Re: Un cumpleaños que se tuerce [Priv. Max, Yoko, Roku, Sigrun & Ashe]

por Yoko Littner Vie Mar 17, 2017 6:23 pm

Parecía que Sigrun y Max podían encargarse del debilitado Seimei ellos solos... Me sentía una completa inútil... Aunque claro, todavía me quedaba mucho por aprender. Fue impresionante cómo la mano de Sigrun, al igual que en su combate contra ShadowSeraphimon, se iluminó de manera extraña. Aunque esta vez, la chica de rasgos nórdicos utilizó dicha habilidad para sanar y cauterizar las heridas de Seimei. Era fascinante. Me encantaría llegar a ser una chica tan llena de recursos y alucinante como ella...

Después de tratar las heridas de Seimei, éste me indicó que no me preocupase porque los humanos "conociesen" a los Digimons. El gobierno o alguien igual de poderoso daría la excusa de que son animales del zoo, extras de alguna película y ese tipo de cosas.

¿Y eso ya funciona? Bueno... Si no he sabido que los Digimons existían y no eran un mero producto de videojuegos hasta que conocí a Kate, tiene su lógica...- comenté rápidamente, mientras vi a Max levantarse e irse de la habitación, mientras que me hacía un gesto con su mirada para que me fuese de allí con él. Parecía que quería dejar solos a esos dos...

Vaya, todo un caballero- sonrió Kate mientras me daba una mirada de reojos desde mis brazos, divertida.

Así que... ¿Esos dos son pareja?- le pregunté con una sonrisa curiosa mientras le agarraba de la mano- Anda, ven, que te enseño las cocinas del hotel. Espero que te lleves bien con todos aquí, son muy amables

OFF: Perdonad la brevedad del post Sad

por Sigrun Vinter Sáb Mar 18, 2017 7:30 pm

Las llamas azules volvieron a apagarse y Sigrun respiró aliviada al ver a Seimei reaccionar de nuevo y volver en sí. Durante un instante pensó que no podría escucharla, que había llegado tarde y que no podría salvarlo. Mentalmente dio las gracias a Yggdrassil por escucharla, había estado tan cerca de no funcionar… Una sensación agradable la sacó de esas preocupaciones, Semei sujetaba su mano, la que había generado el digisoul, parece ser que quería comprobar él mismo como había quedado su herida pero no soltaba su mano. Para sorpresa de la valquiria, no le resultó molesto aunque si la dejó sin saber qué decir. Tras calmar la situación respecto a los digimons, se percató del detalle de la mano y la soltó, disculpándose por ello y agradeciendo su ayuda.

- No hace falta que te disculpes. Lamento no haber podido ayudarte mejor- dijo volviendo la mirada a sus propias manos, ahora manchadas de la sangre de Seimei- Por favor, no me lo agradezcas. Si no hubiese sido por ti, ahora mismo Maya no estaría conmigo. - le dedicó una sonrisa, relamenete estaba agradecida con él.

Miró a la husky, que se acercó y empezó a lamer las mejillas de Seimei. Como si estuviese agradeciéndole también el que la salvara o dándole unos “buenos días”. Con una simple orden en noruego, Sigrun logró que Maya dejara de lamer y se sentara. Ahora lo que más necesitaba era descanar y recuperar fuerzas. De un momento a otro, Max, Yoko y sus digimons decidieron marcharse de la habitación. El peliverde fue a por chocolate o a preparar la tarta pero Yoko fue tras él.

- ¿Os vais los dos? – preguntó la sublíder aunque no llegaron a responderle antes de salir.

Se habían quedado solos en la habitación, sin contar a Maya y a Ulforce, que se encontraba en el digivice. Aunque él estaba muy en silencio, por lo que Sigrun supuso que debía de estar descansando. La valquiria observó las heridas de Seimei, seguramente le quedarían cicatrices y tal vez serían más visibles que si hubiese usado aguja e hilo. Pero aunque sus heridas estaban cerradas, aún tenía el cuerpo manchado de sangre, al igual que ella las manos.

- Voy a limpiarte la sangre, no me gusta ver a nadie así- dijo sin dejar de mirar las heridas que casi le cuestan la vida.

Se levantó y se fue al cuarto de baño de la habitación para lavarse las manos. Maya se quedó sentada junto a la cama, moviendo la cola mientras miraba a Seimei. Enseguida, la sublíder regresó pero vio en una mesa un cuenco, donde había algunas flores como bienvenida a los huéspedes. Se le ocurrió usarlo, así que sacó las flores y regresó al cuarto de baño para llenarlo de agua. Se acercó a Seimei y dejó el cuenco con agua en la mesita, sentándose ella en la cama junto al chico. Empezó a rasgar algunas de las sabanas de repuesto que no había usado para detener la hemorragia, para hacer trozos más pequeños. Agarró uno y lo humedeció en el agua luego escurrió el exceso.

- ¿Me permites?- preguntó con timidez por lo que estaba por hacer.

Cuando vio que se lo permitía, retiró los restos de su camisa, que estaba tan destrozada que ya no podía considerarse una prenda de vestir. Con cuidado, empezó a pasar el trapo hecho con sabanas por su cuerpo, quitándole la sangre. De vez en cuando debía limpiar la tela en el cuenco haciendo que el agua ase tiñera de rojo.

La valquiria se mantenía en silencio, no sabía qué decirle, estaba intentando mantenerse tranquila. Al fin y al cabo, estaba con un chico sin camisa, en una habitación de hotel y limpiando la sangre de su cuerpo. Con algo así no podía evitar sonrojarse y teniendo la piel clara como ella resultaba algo evidente.

por Roku Ginshô Lun Mar 20, 2017 5:13 am

-Las tienes a todas loquitas -la sonrisa nacía, esta vez, de lo entrañable-. Por si no lo sabes, es su forma de decir “gracias”, porque no habla y eso. Hoy lo has hecho bien, vamos, sonríe, ¡¡como hago yo!!

Sus intentos quedaban en el éter, pues Roku no movía un músculo, atendiendo las acciones ajenas. Al menos, la tensión inicial se desvaneció, y el rigor en sus rostros fue pasando a otras expresiones más amenas. El tamer se retiró, buscando ocupar sus pensamientos en la repostería, y fue acompañado con quien había empezado sus aventuras ese día. Probablemente lograrían sobreponerse a esos eventos, y pasar a nuevas metas y heroicidades, lo cual era, por supuesto, lo adecuado. Sigrun se quedó, pues quería atender las heridas que él, Roku aún padecía. Su piel era un lienzo donde se dibujaban múltiples historias, derrotas más bien, de todas sus batallas.

No tenía un compañero, solo fantasmas. Él luchaba solo, era normal salir herido. En esta ocasión, se daba un claro contraste entre ellos y él: rasguños frente a tajos. Era obvio que Yggdrassil bendecía a sus elegidos, y unos pocos olvidados, carentes de este favor, estaban destinados a acabar mal. Había aceptado el digivice, pero no era un poder propio. Los tamers luchaban junto a sus aliados, ligados ambos con un poder ancestral, superior, pero su caso era convertirse en una bestia, y luchar por su propia supervivencia.

Era un engendro a ojos de ese dios, que exigía un plan perfecto donde sus tamers actuaban por Él.

La habitación poco a poco se iba llenando de nuevo de aquellas presencias, sin rostro, cuyos quejidos, como una marcha militar, retumbaban al ritmo de su corazón, desbocado. Sus quejas, lamentos y maldiciones iban aumentando, y una vez más, otra voz dispar, inhumana. Era Maya, quien parecía haberle cogido un especial cariño.

-Eres su héroe, tío.
-No, no lo soy -contestaba, sin cambiar aún su expresión-. Soy consciente de que no soy un tamer, de que literalmente, me vuelvo un monstruo para poder luchar. Lo único que me humaniza, es que sé por qué lucho -su mano se deslizaba por el lomo de Maya-. Mientras conserve esa “humanidad”, no flaquearé.
-Los has visto -esta vez, Bakemono no usaba su tono jocoso, estaba hablando en serio-. Todas las sombras del digivice. Sabes ya quiénes son, ¿no?
-Sí -la respuesta dolía, la verdad era demasiado dura-, son quienes usaron este digivice, y a quienes he eliminado, ¿no?
-Exacto. Azazel reclama todo: enemigos, amigos, seres queridos, y al final de todo, a uno mismo -exhaló-. Al final, solo quedan cenizas, Roku. Por eso, no olvides nunca por quién luchas, por favor. No querría que acabaras como -pausó, mirando el destino de quienes abusaron del digivice-yo.

Recordó una vieja historia, de un lobo que, queriendo alcanzar la Luna, pensó que su reflejo en el agua era real, y hundiendo sus colmillos en esta, solo logró poner fin a sus días. Lo inalcanzable, en este caso, era el privilegio de ser tamer, algo que de verdad quería, ser aceptado como un héroe. Mas solo se hundía más, y más en las profundas aguas de la duda, del miedo y del rechazo. Ese poder no era suyo, y estaba destinado a destruirle. ¿Para qué esforzarse, entonces?

Y en ese oscuro caos, una luz. Las partículas del digisoul se habían condensado en un curioso residuo, un cúmulo de lúmenes apilados en lo que parecía ser, ni más ni menos, que una pluma, blanca, inmaculada. La recogió, pasando el pulgar por su superficie, y empezó a entender el paralelismo. Las valquirias se transformaban en cisnes, y por ello las llamas de Sigrun dejaban tan característico resto. Que se le dote a un humano de elementos celestiales, como plumas o alas. Los ángeles son un ejemplo de esto.

Recordó los Grigori, los ángeles caídos, y la forma en que estos se precipitaron a la Tierra buscando ayudar a la humanidad, sin poder regresar. De ellos, no pudo evitar referir un nombre, pues era uno que conocía demasiado bien: Azazel. Por ayudarle, ¿sería Sigrun un ángel caído, en lugar de una valquiria? ¿Perdería el favor de Yggdrassil? A él lo socorría un poder opuesto, un Demonio, y esa débil lumbre solo era un parpadeo entre aquellas sombras. Roku, sin embargo, tenía algo que decir.

-Sé que no soy un tamer, Bakemono, y que esta fuerza es autodestructiva y dañina, pero -dirigió una mirada a Maya y, simplemente, sonrió- haré mía esta fuerza, y haré lo correcto. Si Yggdrassil no reclama estas vidas, y les da una segunda oportunidad, encontraré el modo de traerlos de vuelta -ahora, observó esa pluma-. Incluso con la tentación, y la ira, he logrado actuar correctamente, y las heridas de hoy, son un recordatorio de que PUEDO hacer lo correcto. No es un “debo”, es mí decisión -sus ojos recorrieron la habitación, mirando aquellos seres sin rostro-. Y por ello, no haréis que cambie: desapareced.

Por mera fuerza de voluntad, disipó esas presencias, quedando solo con Maya, y Bakemono. Sus propios murmullos y dudas cesaron, pues si bien no podía olvidar sus acciones, destructivas y caóticas, no olvidaba el fin al que atendía: proteger a otros. Sigrun regresaba para atender sus heridas, y él, por inercia, exponía las zonas que aún tenían sangre dispuesta. Ella no hablaba, e incluso pudo notar cómo las mejillas se le encendían, en un saludable color que le confería un aspecto radiante.

Roku, ante esto, solo notó la diferencia existente entre ellos. Cogió las manos de la muchacha, impidiendo que siguiera con la limpieza. Sabiendo que las valquirias efectuaban esta tarea con los héroes caídos, vio necesario aclarar que él carecía de esa condición. No quería comprometerla con el dios Yggdrassil, y por eso, mirándola a los ojos, le dijo:

-De nuevo, gracias por tus esfuerzos, pero han sido mis errores, son mis heridas, y veo justo que yo me las limpie -tras unos segundo, liberó las manos, para finalizar-. No quiero que las manches con sangre. Será mejor que te ocupes en atender a alguien más digno, como ella.

Con la cabeza, señaló a Maya, mientras él empezaba la inmersión de la tela para atender a la pastosa capa carmesí que aún recubría parte de él.

por Akira Kurusu Miér Mar 29, 2017 9:39 pm

No sé si se conocían de antes, que Sigrun Vinter, la sublíder de los Royal Knights, haya protegido a Seimei de, ni más ni menos, que una oficial de los Union Savers, da que pensar..- comenzó a pensar el muchacho mientras agarraba un mechón de su cabello esmeralda y lo apartaba hacia atrás, volviéndose a mirar a Yoko- De todas formas, no es asunto mío si son novios o no. Simplemente, voy a cumplir con mi palabra y hacer una tarta... Además que algo me decía que esos dos necesitaban intimidad... Sin contar que no conozco tu hotel, me tendrás que enseñar dónde se encuentran las cocinas- el chico sonrió bajando por las escaleras, esperando a que su acompañante la siguiera.

Entonces, ¿qué hemos sacado en claro de esta pequeña aventura en el día de tu cumpleaños?- preguntó el ser digital que batía sus orejas como si de alas de murciélago se tratasen, antes de que su compañero le agarrase de las mismas y lo acunase a la fuerza entre sus brazos.

Lo primero es que aún a día de hoy parece que no puedes revolotear según te venga en gana por lugares públicos...- suspiró con desgana el chico, propinándole un coscorrón al mamífero- Lo segundo es que, si nos unimos a los Union Savers, tenemos que hacer que el clan deje de parecer que somos un grupo de niños jugando a ser policías. Necesitamos seriedad, autocontrol... Y no provocar más desastres de los que solucionamos- esto último se refería al incidente que había ocurrido con el Digimon lupino que había atacado al contrabandista momentos antes y que casi le había costado la vida al mismo.

Parece una tarea complicada...- susurró el monstruo digital violáceo, acabando su frase con un suspiro.

Sabes tan bien como yo que en esta vida nada es fácil...- el chico se dio la vuelta al terminar de bajar las escaleras hacia la planta baja, esperando a que la atractiva pelirroja y su compañera bajasen detrás de ellos- ¿Y bien, princesa? ¿Me enseña los secretos de sus fogones?- rió ante la broma que acababa de hacer negando con la mano, a modo de disculpa- Vale, eso puede llegar a ser malinterpretable. No lo tomes a mal, que por ahí no iban los tiros- el chico intentó controlar su risa, percatándose de que su frase podía llegar a sonar mal, aunque no lo hiciese con esa intención... Depende de cómo reaccionase Yoko, podría saber si ella también se había percatado de ello.

por Yoko Littner Jue Mayo 04, 2017 12:07 pm

Entiendo... Bueno, no hacen mala pareja...- sonreí, observando el mechón de cabello verdoso que recorría su camino hasta situarse tras la oreja del chico. Era un joven atractivo, ahora que me percataba, seguramente tuviese un montón de chicas detrás de él... Y visto desde atrás había algo que me resultaba familiar... Muy familiar.

Estás inusualmente callada, vaca lechera... ¿Qué te ocurre?- preguntó mi pequeña compañera, que descansaba entre mis brazos. El chico y su compañero se habían adelantado a nosotras y continuaban hablando entre sí.

No es nada... Pero Maxwell me resulta extrañamente familiar. Incluso su nombre y apellidos me suenan... Pero no sé de qué le conozco...- suspiré mientras me rascaba la cabeza, tratando de pensar si lo había conocido con anterioridad.

Eso significa que has soñado con él antes de conoceros... ¡Es un encuentro predestinado!- me dijo, bromeando, ante lo cual no pude evitar sonrojarme momentáneamente y ordenarla que se callase. En cuanto descendimos las escaleras, el adolescente se volteó para hablarme.

¿Q...qué?- pregunté, avergonzada, al escucharle decir que si le "enseñaba los secretos de mis fogones". Inmediatamente, mi mente me jugó una mala pasada, comenzando a pensar en varias escenas obscenas, hasta que Max comenzó a reirse y a decir que no "iban por ahí los tiros". Ya sabía yo que se trataba de la cocina pero... Mis pensamientos me traicionaron de la forma más idiota posible- Oh, claro, por aquí por favor- les indiqué, avergonzada, el camino de hacia las cocinas.

En el camino, nos encontramos a muchas personas y, como era obvio, ningún otro Digimon. Algunas simplemente se hospedaban allí de costumbre, eran clientes habituales, como el señor Stevenson, un famoso escritor que se encontraba allí inspirándose y basándose en la cultura japonesa para su nueva novela. Por otro lado, varias personas que resultaron heridas o conmocionadas por el accidente acontecido momentos antes se habían alojado allí, invitados por mi madre como gesto de buena fé. Era una mujer fantástica, desde luego: "descanso para el viajero y asilo para el sintecho". Ese era el mensaje y la esencia de nuestro hotel. Además, también invertía dinero en programas de reinserción social y enseñanza para que estas personas que no tenían hogar pudiesen luchar por su futuro. Todo esto se lo contaba a nuestros invitados mientras llegábamos a las cocinas. Nada más llegar, pudimos observar a un chico pelirrojo, más o menos de nuestra edad, dando órdenes al resto de cocineros, mientras que él se centraba también en un plato. Su tono de cabello era más oscuro que el mío. Llevaba un uniforme de cocinero simple, con un delantal blanco.

Maxwell, él es Soma Yukihira, nuestro chef jefe. Soma, este es Maxwell Miyamoto, un amigo. Ha venido a cocinar uno de sus pasteles, puesto que es su cumpleaños, así que llevaros bien. ¡Y no le des de probar cosas raras que nos conocemos!- le amenacé, señalándole con el dedo, mientras él me sonreía traviesamente y le tendía la mano a Max

por Sigrun Vinter Jue Mayo 04, 2017 10:06 pm

La valquiria seguía retirando la sangre en silencio. Se sentía culpable por aquellas heridas que casi le cuestan la vida. Si hubiese sujetado mejor a Maya de la correa no se habría puesto en peligro y Seimei no habría tenido que arriesgarse en protegerla. No podía volver atrás y actuar de manera distinta, lo único que podía hacer era tratar sus heridas lo mejor que pudiese. Pero el chico le sujetó las manos impidiendo que siguiera con su tarea y sacándola de sus propios pensamientos. La miró a los ojos agradeciéndole de nuevo por su ayuda pero que no quería que ella le limpiara las heridas. Según él, era sus heridas, sus errores. Algo que debía hacer el. Sólo le dijo que se ocupase de alguien más digno, al tiempo que señalaba a Maya.

Él soltó sus manos y Sigrun miró a Maya, la husky se había tumbado en el suelo. Parecía tranquila y relajada. No parecía estar quejándose de su pata, algo que tranquilizó a su dueña ya que era muy expresiva, si tenía alguna molestia lo hacía saber fácilmente. La Royal Knight volvió la mirada al herido, ya se estaba ocupando de sus propias heridas, algo que no pensaba consentir. Sin mediar palabra, ahora era ella la que le sujetó las manos y le quitó la tela.

- ¿Piensas que voy a dejar que una persona que ha estado al borde de la muerte y que perdió mucha sangre, se limpie solo? – le dijo molesta. Miró la tela manchada de rojo y la limpió en el agua antes de seguir retirando la sangre de Seimei y hablándole, ya con un tono más calmado- Maya estuvo conmigo desde que era una cachorrita. Mientras volvía a casa, atravesé una zona boscosa y la encontré metida en el hueco de un tronco caído. Parecía estar temblando de frío, y era tan pequeñita que no podía dejarla ahí. - miró a Maya, que en cuanto vio que su dueña la miraba levantó la cabeza y movió la cola. La valquiria sonrió – Tan pequeñita que parecía un peluche, debía de tener un mes o mes y medio. Desde entonces somos inseparables, e incluso cuando estoy en el Mundo Digital siempre saco tiempo libre para volver a casa e ir a verla. Te preguntarás porque te estoy contando todo esto, pero solo quería que supieras el vínculo que hoy has evitado que se rompiera. No sé qué hubiera hecho si Maya…

Fue incapaz de completar la frase y detuvo la tela sobre el chico sin continuar, su mente parecía querer verla sufrir haciendo que se imaginara lo que hubiera pasado si Seimei no hubiera estado allí. La husky se percató del estado anímico de su dueña y se acercó, levantándose y apoyando las patas delanteras sobre el borde de la cama. Ladró y lamió su mejilla antes de volver a sentarse. Sigrun sonrió, aquello la tranquilizó y pudo seguir hablando, pero sin mirar a los ojos a Seimei, reanudando su tarea.

- Has evitado algo que me habría destrozado emocionalmente, no se te ocurra insinuar que no eres digno de que traten tus heridas- hizo una leve pausa como si pensara si continuar, pero al final habló- Porque hoy has demostrado ser el más digno de todos.

Ahora sí que le miró a los ojos, para sonreírle. Maya lo era todo para ella y gracias a él seguía viviendo. A Sigrun le parecía que ni mil gracias serían suficientes, que ni aunque le limpiara la sangre de mil heridas serviría para demostrar lo agradecida que estaba.

por Roku Ginshô Jue Jun 01, 2017 4:23 am

La chica, Sigrun, empezó a hablar. Le narraba la historia de Maya, la forma en que se encontraron, y el vínculo que entre ellas existía. Como primer pensamiento, Roku no entendía la forma en que le estaba confiando esta historia, pues, para él, era como pedir a gritos que, en caso de querer dañar a los RK's, de querer romper los ánimos de su dirigente, solo debían atacar a un indefenso can. En segundo lugar, se habían conocido ese mismo día, aunque él sí conservaba su recuerdo, habiendo hablado con ella, en otras ocasiones, con un disfraz. Mezquino y mentiroso, pensando ya en sacar provecho de la información confiada, solo se sentía más ruín que hace unos minutos.

Hasta que ella le dijo por qué confiaba en él. La sangre derramada, el implicarse en el caso cuando, más que nadie, simplemente podía haberse ido, desentenderse del asunto. Sus pensamientos podían ser muchos, pero lo que los demás veían, eran sus acciones. Podía equivocarse, como todos, y prueba de ello eran las heridas, pero no flaqueó, no dudó. Hizo lo que pensó que era correcto.

Y pese a estar inmerso en dudas, de odiarse por los engaños y las medias verdades, había gente que seguía confiando en él. Sigrun no era la primera en declararlo, y, al igual que en el resto de ocasiones, él no veía esa dignidad, ese valor que le daban. Aunque intentaba ignorarlo, era consciente de que su espada servía a los demás, no a sus intereses.Ya fuera a ese demonio, a Digital INC, o a los damnificados, él quería ayudar. ¿Y por qué?

¿De qué servía destinar su poder a sí mismo? Podría usarlo para dominar,para doblegar, conquistar, enriquecerse. ¿Y luego? Solo vacío, pues ese poder ni le pertenecía. Entonces, ¿por qué actuaba así? ¿Por qué sacrificarse? Nada impedía ignorar ese poder y vivir su vida, a excepción de los rehénes.¿Vivir siempren para los demás? ¿Era eso lo que quería? Tampoco, entonces... ¿Por qué?

-Hice lo que debía hacerse, no tiene más misterio.

Evolución. Dícese de la adaptación al medio que efectúa un organismo para sobrevivir. Pero en el ser humano esto se desarrolló junto a la mente. No solo avances mecánicos, también intelectuales: por qué y para qué hacemos las cosas. La filosofía buscaba desentrañar estas incógnitas, y empezó a profundizar cuando las guerras buscaban destruir, y en ocasiones, unificar, progresar. Todo tenía un por qué, y depende del narrador, el bien y el mal ocupaba una posición distinta.

Roku no buscaba ni culpables ni héroes. Actuaba según lo que él creía justo, habiendo dos focos: la vida, y el progreso. El caos de esta situación, que buscaba simplemente destruir un barrio por un conflicto personal, le hizo partícipe. No podía consentir ese comportamiento, pues no aportaba ningún progreso, ni beneficio. Ambos bandos salían perdiendo. No había evolución, nadie aprendía ni desarrollaba nada, solo quedarían heridas.

De haber sido un duelo justo, no habría intervenido. Pero, ¿para qué atacarse los unos a los otros, denunciando lo “correcto” y lo ”incorrecto”? No lo entendía. Y se lamentaba por el hecho de haber tenido que imponerse a la fuerza, en lugar de buscar comprender su situación, algún modo de ayudarles, a ambas partes. Pero ni siquiera fue su propia fuerza. Quería aprender. Sobre el spirit, el mundo digital, los digimons, los tamers... Incluso sobre él mismo.

El Musyamon estaba ante él, un fantasma más. Desenvainó su katana, y tras él, Gaiomon. Roku sabía que no podía dañar a Sigrun, pues ella no estaba vinculada a esa cosa que llamarían d-scanner. El dragón acorazado imitaba los movimientos del samurai, y la hoja descendió. No hubo herida, ni dolor. Un ligero contacto del acero con su hombro, y pudo verlo. Un guerrero, que vivió hasta el final siguiendo su propio código. Cada rival, un maestro, y los enemigos se unieron a su causa. El camino de la espada, naciendo y desarrollándose en otro mundo. El que llamaba Benkei creó su propio estilo, su propia filosofía, y le estaba confiando este a él. Le estaba confiando su espada. Su vida. Una vida que estaba viendo, que estaba sintiendo. Incluso pudo ver cómo acabó relegado en el spirit. La traición, el dolor, la cicatriz, el vacío. Y con Roku, un alumno, un despertar.

-¿Esto es lo que querías? -dijo, en voz alta- ¿Probabas si era digno?-percatándose de esto, decidió desviar la atención de la chica- Necesito algo de azúcar para dejar de alucinar. ¿Te parece bien si vamos a ver si estos ya hicieron la tarta?

Aunque, lo que de verdad quería, era quitarse el mal sabor de boca. Había visto los méritos del digimon, su causa. Y a su lado, sus acciones palidecían.

por Akira Kurusu Vie Jun 02, 2017 7:52 pm

Oh, encantado- mencionó el muchacho de cabello verdoso, mientras tendía su mano hacia el llamado Soma Yukihira, un muchacho con cabello de color rojizo, quien parecía ser el cocinero jefe y quien le estrechaba la mano en esos precisos instantes, para después quedarse mirando tanto a Xorem como a Kate, el Digimon de Yoko, como si le provocase curiosidad, ante lo que sonrió, divertido, ordenando al resto de los cocineros que salieran un momento de la cocina, la cual era de color blanca y enorme, suficiente para abastecer la demanda de alimentos que poseía el hotel.

Así que yo no soy el único ¿eh? Incluso Yoko...- Maxwell lo miró extrañado, ladeando su cabeza hasta que, por fin, lo comprendió. De su bolsillo extrajo un pequeño aparato, un dispositivo digital de color negro y rojo. Parecía uno del modelo D-Scanner.

Así que... ¿Otro Tamer más?- preguntó Xorem, suspirando, sin comprender por qué demonios había tantos Tamers cerca, sin que tan siquiera ellos supieran nada en absoluto... ¿Lo sabrían Jijimon y los contactos de éste? Muy probablemente. Ese viejo Digimon tenía mucha influencia, a pesar de sus apariencias y, por ende, muchos contactos y recursos. Cualquiera diría que era una vieja cabeza del crimen organizado con tantos medios como él disponía.

Menudo jaleo habéis montado ahí afuera... ¿Quién me iba a decir que habría un Digimon viviendo bajo el mismo techo que yo?- esta vez se dirigió hacia Yoko y Kate, la compañera de ésta última.

Bueno, ésto... Yo me llamo Xorem y soy el compañero de Maxwell... Un placer- interrumpió el Digimon revoloteando con sus alas, sintiéndose libre de volar dado que todos los allí presentes conocían a los Digimon y no había ninguna forma en la que, desde el exterior, pudiesen observarles, dado que no había ningún cristal en paredes o puertas por el que pudiesen verles.

A todo ésto... ¿Cuál es tu Spirit?- preguntó Maxwell, interesado mientras el cocinero les sonreía.

Por ahora, tan sólo tengo acceso a los Spirits Rookie y Human, Burguermon y Starmon se llaman, dos Digimon que aman cocinar tanto como yo... Supongo que estábamos predestinados- respondió el chico, mientras se dirigía al almacén a por los ingredientes- Me habéis dicho que queréis cocinar un pastel ¿no? Perfecto, manos a la obra, muchachos. Yoko tú también, ayúdanos. - ordenó el jovencísimo jefe de cocinas, mientras cogía los ingredientes que le iba diciendo Maxwell para preparar su tarta- Por cierto, Maxwell, feliz cumpleaños- felicitó el chico para después ver al cumpleañero agradecerlo con un movimiento de cabeza.

por Yoko Littner Sáb Jun 03, 2017 2:52 pm

Era extraño que Soma mandase al resto de cocineros fuera de la cocina, más aún teniendo en cuenta que aún tenían un montón de clientes esperando su comida. Debía de tener algún motivo... Por suerte, esas tan sólo eran las cocinas principales, el restaurante tenía otras cocinas, más pequeñas, pero igual de funcionales. Entonces, pudimos comprobar cuál era el motivo que movió a Soma a echar a todos los cocineros a su cargo. Desde su bolsillo extrajo un aparato que me comenzaba a sonar: un Digivice. Era completamente distinto al de Max, Ashely o incluso Sigrun, pero era un Digivice, sin ninguna duda.

No tardó mucho en comentar nuestra "aventura", ocurrida momentos atrás. Ante ello, coloqué mis manos en mi cintura, inclinándome hacia el chico de tonos de cabello más oscuros que el mío.

No he visto que nos hayas ayudado, querido Soma- mis dedos se inclinaron hacia su mejilla, estirando de las mismas, comenzando a molestarle, mientras él se quejaba

¡Au! ¡Auuuu! ¡Bestia, que eres una bestia!- me reprochó, acariciando su mejilla en cuanto se la solté- no he ayudado porque cuando me enteré, ya os habiais encargado de ello- fue la excusa que dio Soma mientras era interrumpido por Xorem, el Digimon de Maxwell.

Yo me llamo Kate y soy la compañera de la tetas de goma esta- comenzó a decir mi compañera, recibiendo una bofetada de mi parte y quejándose del dolor. Sabía que no me gustaba que se metiesen con mis pechos... Y aún así seguía haciéndolo...

Mientras me peleaba con mi compañera, Max y Soma charlaban sobre el spirit que poseía el joven cocinero antes de que éste fuese a por los ingredientes necesarios para realizar el pastel. Ambos comenzaron a realizarlo, invitándome a mi también a participar en ello, incluso a Xorem y a Kate.

OFF ROL: Sigrun y Roku cuando lleguéis, podéis mencionar que ya hemos acabado de realizar el pastel ^^

por Sigrun Vinter Dom Jun 04, 2017 1:45 am

Lo que debía hacerse. Esa fue la respuesta del chico a las palabras de la valquiria, pero ella lo tenía claro, no era algo a lo que restarle importancia. No todo el mundo habría salvado la vida de un perro en mitad de una batalla y algún día Sigrun trataría de devolverle el favor. Uno podría pensar que con haberse ocupado de sus heridas ya habría cumplido, pero ella no lo veía suficiente. Pero ya pensaría en algo, por ahora solo decidió centrarse en terminar de limpiarle la sangre.

El silenció volvió a inundar la habitación. El agua del cuenco se volvía cada vez más roja pero el cuerpo de Seimei ya estaba prácticamente limpio. Eso ánimo a Sigrun, ayudándola a recuperarse más de la presión a la que se había sometido solo unos minutos antes, pero a medida que retiraba la sangre se revelaban otras cicatrices que antes estaban ocultas. Una en especial captó su atención, tenía forma de cruz. Los dos cortes que la formaban estaban situados en el torso y el hombro. Estuvo a punto de preguntarle sobre aquella vieja herida pero un comentario la sacó de sus pensamientos. Seimei decía si aquello era lo que quería, si lo hizo para probar si era digno.

- ¿Lo que quería? Yo no te estaba probando, sé que eres alguien digno- le contestó.

Pero el chico enseguida añadió que necesitaba azúcar. Había perdido mucha sangre, y aún estaba sufriendo sus efectos. Max y Yoko se habían ido a cocinar la tarta ¿Cuánto más iba a tardar?

- Has perdido mucha sangre, no deberías moverte- luego lo pensó mejor- Aunque seguramente comerás antes si vamos que si nos quedamos- dejó el trapo en el cuenco de agua y se miró las manos, manchadas de sangre. Aunque había valido la pena- Espera que me limpie las manos y te ayudaré a levantarte- dijo al levantarse de la cama- No te muevas.

Se fue al baño y abrió el grifo dejando que el agua resbalara por sus manos y se llevara toda la sangre, todo mientras dejaba a su mente pensar en todo lo que había pasado. Cuando cerró el grifo, se secó con la toalla y una pequeña y solitaria lágrima cayó sobre sus manos, ahora secas. Había pasado por una gran tensión al intentar salvar la vida a Seimei, sin tener mucha idea sobre lo que debía hacer, y había estado muy cerca de fracasar. La valquiria creía que si él seguía vivo probablemente era porque Yggdrassil así lo había querido. Ella era demasiado humilde como para atribuirse el haber salvado una vida cuando estaba claro que no tenía nada de experiencia. Tras unos minutos de reflexión, se secó la lágrima solitaria y se miró al espejo, tenía los ojos bien pero decidió lavarse la cara para ayudarla a dejar de pensar. Necesitaba dejar de darle vueltas a todo lo que había pasado. Luego salió del baño.

- Bueno, te ayudaré a levantarte y a caminar- le dijo acercándose de nuevo a él- Es mejor que ahora no hagas esfuerzos.

La valquiria se situó a un lado de la cama y empezó a ayudar a Seimei a incorporarse. Sin embargo, por cosas del destino, un trozo de sabana que no se había llegado a usar se cayó al suelo. Sigrun no se percató de esto y lo pisó haciendo que resbalara y perdiera por completo el equilibrio, cayendo hacia adelante, encima del chico. Por si aquella situación fuera poco, con la caída, sus labios terminaron en la mejilla de Seimei.

Durante unos segundos no reaccionó, estaba asimilando lo que acababa de pasar mientras su rostro se iba sonrojando cada vez más, mucho más que antes mientras le limpiaba la sangre. Cuando por fin pudo reaccionar, alejó sus labios rápidamente y volvió a levantarse.

- ¡Lo siento! ¡Lo siento! El trapo estaba en el suelo… resbalé y… y… caí…

La valquiria era un completo manojo de nervios y tan roja estaba que cualquier otra persona ajena a lo que había pasado, habría dicho que tenía fiebre. En ese momento habría deseado irse corriendo de allí, hacerse invisible o meterse en el digivice como Ulforce. Pero recordó que debía de ayudarle a ir a la cocina, porque él no podría caminar bien.

- Yo… te ayudaré… a levantarte- dijo sin ser capaz de mirarle a los ojos. ¿Qué pensaría ahora de ella?

Ahora se aseguró de recoger el trapo, el causante de aquello, y dejarlo sobre la mesa antes de volver a ayudar a Seimei a levantarse y de ayudarle a caminar. Intentó verle la cara, pero apartó la mirada pronto, manteniendo su rostro sonrojado. Maya les acompañó, caminando junto a ellos mientras movía la cola sin parar.

por Roku Ginshô Jue Jun 29, 2017 8:13 am

La punta de los dedos estaban entumedicas, y las manos, trémulas a la par que rígidas, denotaban los problemas que conllevaba la pérdida de sangre: el frío. Debía intentar sobreponerse a este problema, pues si se detenía, solo iría a más. El movimiento ayudaba a circular la sangre y, con esta, llegaría el calor. Ese era el plan, y lo que no sucedió. Un inesperado beso, una cálida sorpresa, hizo que su corazón bombeara la sangre más rápido, lo cual ayudaba a la gelidez. Antes de poder reaccionar, un súbito recuerdo. La forma que había usado en la pelea de ese mismo día, Gaiomon, recibiendo la misma acción de una dama que no lograba reconocer. ¿Por qué el samurai compartía esa vivencia con él? ¿Qué quería transmitirle? Estaba claro que, lejos de ser un espíritu maligno, solo quería enseñarle su estilo de esgrima, viéndole como una suerte de aprendiz, puede que el primer Azazel que lo atendía.

-Eso ha sido... -increíble, Bakemono sin palabras- Fortuito, supongo. “Benki” solo quiere decir que disfrutes, que no está mal ser feliz por estas pequeñas cosas. No todo es entrenar, ¿no? -se giró, esperando apoyo de su mudo compañero fantasmal, que gesticulaba con las manos- Ehmmm... Creo que dice nosequé del karma, que por haber salvado a la gente, este es tu premio, o yo-que-sé. Yo veo más premio la tarta, la verdad.
-No es un premio...-decía, recuperando el habla, y atreviéndose a coger a Sigrun de los brazos- Ha sido un accidente, no pasa nada. Mejor caer sobre mí que contra el suelo -quiso apartarla, moviéndola, poco a poco, hacia la cama-. Tranquila, puedo yo solo -flexionando las piernas, combatía el entumecimiento y, cuando se sintió listo, caminó- ¿Ve?
-... Oye, que tu sensei dice que buen truco el cambio de ritmo -no pudiendo ignorar los mareos propios de la menor cantidad de oxígeno que le llegaba, Roku recurría a un truco de las artes marciales: apoyar todo el peso en una pierna y, cuando sentía debilidad, pasar a la otra, repartiendo de este modo la tensión-, que está sorprendido de tu base y que cada vez le interesan más las disciplinas marciales del mundo humano. Igual se pone a ver tus entrenamientos... Y puede que le acompañe, para una vez que tengo alguien para comentar... -aprovechando la vorágine sentimental y moral que afrontaba Roku, y su intento de dominar esta nueva forma de andar, añadió-. Ah, y no solo el beso, cuando controlé tu cuerpo durante tu inconsciencia, te dio un abrazo. Que igual le gustas, pienso yo.
-¡¿Qué?! -no tuvo respuesta, el fantasma se fue, dejando al chico con la duda: ella era una de las mayores entidades del clan más antiguo del mundo digital, y él solo una persona que ha estado en el lugar adecuado en el momento más fortuito. No podía dejar que ella le viera como... “Eso”, y por ello, decidió atajar- Srta. Vinter, le agradezco sus atenciones, pero de verdad. Usted no me debe nada. Y no se preocupe por lo de ahora, ha sido un accidente, y desde luego no voy a ir divulgándolo por ahí. No sería justo para usted, por lo que no se preocupe -seguía caminando como bien podía-. Y ahora, será mejor reunirnos con el grupo, y dejar que este día de locos vaya finalizando, ¿no?

por Akira Kurusu Jue Jun 29, 2017 2:58 pm

Muchas gracias- mencionó, agradeciendo con un leve movimiento de su cabeza ante la felicitación de aquél joven cocinero, entonces, antes de comenzar a preparar el pastel, el muchacho de cabellos verdosos observó al pelirrojo mientras frotaba su mentón, interesado en lo que pudiese contestarle- Oye Soma, igual te parece un poco extraño, pero... No conocerás a un tal Señor Fuji o a un Digimon llamado Jijimon ¿no?- preguntó, sin más, sin dar ningún tipo de rodeo, ante lo que el chico de cabello rojizo, se encogió de hombros para.

No, lo siento, no conozco de nada a ninguno de los dos, ¿por qué lo preguntas?- miró el muchacho mientras se dirigía hacia el horno, precalentándolo a 180 grados centígrados, que era la temperatura ideal para prepararlo.

Supuestamente, Jijimon o el señor Fuji, son la misma persona o, mejor dicho, el mismo Digimon, es una especie de sabio que vive en las calles de Shibuya- mencionó el muchacho de cabello verdoso mientras mezclaba los huevos, los cuales Xorem ya había roto y vertido su contenido en un bol, con una buena dosis de azúcar.

Oh, pues me encantaría conocerle- dijo el cocinero mientras Xorem iba vertiendo la harina poco a poco en el bol de su Tamer, quien mezclaba dicho mejunje con movimientos envolventes de la varilla manual. Al mismo tiempo, Soma engrasaba el molde y se lo dejaba a Maxwell al lado, para que éste vertiese la mezcla en él y, después de ello, meterlo en el horno- He de reconocer que tienes mano con la cocina- admitió el joven maestro de cocina, mientras sonreía al chico.

Gracias, pero sólamente se me da bien preparar pasteles, tartas y demás postres... Por lo demás, no soy un gran cocinero.- asumió el muchacho mientras sonreía y acariciaba su nuca, restándole importancia. Aún debían esperar 20 largos minutos a que la mezcla estuviese totalmente cocinada, por lo que el grupo se dispuso a hablar, mientras Yoko y Kate terminaban su parte.

Oye, pues, ¿por qué no abres una pastelería? La pastelería Miyamoto- mencionó el chico mientras sonreía y le explicaba su idea- Tanto si haces postres japoneses como del extranjero, estando en un barrio como Shibuya, ¿por qué no intentarlo? Seguramente el negocio te vaya bien- animó el muchacho ante lo que el chico de cabellos esmeralda comenzó a pensar. La verdad es que jamás había tenido claro su futuro en el Mundo Humano. ¿Qué pasaría si acababa con las rencillas surgidas entre el Mundo Digital y el Humano? ¿De qué viviría? O, si terminaba retirándose y casándose con Natsuki, formando una familia con ella... ¿Qué planes tendría para ellos? Porque no creía que una lucha contra el mal teniendo una familia a la que cuidar fuese un plan demasiado bueno... ¿Qué haría por ellos entonces? Claro que a sus hijos les contaría todo acerca de los Digimon, no quería mentirles, pero... Necesitaban estabilidad, un sueldo, familia, seguridad social, médicos... No existían todavía, pero sentía que no podía defraudarles.

Lo tendré en cuenta, es una buena idea...- asintió mientras sonreía y miraba a su compañero, que le miraba extrañado y aleteaba con sus orejas.

¿Tú? ¿Pensando en el futuro? ¡Pero si siempre vives el día a día!- a pesar de que no había escuchado los pensamientos de su Tamer, sabía qué era lo que pensaba tan sólo con un vistazo a su compañero. Llevaban muchos años siendo amigos y compañeros de aventuras y de batallas, después de todo.

Supongo que es eso que dicen, que he madurado... Aunque sea un poco- sonrió el muchacho mientras se encogía de hombros, perdiéndose en sus pensamientos.

20 minutos después, el sonido del horno le despertó, por lo que se dirigió hacia allí y, con la debida protección, sacó el postre. Ya solo quedaban los pasos finales. Mientras Soma iba colocando la mezcla realizada con nata y leche, Maxwell echaba diversas virutas de tres chocolates distintos. Para finalizar, unos adornos creados con nata y fresa se posaban sobre los bordes de la tarta. Ya estaba lista, ahora solo quedaba enfriarla, por lo que metieron el postre en una nevera.

Bien, pues esto ya está listo. Sentaros en el comedor y esperad allí a vuestros amigos. En breves os serviré la tarta. Normalmente habría que esperar varias horas a que la tarta se enfriase... Pero esta pequeña de aquí es de último modelo, por lo que tardará en enfriarse una media hora, más o menos.- mencionó Soma, mientras los allí presentes asentían y salían de la estancia, volviendo sobre sus pasos en busca de Sigrun y Seimei.

OFF: Dado que Yoko me ha pedido que terminemos el tema, he terminado yo la receta y me ha pedido que le saltemos el turno, dándonos así la oportunidad de finalizar con este extenso capítulo.

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