias sobre ellos y de todo lo que hiceron por este mundo en el pasado y el presente- me contó Veemon mientras caminabamos- Pero nunca les he visto en persona.
- Ya les buscaremos cuando llegue el momento- dije sonriendo- Ahora vamos a explorar esa ciudad.

Seguimos avanzando y cuando entramos nos quedamos impresionados por lo grande que era. Parecía una ciudad medieval del Mundo Humano, lo que me recordó muchisimo a mis clases de Historia. Habian varios digimons caminando por sus calles y habian varios monumentos lo que nos animó a seguir explorando. Pero ambos sabiamos que por mucho tiempo que estubiesemos allí sólo podriamos descubrir una pequeña parte por lo que aquella no sería la última vez que fuesemos a la ciudad.

Veemon y yo seguimos caminando pero empezamos a cansarnos. Con la emoción de explorar esa cuidad no nos dimos cuenta del paso de las horas y de que tendríamos que buscar algún sitio para pasar la noche. De lo contrario, habría que salir de la ciudad y acampar por algún bosque cercano. Tras unos minutos más de búsqueda encontramos una taberna que, por lo que vimos a través de la ventana, parecía bastante llena. Esa taberna tenía varios pisos por lo que supuse que también habría habitaciones.

- ¿Cuánto cuesta quedarse a dormir en un sitio de estos?- le pregunté a Veemon.
- Ni idea- dijo encogiéndose de hombros- ¿Cuánto tienes?

Miré en los bolsillos pero sólo encontré varias monedas y dos billetes, a decir verdad era lo que llevaba durante la mudanza, por si me entraba hambre en el aeropuerto. No era mucho.

- Me temo que no nos servirá de nada- me dijo Veemon al ver las monedas- Es dinero del Mundo Humano, aquí no es más que chatarra.
- De todos modos será mejor guardarlo porque puede sernos útil- dije al volver a guardar el dinero en el bolsillo- Puede que encontremos a algún coleccionista que nos las cambie por dinero del Mundo Digital.
- Vamos, que habrá que salir de la ciudad y dormir en el bosque de nuevo. Por lo menos nos hemos acostumbrado a dormir bajo las estrellas- dijo mi compañero que intentaba ver el lado bueno de la situación- Excepto cuando llueve o hace mal tiempo- Veemon hizo una pausa- Ojalá pudiese volar, podriamos tener un sitio fijo donde dormir y al que pudiesemos volver rápida y facilmente. De ese modo no tendriamos que estar buscando constantemente.
- Veemon, nunca te lo he preguntado pero ¿Tu en que evolucionas?
- No lo sabré hasta que digievolucione. Sólo espero tener alas.

Veemon y yo estábamos a punto de marcharnos cuando oímos a alguien alzar la voz y nos giramos para ver de quien se trataba. Al parecer era un chico discutiendo con su digimon. Me pareció raro ver a otro humano ya que creía que era la única en esa ciudad. Mi compañero miró alrededor y se dio cuenta de que más de un digimon se había dado la vuelta para saber a qué venían esas voces. Veemon me dijo que el digimon era un Monodramon y por lo que sabía de ellos no eran digimons agresivos. Cosa que me alivió ya que no tenía ganas de pelear en medio de la calle con tantos digimons cerca.
Miré a ese chico pero no recordaba haberlo visto en ningún sitio y eso que llevábamos muchos kilómetros recorridos. El hecho de haberle visto discutiendo con su digimon de esa manera hizo que me pensara mejor lo de acercarme y saludar. Tampoco quería meterme en asuntos que no me interesaban.

- Sigrun- me llamó mi compañero- Deberíamos irnos ya. Si se nos hace de noche se complicaría lo de buscar un sitio donde dormir.
- Tienes razón- dije mientras comenzaba a caminar con mi compañero al lado.

Nos pusimos en camino hacia la salida de la ciudad, aunque tuvimos que pasar al lado de aquél humano y su digimon. Ninguno de los dos pensamos demasiado en eso, estabamos demasiado ocupados pensando donde acampariamos. Miré al cielo, esperaba que no lloviese esa noche porque seguramente acabariamos durmiendo en algún bosque al aire libre. Con suerte encontrariamos algún coleccionista que quisiese intercambiar mi dinero del Mundo Humano por dinero del Mundo Digital y nos permitiese dormir en aquella taberna y comprar algo de comida.

Cuando aquél chico nos llamó nos detuvimos para escucharle, imaginaba que seria por algo relacionado con la ciudad o para pedirnos algo. Sin embargo cuando su Monadramon intervino en la conversación me quedé... ¿de piedra? se podria decir que algo asi. Ese chico ni si quiera me conocía y ¿ya me estaba pidiendo citas? Luego escuché como intentó remediar lo que pareció tratarse de un malentendido pero si lo que queria era remediarlo con esos tartamudeos no llegaría muy lejos.

Cuando Veemon escuchó lo de tomar algo en la taberna sus estomago rugió. Tenía hambre y no me extrañaba, habiamos caminado mucho para llegar a la ciudad. Mi compañero no estaba tan acostumbrado a caminar como yo y su hambre en aquél momento era feroz.

- ¿Sigrun, podemos ir con ellos?- me pidió mi compañero- Tengo hambre y estoy cansado.

Yo no sabía muy bien que hacer. También estaba cansada pero no queria comprometer a nadie y además si tardabamos en salir de la ciudad y se nos hacia de noche luego seria mas dificil aún encontrar un refugio en el bosque o por los alrededores, pero Veemon parecía tan hambriento que no pude rechazar esa oportunidad de que comiera algo.

- Está bien, aceptamos la invitación- les dije al tamer y su digimon- Por cierto, me llamo Sigrun.
- Yo me llamo Veemon- se presentó mi compañero amistosamente.

- A decir verdad no teniamos nada que hacer- dijo Veemon.

Tras las presentaciones, o el intento por parte de Ed, les seguimos por las calles hasta detenernos en la taberna. Criosamente era la misma en la que Veemon y yo nos habiamos detenido pero no habiamos llegado a entrar.

- Creo que un par de semanas - le contesté a Monodramon- Pero no estoy muy segura, cuando entramos en este mundo perdí un poco la noción del tiempo.

Entramos en el local que estaba bastante vacío, cosa que agadecí porque no me gustan las multitudes. Cuando Bearmon nos preguntó lo que queriamos comer se me ocurrieron un par de platos y postres de mi tierra que hacia tiempo que no probaba ¿Pero tendrian en el Mundo Digital platos de Noruega? Veemon me dió un codazo suave y señaló mi bolsillo, recordandome el problemilla que teniamos con el dinero. Se me habia olvidado por completo pero a lo mejor teniamos suerte y nos aceptaban nuestro dinero.

- Esto...- dije sacando las monedas y el billete- ¿Aceptas dinero del Mundo Humano?

Me sentía algo estupida en esa situación y ya me imaginaba la respuesta, era algo evidente. ¿Cómo iban a aceptar Coronas Noruegas en el Mundo Digital? A este paso nos veiamos a Veemon y a mi durmiendo en bosques o trabajando en algún sitio por conseguir algo de comida. Aunque en el tema de la comida no nos iba tan mal, Veemon conocía lo que era comestible de los bosques ya que Jijimon se lo habia enseñado en la Ciudad del Comienzo cuado era más pequeño.

Aunque hubiese querido negarlo ya me esperaba esas palabras de Bearmon. Tal vez, Veemon y yo tendriamos que haber abandonado la ciudad cuando tuvimos la ocasión. Escuchamos a Monodramon decirnos que no nos preocupasemos, que él ya se encargaría de pagar. Veemon parecía aliviado con saber que podria tener una comida decente pero yo me sentía un poco incómoda con esa situación. No me gusta depender de nadie y en ese momento me di cuenta de lo mucho que aún tenía que aprender del Mundo Digital, en primer lugar, que no aceptarían mi dinero.

- Pues yo pediré lo mismo que Monodramon- le dijo Veemon a Bearmon antes de recordar por completo lo que habia pedido el digimon morado y de darse cuenta de que era demasiado- Bueno... sólo lo que pidió Monodramon no lo de su Tamer.
- Yo sólo pediré un batido- dije ya que no queria abusar de la amabilidad de Monodramon.

En ese momento, Ed se marchó de allí no sin antes decir que volvería al anochecer. Cuando estaba abriendo la puerta le dijo algo a su compañero que no comprendi muy bien, pero tampoco le di importancia. Yo no me meto en asuntos ajenos.

Bearmon nos trajó el pedido y Veemon empezó a comer tranquilamente. Yo me bebí mi batido que estaba delicioso, nunca habia probado nada tan delicioso en el Mundo Digital. Mi compañero compartió su comida conmigo, sabía que no habia pedido más por no abusar de la amabilidad de Monodramon. Cuando Veemon estaba a punto de terminar su ración la tierra empezó a temblar y ambos nos caimos de la silla, no sabía lo que estaba pasando ¿sería un terremoto? Al mirar a mi alrededor vi como algunos digimons huyeron de la taberna mientras Bearmon intentaba salvar lo más valioso.

Ví que Ed entraba y se acercó ayudandome a levantarme. Habia escuchado su conversación con Monodramon y me llevé una sorpresa con eso de los digimons que destruían todo a su paso.

- ¡Pues yo también quiero ayudar!- dijo mi compañero con decisión- Seré sólo un rookie pero ya he ayudado a pelear contra enemigos más fuertes que yo.
- Eso es verdad- dije sonriendo- Pero será mejor que no perdamos tiempo y ayudemos a defender la ciudad, y tampoco sabemos lo que pueden estrar tramando esos digimons atacando una ciudad como esta.

Mis botas resonar al ritmo de mis pausados pasos sobre las piedras del puente, en el que una hilera de astas coronadas de banderolas carmesíes hacían las veces de guardianas mudas y quietas. Y es que mis periplos me habían traído hasta la ciudad Imperial. Me sorprendió ver que, tras el larguísimo puente que unía dos escarpados acantilados, se alzaba un entramado arquitectónico perfecto, que acoplaba la ciudad a la pared rocosa con más maestría de la que esperaba ; el paisaje no intentaba escupir los edificios como hubiera sido normal, sino que conformaba un tapiz formado por aquellos hilos tan singulares. Y aunque en Wtichenly todo resplandecía tan claramente como el agua cristalina, ésta ciudad parecía ser el eco de ése resplandor perdido que yo trataba de aferrar desesperadamente. Ése era el motivo de mi periplo. Tenía que encontrar una manera de volver allí, y las maneras usuales no me servían; caía sobre mí mi orden de captura y decapitación inmediata... por traición, se suponía, una orden directa de MedievalGallantmon que nadie, aunque hubiera sido mi camarada, desobedecería y las vías hacia Witchenly están vigiladas por los ojos y oídos de MedievalGallantmon. Así que mi única opción era, encontrar una entrada olvidada que no estuviera bajo su vigilanci, un portal. Y si no existía ninguno, tendría que reunir poder mágico suficiente para crearlo yo mismo con mi magia. Estaba decidido a retornar a mi tierra, aunque fuera para morir allí. Imaginar que MedievalGallantmon no conseguiría dar conmigo era pretencioso y vano, además de que probablemente me quitaría la vida, pero no podría arrebatarme ése segundo ansiado en el que el brillo de mi hogar sacudiría mis ojos.

Caminé hasta las anchas puertas de piedra adornada con estandartes rojizos, al igual que las ventanas de los edificios, los cuales hoy ondeaban por el ligero viento que soplaba. En las almenas, descansaban las armas de algunos Sagittarimon, que se limitaban a ser guardianes del lugar aunque muchos de ellos con expresión relajada; probablemente aquel lugar no era dado a guerras y hacía mucho que la ciudad no recibía ningún asalto.

Eso cambió aquel día. Las vigías mudas cayeron las primeras, prendidas en fuego, y exhalando como señal unas columnas de humo negro. La actividad de las almenas se activó. Los Saggitaromon agarraron sus arcos y comenzaron a disparar.
Al principio los ciudadanos comenzaron a entrar en casa y poner trancas en las puertas con cierta calma, que duró los segundos en los que tardó un Minotauromon en hacer añicos la colosal puerta de piedra. La lluvia de grandes trozos de piedra desataron el miedo, y tuve que apartar a alguien de un empujón para que no acabase aplastado.

La horda iba con una multitud de flechas clavadas en el cuerpo, y a pesar del avance enemigo, otros digimon intentaban luchar. Observé que, aunque el resto de los atacantes avanzaba destruyendo sin ton ni son, había un grupo aún cerca de la puerta, como si estuvieran esperando una oportunidad para algo. Un Mummymon daba órdenes a un Musyamon y dos compiches.
Hablaban de una reliquia. Hasta donde sé por mis libros, son objetos tremendamente poderosos, estén en la dimensión que estén, y normalmente se guarda n en secreto para evitar que nadie las busque. Pero éstos estaban enterados y la iban a buscar.

Entonces vi cómo una pareja de tamer y sus digimon se acercaban a ellos. El Monodramon se abalanzó sobre el samurái demoníaco, a pesar de que era un enemigo superior. Un acto valiente pero tan imprudente... tendría que ayudar para equilibrar aquella suicida balanza.

- ¡Fuego azul! - lancé un chorro de llamas hacia el samurai, para que no se cebara con el Monodramon. Pero sus compinches, al vernos entretenidos, intentaron escabullirse así que grité -¡Hay que detenerlos!