Une danse avec le passé est plus dangereux qu'il n'y paraît {Priv. Scott}

Una decisión. Debía tomar una decisión, pero no deseaba hacerlo. No quería elegir entre ninguno de los dos, no me sentía capaz de resolver esa incógnita en tal estado emocional. Sentía que mis párpados iban a explotar de tantas lágrimas que estaban conteniendo. La voz temblorosa de Scott me provocaba dolor, mucho dolor. Era más que obvio que estaba a punto de llorar, y odiaba eso. Odiaba que fuera mi culpa. Odiaba ser el detonante de todo. Odiaba que estuviera sufriendo. Yo debía hacerlo feliz, era mi deber... ¿O no? De nuevo mi corazón comenzó a correr. ¿A quién debía hacer feliz? El único sostén de cordura que me quedaba era la mano del chico jugando con mi cabello. Aquella era una suave sensación que no recibía desde hacía mucho tiempo.

Era momento en de el que podía identificar con facilidad la diferencia entre mis sentimientos por Scott y por Fuji. Mi relación con Scott siempre fue pura, sentimientos honestos y transparencia total por parte de los dos; entre Scott y yo había ternura y felicidad, después de cada pelea sin sentido venía la calma en un círculo vicioso. Por otro lado... Con Fuji habían sentimientos que en ningún momento eran 100% puros. Eran sentimientos fuertes, salpicados con lujuria que adornaba un romance de película; no conocíamos las peleas tontas. Ambos teníamos secretos para el otro, secretos que sazonaban la relación para darle un sabor único. Éramos adictos al otro, una droga que nos permitía respirar.

Respiré profundamente para calmarme, y accidentalmente terminé disfrutando del aroma que emanaba el cuello de Scott. No tenía intención alguna de apartarme de él, y me sentía culpable por ello.
-No quiero pensar. -Hablé por fin, con una voz nerviosa que sabía la magnitud de su pecado. -No quiero saber si soy Louise o Elluka, o si debo elegir... -Entre alguno de los dos, quería decir. Sin embargo, lo dejé al aire con la obviedad. -No ahora, sólo... Déjame estar así. -Mi rostro comenzaba a arder, y era mayor razón para no moverse de su lugar. Por el contrario, mi zurda subió hasta la cabeza ajena, y comencé a jugar con su cabellera tal cual él había jugado con la mía, con cariño puro. -Sólo quiero saberlo... Quiero saberlo todo. Quiero saber qué has hecho todo este tiempo, quiero saber a quienes has conocido, o qué te gusta ahora. Sé que has cambiado tanto como yo... Por favor.



Estaba intrigado por completo. Clockworker en cualquier otra situación, hubiera tomado una decisión objetiva en el lugar después de desahogar todos sus sentimientos y opiniones personales. Vi lo suficiente de eso como para estar seguro de que, o el chico le provocaba actuar con suma torpeza, o alguien más estaba hablando por ella. Lo que sí era propio de Elluka era actuar como un demonio. Podía figurarme a la chica destrozando el corazón de su actual novio viéndola en la situación en la que yo la estaba viendo. Y tal vez fue lo mismo para el chico al verla, ya que, por lo que había escuchado hasta ahora, parecía ser consciente de que Elluka no era una dama disponible. Es desalmada cuando se trata de buscar su propio bienestar.

Reí mudamente ante ello. Quizás esa era la razón por la que era la favorita de Su Majestad. Elluka Clockworker era más que un demonio común y corriente, era un ángel caído que provocaba guerras con su sonrisa. Una dama que con cada paso que daba, inspiraba a la lujuria y los deseos prohibidos. Una Elena de Troya que aún necesitaba controlar semejante poder. Crucé miradas con Calico, y por su postura podía asegurar que estábamos pensando lo mismo sobre esa problemática muchacha. Sin embargo, esta nueva forma de actuar, que mancha de torpeza a la encantadora, me daba más cosas por analizar.



-Luka come lo que sea. -Respondí con ciertos aires ofendidos. No me agradaba la manera en la que Renamon hablaba de Luka, como si se tratara de una molestia que no tenía otra opción más que soportar. Elluka podría parecer mimada y protegida, aún cuando no lo era, pero nunca sería malagradecida al comer. Pasamos días con hambre, comer cualquier cosa era una bendición en aquellos tiempos. Incluso estaba seguro que la buena figura de Luka era obra de la alteración de datos que provocaba frecuentemente el área oscura.

Sonreí por lo bajo, sí que le era difícil comer en un principio, aunque nunca me hizo algún lloriqueo por eso. Era seguro que mi niña había madurado bastante, había crecido tanto que se alejó demasiado de la niña indefensa que solía ser. Me sentía orgulloso de ella, pero también me sentía melancólico por eso. Ella no me necesitaba más, y aún así permanecía a su lado como zángano. Todo bajo el pretexto de que soy el único que la puede rescatar de su mar de emociones.

-¿Por qué habría de quejarme? Todo lo contrario, agradezco que no nos maten. -Solté a secas, sin intención alguna de abrir mis quejas a alguien que acababa de insinuar que mataría por ello si se trataba de su comida. Mucho menos de alguien tan cercana al enemigo. -Alguna vez fueron familia de Luka, no hay necesidad de darles comentarios negativos. Puedo apostarte lo que sea a que Luka te quiere, así que es otra razón por la cual no es correcto quejarme. -Llevar la confería era algo que se me daba muy bien. No quería ofenderla, la verdad es que me aterraba un poco aún en su forma de rookie. -¿Lo supiste, no? Luka ya los recuerda. -Escupí esas palabras finalmente, con amargura que no deseaba ocultar. -En cuanto deje de coquetear, y regrese con su preciada Lunamon, vendrá a abrazarte y decirte que te ha echado de menos. -Chasqueé la lengua y me crucé de brazos. Ya estaba haciendo obvio mi malestar accidentalmente. Me descuidaba mucho cuando se trataba de Luka, y hablaba como si aún pudiera evolucionar a mi voluntad.

Me había resignado a morir de nuevo en cuanto Renamon me tomó en sus manos. Una tercera o cuarta vez no hacían la diferencia, y quizás eso abriera los ojos de Luka… No podía ser tan malo. Por ello era que mis ojos seguían desafiándola en ese momento, sin embargo, la oscura digimon me abrazó… Y yo no supe cómo debía reaccionar. Estaba estupefacto, miré a todos lados, tratando de ignorar mi corazón a punto de explotar debido a la repentina decisión de Renamon. Esperaba un golpe, una patada, o un cuchillo en mi cabeza, no un abrazo.
-¡O-oye! -Exclamé con rudeza, pero guardé silencio al escuchar el siguiente diálogo de su boca.

Me dejó caer al suelo, pero no me quejé. Ya lo comprendía un poco. Ella hablaba como si Luka fuera alguien de quién cuidarse, alguien que no era de confianza. En su lugar, yo también tendría miedo de ella… No, se podía decir que yo estaba en el espejo perfecto de la situación. Yo no confiaba en ellos.
-De verdad te importa tu chico. -Bufé mientras me ponía en pie y la seguía. Luka no era más que ese ser maligno que rompió el corazón de su amigo, y provocaba dolor a todos en su casa, por lo menos así percibía las cosas desde el punto de vista de la del pelaje negro. Por mi parte, Scott no era más que ese muchacho que nunca vino por la princesa. Mi princesa. Mi princesa, aquella niña sin pecado que lloraba por él al no verle llegar para rescatarla de su maldición; el ángel de alas rotas.

Miré el comedor con atención, y era enorme. Podía predecir que por lo menos había diez personas en la casa para la cena. Seguía el paso de la digimon, y trataba de buscar un lado bueno a sus palabras… Pero no encontraba nada más que errores.
-Mi vida con ella ha cambiado ya, incluso antes de llegar aquí. -La corregí finalmente. -¿Crees que el azul y su peón estuvieron en la fotografía todo el tiempo? … ¿Cuál era el nombre de ese? ¿Julio? Él tampoco era parte de la familia. -Fingí poco interés en el italiano que no dejaba en paz a Luka. Según recordaba, Scott también lo conocía, por aquello que el chico de la cicatriz mencionó la vez que lo conocí. -Los Union Saver… Queen Chessmon… Ninguno de ellos estaba en aquellos tiempos. -La amargura de nuevo regresó a mi lengua, y seguí hablando a pesar de ello. -Sé que es imposible evitar el cambio, pero Luka merece un poco de paz. ¿No es obvio que en cuanto Lunamon llegue, esperará ver a Louise? Su Louise. La vida de Lune también está involucrada en esto. -Detuve mis pasos, y alcé un poco la voz para llamar su atención. -El que estemos aquí sólo provocará más daño para todos, no sólo para Elluka. Provocará más daño a Scott. Se nota que eres hábil y cautelosa, apostaría mi data a que sabes que Luka está saliendo con un Holy Knight. Tu chico quiere a Luka, lo sé por cómo la mira. -Fruncí el ceño, y me crucé de brazos, cual si estuviera negociando con Renamon. -Ese hombre es susceptible, si se entera de que ella está aquí, con todos sus recuerdos, con todos sus sentimientos, arderá todo. No debemos estar aquí, ¿entiendes? -Lancé la indirecta a Renamon, esperando ser comprendido. -No puedo permitir que esto avance, por el bien de todos. Por la paz de todos. -Finalicé tras revelar mi verdadero objetivo. -¿Me ayudarás? -De los que había conocido hasta ahora, la más inteligente parecía ser ella. Mi postura indicaba que, aún si su respuesta era negativa, yo daría mi todo para evitar que Elluka quedara metida en medio de una guerra.



Estaba indeciso sobre si era momento de intervenir, o sobre si debía seguir escuchando. A tal paso, parecía que atraparía a Clockworker en una situación comprometedora, y eso no me daría puntos con su peligroso y siniestro amiguito. Sin embargo, se veía como una conversación del nunca acabar.
-Entonces… Eres uno de ellos, después de todo. -Escuché a Elluka hablar con un tono bastante fúnebre. De no ser por mi concentración, me atrevería a decir que era algo inaudible.  -Entonces, ¿A quién eres leal? -Por fin escuchaba algo propio de Clockworker. Una pregunta directa, filosa como un puñal. Me asomé de nuevo disimuladamente para poder apreciar el escenario completo. Clockworker ya no se encontraba acomodada en el hombro del chico, ahora lo miraba con un ceño preocupado. Lo alarmante aquí era la corta distancia entre los rostros del par. Hubiera pagado lo que fuese para ver la reacción de Chesaré con esto, lo más probable es que hubiera explotado y cargado contra el pobre diablo.

-¿Eres leal a Cadejo? ¿O a Plutomon? -La voz de Elluka era tan suave que hasta yo me estaba derritiendo por sólo escucharla. Mi corazón se aceleró casi al instante y un escalofrío recorrió mi espina dorsal, no había duda de por qué la llamaban Sirena. Si así me sentía yo, el que buscaba evitar a todo costo algo con esa mujer, no podía imaginar el sufrimiento que estaba pasando el chico que guardaba tantos sentimientos por ella. Con sus labios casi encajándose en los ajenos, y esos ojos de cordero a medio morir, admiraría la fuerza de voluntad de aquel hombre que se resistiera a tal situación. -Entonces… Ambos somos nobles ahora… -Elluka finalmente retrocedió, y sentí mi pecho liberado de la presión que era ver tanta tensión de muchos tipos en un solo segundo. -Y de bandos opuestos… -Se escuchaba deprimida, podía figurarme a una pequeña a quién le acababan de revelar la cruda realidad sobre la Navidad. -Es… Mi culpa. -Su voz temblaba, y su cara había enrojecido una vez más, probablemente del esfuerzo que hacía al no dejar salir las cataratas que se acumulaban en esas joyas celestes. -Lo lamento, lo lamento mucho. -Tragué saliva cuando la vi llevar ambas manos al corazón y desviar su mirada cual si hubiera cometido el peor de los pecados por accidente. Ahora se le veía indefensa, lista para ser tomada en cualquier momento... Por lo menos yo lo hubiera hecho. -Y-Yo nunca… Nunca hubiera querido… Nunca hubiera querido que pasaras por eso. Scott, yo… Yo te… -Tan frágil que al más mínimo error se rompería, así la veía al borde de las lágrimas. No podía más con la tortura; volví a esconderme por completo tras la pared, ya que, si no lo hacía, no me haría responsable de mis acciones.

Estaba atónita, sin palabra alguna que naciera de mis labios. ¿Qué era lo correcto a responder? ¿Qué era lo sensato? No podía negar que me sentía feliz de escucharle decir todo aquello, sentía como si me hubieran recargado de energía. Me hubiera gustado pensar que yo era un ángel, que era merecedora de mi espíritu de nobleza. Sin embargo, no podía ver un rastro de ello en mí. No era más que un diablo egocéntrico, que pecaba al desear tener a ambos nobles para ella. Una princesa caprichosa, que no tenía la fuerza suficiente para romper un corazón.

Quería sonreírle y agradecerle por esperar todo el tiempo, pero ¿no sería eso como decirle que estaba regresando a sus brazos? No sabía qué era lo que quería hacer, y cada vez aplazaba más la decisión.
-Yo… -Titubeé de nuevo, insegura de cómo proseguir. No quería destrozarlo, a ninguno de los dos. A los dos los ¿amaba? ¿verdad? ¿Cómo era posible amar a dos personas al mismo tiempo? No me mostraba incómoda de estar con Scott en una posición así, abrazados, juntos, pero era consciente que mis muecas delataban todos mis pensamientos.
-Clockworker. -Escuché la interrupción desde fuera, de una voz bastante conocida. Shunsuke se dejó ver finalmente, y se veía bastante irritado. Cuando se sentía así, Mochizuki llevaba su mano al entrecejo, y fruncía el ceño como si estuviese teniendo el más terrible ataque de jaqueca, tal como lo estaba haciendo ahora.
-Shun, ¿qué haces? -Calico intervino desde detrás de su tamer, demostrando todo su nerviosismo al ser pillado.
-Si no deseas estar aquí, nos vamos ya, ¿te parece? -Shunsuke se cruzó de brazos, y me miró con ojos severos. Sólo podía compararlos con los de mi padre, después de haberle dicho que reprobé álgebra. -Recogemos a Orejas, y pedimos otro transporte a Su Majestad.
-¿De qué hablas? ¡Yo soy la que da las órdenes! -Protesté de inmediato. -Eres mi guardaespaldas, no mi niñera, Mochizuki. -Gruñí con severidad. Me sentí atacada, y humillada. No había sido la mejor manera de responderle después de tanta amabilidad de su parte, pero no iba a dejar que tomara el papel del Alfa.
-¿Entonces no quieres irte? -Y al final, salió su verdadero propósito. Estaba jugando conmigo de nuevo, como si fuese un naipe más en su juego de barajas.
-Yo no dije eso, insolente. Muestra un poco más de respeto. -Lo contradije, poniéndome en pie. Hice una expresión de desagrado al sentirme adolorida, mi tobillo aún no estaba del todo bien. Terminé por ponerme el zapato de nuevo, y mantener el equilibro con esto. Me dispuse a romper el silencio, pero ahora fue el compañero de mi guardaespaldas el que interrumpió.
-¿Eso quiere decir que nos quedaremos, Alteza? -La pregunta del peón no parecía tener intenciones de seguir el juego de su tamer, pero bien que la acompañaba. Tartamudeé demasiado, mucho más que lo suficiente como para que Shunsuke pudiera atacarme de nuevo.
-¿Lo ves? Aún no eres capaz de dar órdenes. -El veterano parecía burlarse de mí al darme la espalda. Su digimon se dio cuenta de ello también, y parecía alarmado por ello, pero en ningún momento se vio motivado a pelear con su compañero. -Ni siquiera sabes lo que quieres hacer. -Dijo, y giró la cabeza un poco para poder hacer contacto visual conmigo. -Primero sé honesta contigo misma, abraza tus emociones, toma decisiones y luego puedes ordenar a los valiosos peones como yo. Podrás ser la elegida, Clockworker, pero te falta madurar… -Shunsuke comenzó a caminar, y se detuvo al segundo paso que dio. -No, no te falta madurar. Te falta decidir quién eres. Cuando lo hagas, avísame, que Ciudad Central aún nos espera… -Se veía completamente severo, pero inmediatamente me sonrió. -A menos que quieras quedarte a cenar, a lo cual no me opongo. Con permiso, Su Alteza Imperial. -Y sin más, el guardián se alejó de mi rango de visión.




¿Odiar? No, por supuesto que no. Mis sentimientos hacia ese muchacho iban mucho más allá de lo que un digimon normal podría soportar o comprender. Tenía muchas cosas que decir aún, y no pude soltar nada al verla reaccionar así. Parecía que había detonado algo dentro de ella, o tal vez activé recuerdos que no eran muy agradables. Comencé a preguntarme si de verdad tenía a alguien con quien hablar sobre todos esos recuerdos que aparentemente la habían atormentado durante siglos.

Elluka era para mí, lo que Scott era para ella. La persona que me demostró que puedo sentir algo, que puedo sentirme bien o mal conmigo mismo. No tenía idea de cuánto habría sufrido BR, pero estaba seguro que era algo muy diferente por lo que yo pasé. No podía ser cruel o indiferente con un ser con el que me sentía tan identificado, y aun así no dejaba de sentirme como un ser único. Miré a la pared que hacía unos segundos la Renamon había atravesado sin problema alguno. Tanto poder, y seguía sin poder sentirme realmente intimidado por ella. Por dentro, estaba tan destrozada como yo.

Seguí el paso de la digimon, ignorante de lo que sea que pudiese ocurrir. Si mis cálculos estaban correctos, yo era tan intocable como una vasija vieja en dicho momento. Frágil, sin valor, pero importante. No me sentía aterrado por ser herido. No. Simplemente quería saber más de aquél sufrimiento que se escondía en un corazón tan viejo.
-No se trata de tener o no una vida pobre. -Comencé a hablar con un tono más calmado, pero elevado, tras apoyarme contra la puerta. -Ni de aceptar o rechazar cosas en mi vida. Se trata de proteger lo más sagrado que pude encontrar. -Una risa incrédula denotaba que era raro verme siendo honesto con un desconocido. Me dejé resbalar por la puerta, y me senté en el suelo, arrastrando mis orejas. -Un corazón puro, pero roto. Una cabeza que no merecía olvidar, pero lo hizo. Un ángel con alas rotas. Un alma que cada que vive más, más se mancha. -Proseguí y miré a la puerta, preguntándome si me estaba escuchando. -¿Te sientes bien? ¿Necesitas quejarte de algo? Porque aquí me tienes para soltar todas las quejas que quieras… A diferencia de otros, yo solo mato por quejas sobre mi tamaño. -Mi sarcasmo al citar las palabras de la Renamon tenía cierto tinte de verdad oculta. Era un agradecimiento culpable el que estaba ofreciendo, y si algo me enseñó Luka, fue a expresar esos sentimientos a través de mi voz.

Aceptaré lo que diga…  Después de todo, siempre fui así… Yo siempre acepto la felicidad y comodidad de otros por encima de la mía… Eso dijo. Eso resonó en mi cabeza como eco en un campanario. Esas palabras me volvían a dejar sentimientos encontrados. ¿Cómo era que él siempre hacía justo lo que me haría titubear? Llevé la mano a mi pecho instintivamente, tratando de tomar un poco de cordura entre ese mar de ideas que me volvía a atormentar. Me tensé ante sus palabras.

Piano. Necesitaba un piano. Necesitaba tocar algo que nacía de mis dedos y no podía controlar. Comencé a tamborilear en mi cuello con la mano que me calmaba en el pecho, y la otra en mi pierna. La melodía que estaba naciendo se pintaba en mi mente como partituras, y resonaba en mis oídos como aria. Un corazón roto, pero que siempre estaba completo, era lo que mis dedos bailaban en mi cuerpo. Un amor incondicional ¿o uno seductor? Una segunda idea surgió mientras me encaminaba en silencio hacia el comedor. Una que parecía más relajada, y menos sufrida a la primera. Poco a poco estaba creando la historia que tanto me aterraba antes de recuperar aquello perdido en un aria que deseaba salir lo más pronto posible a la luz.

Reí para mis adentros al darme cuenta que volvía a pensar egoístamente. Siempre era yo, y yo, y después de eso seguía yo. Por mi bien, es mi vida, es mi decisión. No podía hacer nada al respecto, después de todo, siempre fui criada para ver mis intereses como individuo. Desde un principio estaba sola, así que no terminaba de importar el pensar en mi bienestar a todo costo. Después de pensar en aquello, removí un mechón muy grueso de cabello del frente con un ademán rápido, que lo dejó flotando para acomodarse por su cuenta en mi espalda, con el resto de mi cabellera.

Lune era la que había cambiado mi ideal de vida con su inocencia, y su pureza. Ella deseaba el bien para todos por igual, inclusive el de una niña mimada como yo lo era. Y no era que Aleron o Löwemon no me hubiesen enseñado eso cuando no podía recordar nada, todo lo contrario; ellos me habían enseñado a amar a mi familia, y proteger aquello que es preciado por encima de cualquier costo. Sin embargo, nuestra unión no fue desinteresada al principio. Aleron deseaba recuperar en mi al tamer que había perdido, y no éramos más que la carnada que Löwemon necesitaba para ver a aquel Beelzemon, yo sólo deseaba ser protegida. Lunamon era un caso completamente opuesto.

-Clockworker. -Shunsuke me llamó, haciéndome alzar la pensativa mirada. Se le veía más relajado que después de un masaje, probablemente había sacado todo lo que tenía que sacar hacía unos minutos. Pude notar su sonrisa traviesa, que contenía carcajadas. -Chesaré pregunta si ya estamos en Ciudad Central. -Comentó finalmente, señalando el comunicador expandible en su brazo. -¿Le respondo yo, o le respondes tú?
-Julio. -Exclamé ligeramente sorprendida. No había pensado de manera concreta en él desde antes de llegar al lugar. Miré de reojo a Scott, un tanto apenada. -Julio ahora es mi… Eh… -Dudaba de cómo decirlo. Sabía de alguna manera que no le agradaría la idea de que Julio estaría pegado a mi prácticamente de por vida, pero también sabía que no iba a demostrar su lado “afectuoso” delante de los demás.
-¿Tu otro insolente guardia?
-¡Callaos! Cuando necesite un diccionario, te avisaré. -Silencié al de los ojos azules con una protesta amplia al alargar mi brazo hacia la derecha, con mano extendida, y este soltó una risa al posar su amplia mano en mi cabeza.
-El tipo tiene muy buen colmillo, y no tiene límites cuando se trata de protegerla. Es muy talentoso. -Shunsuke habló a Scott como si estuviera presentando a su hermanito a un agente, con unos ojos brillantes. Sabía que se llevaba bien con Julio, pero no creía que su relación fuese tan cercana. -Pero sigue siendo muy débil, y sus emociones lo controlan mucho. No es apto para cuidarla aún. Sin mencionar que debe hacer algo con esa actitud tan pedante y envidiosa. -Siguió hablando ahora con un tono bastante burlón, como si fuese un tropezón digno de recordar por años.

La razón por la que Julio no pudo venir con nosotros era simple: la reina no lo dejó. Si bien, fuimos tres los elegidos para proteger el mismo y valioso espíritu de la corona, todos tuvimos entrenamientos diferentes. Julio y Shunsuke entrenaban como soldados, mientras yo estudiaba estrategia militar y sobre el régimen del imperio.

Cada cierto tiempo, nos probaban en conjunto con diferentes misiones. Derrotar pequeños grupos, recuperar una bandera, incluso tuvimos que organizar un buen espectáculo para la nobleza. La reina, desgraciadamente, vio que Julio debía trabajar aún muchas cosas para poder cuidar el espíritu que se nos encomendaba, y no le permitió regresar a Ciudad Central con nosotros hasta que demostrase que estaba al nivel de Mochizuki.

-Yo le avisaré. -Tajé al chico con un movimiento de cabeza, quitando su mano de encima y proseguí con mi camino hacia el comedor. Me detuve casi al instante, al haberme dado cuenta que casi dejaba a Scott con un tipo que estaba fascinado con su prácticamente némesis, y podría seguir analizando cada detalle del italiano por todo el día. Lo miré un instante y sonreí con torpeza. Me quedé quieta, esperando a que se aproximaran lo suficiente para avanzar. En aquello, de mi brazalete dejé salir la pantalla del comunicador por la extensión de mi brazo. Envié un mensaje a Julio, respondiendo que habíamos parado a cenar antes de regresar. No era mi intención mentir, pero no le ayudaría nada el saber dónde estábamos.

Elluka era divertida. Las expresiones que hacía al enfadarse eran únicas, dignas de un retrato a ilustrar. Pero, lo importante era que me dejó obtener la información que quería de su muy cercano amiguito, Scott. Con todo lo anterior, pude saber que Scott no era tan celoso como Julio, o quizás tenía la compostura suficiente como para dejarme tocar a Clockworker. Además, él reveló por su cuenta que Julio no era de su agrado (que puedo comprender, si es que ambos se sienten igual por la chica, es normal que Julio se hubiese pasado de la raya), y con esto pude saber que el italiano y la francesa se conocían desde mucho antes del incidente que tuvo la última.

Julio me agradaba bastante, me recordaba mucho a Souta en varios aspectos, pero defenderlo quizás provocaría que la ahora neutra imagen que Scott tenía de mí, se manchase. No era algo conveniente ahora. Elluka lo sabía, y por eso no había dicho nada sobre lo anterior. No estaba nada mal. Estaba progresando bastante en leer las situaciones, por lo que podía observar.

Seguí al par hasta un enorme comedor. Podía comparar el tamaño del lugar con el del comedor de Palacio. Silbé inconscientemente, denotando mi impresión sobre el tema en mi cabeza.
-Parece que muchas personas viven aquí. -Hice mi observación al aire, y clavé mis ojos en el Terriermon sentado, que parecía estar más pensativo que de costumbre.
-Como no tienes idea. -Elluka rio con sus labios cerrados, y se giró nuevamente a hablar con Scott de una manera bastante energética. -¿Labra vendrá a cenar? Hay muchas cosas que quiero contarles a todos. -¿Quién era Labra? Me imaginé que hablaban de un Labramon, pero no podía confirmar nada. Solía pensar que Elluka estaba bastante protegida, con la seguridad de los Union Saver, y con un enamorado con título de Holy Knight, sin mencionar a Julio y Aleron… Acercársele sería una misión de valientes. Sin embargo, con ver el tamaño de la mesa, y a los que había conocido hasta ahora, era obvio que la más protegida era la Elluka del pasado.






No quería responderle a BR desde un principio. Sentía que, a final de cuentas, no deseaba hablar sobre ello, y presionarla sólo acabaría con ella. Por ello, no protesté cuando me tomó en brazos y me depositó en una silla como si fuese un niñato. No… Me sentía culpable en cierta manera, y fuera de lugar. No iba a cambiar de opinión respecto a Scott, y todo lo que involucraba, pero no lo iba a decir en voz alta.

-Aleron. -Elluka me llamó, y fue como su hubiese escuchado la melodía más bella de la historia.
-¡Luka! -Me puse en pie y corrí hacia ella, así como ella avanzaba hacia mi ¿cojeando? Estaba cojeando. Luka se había lastimado, y pude confirmarlo al ver su tobillo vendado. Por eso había tardado tanto. -¿Qué ocurrió? -Mi voz era grave, y mi primera acción, sin pensarlo, fue asesinar con la mirada a los dos tipos que estaban con ella. Poco después me reformulé las cosas, y era imposible que le hubieran hecho algo. Cambié mi mirada, y la regresé a la chica que ahora me estaba tomando en brazos.
-Una torpeza mía. -Me contestó. Yo solo pude abrazarla con mi diminuto cuerpo, agradecido porque estaba completa.
-¿Otra? -Habló el de los cabellos azules. Al contrario de lo esperado (que sería gritarle al chico), Elluka sólo le respondio con un sereno “Silencio”, y acarició mi cabeza, consolando mi tembloroso ser.

Estaba al borde de las lágrimas, me llenaba de tranquilidad ver que no estaba tambaleante, y que parecía en calma consigo misma. Nunca le había visto tan tranquila, tan pacífica. Podía escuchar su corazón latir en un ritmo regular, no estaba en carrera, ni tampoco muriendo. Elluka estaba bien, estaba mejor que nunca.
-Gracias, gracias… -Era todo lo que podía decir con una voz baja, mientras apretaba mi cuerpo contra el de la mujer para nunca dejarla ir.
-Regresé, estoy bien. -Su voz reía con alegría, con ternura. Incluso su respiración mantenía el ritmo del corazón que escuchaba.
-Por supuesto que estás bien, niña estúpida. -Le llamé con una voz agitada, pero las lágrimas no caerían de mis ojos por más perceptibles que fuesen. -No sabes cuán preocupado estaba, más vale que haya valido la pena. -Elluka miró sonriente a ambos chicos, y posteriormente se dedicó a hablar.
-¿Debería ir a buscar a Nova y a Lune? -Entonces, efectivamente, la habían recuperado. Aún tenía sentimientos encontrados respecto a ello, pero no los diría por el momento. Sólo deseaba seguir cerca de Elluka.

Guardé silencio al principio, aún después de escuchar la pregunta de Scott. No estaba seguro de qué responder. Elegir entre ser honesto sobre un asunto que no era de mi incumbencia, o si lo más correcto era el proteger el destrozado corazón de Renamon al seguir sus instrucciones. Simplemente me dispuse a servir comida con mucha dificultad en mi plato, para que después Shunsuke también me ayudase con ello desde el lugar donde aún se encontraba en pie. Él se notaba aún tenso, aunque no podía asegurar que fuese porque BR hubiera creado una atmósfera incómoda. Creo que incluso él y su compañero eran los más obtusos con respecto a la situación del momento.

Mochizuki volvió a su asiento inmediatamente, justo antes de que la nombrada Renamon regresara a la escena. En mi plato había un guisado humeante, de aroma muy apetitoso. Mis papilas gustativas lloraban por dar un solo bocado, debido a que no estaba acostumbrado a olores tan exquisitos. Elluka era una prodigio en su arte, y era bastante bien dotada en cuanto a estrategia y defensa, sin mencionar que era bastante mona también… Sin embargo, la cocina nunca fue su fuerte. Ya estaba hecho a la idea de que, si Luka decidía que no saldríamos a comer alguno de sus exóticos gustos, sería como retomar viejos recuerdos del Dark Area, con todo lo que conllevaba. Aunque, bueno, tampoco soy un ser de quejarse demasiado en esos aspectos.

La tensión parecía crecer en el lugar cuando la oscura rechazó la invitación del mismísimo Scott. No sabía si él estaba convencido de lo que Renamon excusaba, más aún cuando yo no le había respondido lo anterior. Tampoco estaba seguro si era de mucha ayuda responder, pero decidí dar un tiro de prueba, ignorante de la posición de la digimon en dicho momento.
-No me dijo mucho en todo el camino. -Contesté al chico con una voz vaga, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de BR. Si era tan cercano al tipo como yo lo era con Luka, a final de cuentas se lo comentaría y no tendría por qué exhibir una situación así frente a los demás. -No ocurrió nada de importancia, me preguntó si Elluka sería quisquillosa con la comida, ¿no es así? -Mi voz tenía su misma cantaleta irritable y cascarrabias de siempre, pero estaba calmado y concentrado en comenzar mi comida. Sonreí por lo bajo al notar la mueca de Elluka al haber sido puesta en evidencia como una niña mimada, especial para comer.

Al primer bocado, efectivamente, mis papilas gustativas se derritieron. Nunca había probado un guisado hecho en casa, o quizás tenía años de no comer uno. Se podía sentir el tiempo que la Renamon pasaba en la cocina, y mi expresión me delataba.
-Está delicioso. -Sentencié sonriente, y Elluka se llevó una mano a la mejilla, ladeando su cabeza ligeramente con una expresión llena de entusiasmo.
-¿Verdad que sí? Es algo inigualable. -Confirmó conmigo. Elluka era malísima para cocinar, pero era una amante de la buena comida.



¿Una voz? Yo escuchaba una voz. Me era muy familiar… pero no sabía dónde la había escuchado antes. ¿Quién era? ¿Por qué sonaba tan triste? Quería decirle a esa voz que todo estaba bien, pero no podía pronunciar una sola palabra. No podía abrir mis ojos, o mover mis labios, como si una fuerza me mantuviese prisionera. Todo era oscuridad y silencio. Todo era paz.

¿Cuál… era mi nombre? Sabía muchas cosas, sin embargo, algunas otras no terminaban de clarecerse. Estaba tan adormilada que no podía estar segura de nada… Lo único que quería era salir, y decir que todo estaría bien, así que me moví un poco. Traté de hacerlo con toda mi voluntad… Pero poco fue el resultado.

¿Cuál era la alternativa? Había un poder especial, ese que nacía cuando quería proteger a esa niña. ¿Cómo se llamaba? ¡Evolucionar! Si digievolucionaba, podría hablar para salvarle. Entonces, usé todas mis fuerzas para poder evolucionar… Y sentía como la energía luminosa se desbordaba por el lugar aún y cuando no podía abrir los ojos todavía.

Lune, mi nombre era Lune. Estaba esperando a salir del DigiTama para poder ver a todos de nuevo. Ya lo recordaba.

Soy una persona de muchos modales, me gusta considerar verdad aquello. Los modales en la mesa con esos que repercuten más en la personalidad de un individuo, así que mi familia era muy cuidadosa de que sus hijas de verdad parecieran princesas en la mesa a cualquier hora. El tomar mi tenedor con la gracia que un pintor sostiene su pincel era algo normal en mi, algo que siempre procuraba debido a mi torpeza. Muchas veces requería de concentración en la comida, y por ello me hice tan buena para degustar. Esta no era la excepción... Sin embargo, el que Nova llegase con tal anuncio me hizo removerme de mi lugar, soltar el tenedor, y casi moría ahogada con la pasta en mi boca.

Hice un esfuerzo colosal por no parecer una bárbara mientras trataba de tragar lo que tenía en la boca, para después ponerme de pie y abalanzarme sobre la mesa en la dirección de Nova, ignorante del dolor en mis piernas tras la súbita levantada.

Con mis manos clavadas en la superficie de la mesa procurando que no me fuese a lanzar tras el huevo, hablé como si no hubiese nadie más que Lune y yo.
-¡Lune! ¡Linda mía! -Mi respiración se tornó acelerada, y comencé a temblar de los nervios. ¿Cómo se vería recién nacida? Estaba segura de que estaría llorando a mares, de no haber sido porque había agotado todas mis lagrimas antes. -Soy yo, Louise ¿Me recuerdas? -Empecé a hablar con un tono más bajo, que trataba de brindar confianza al digimon que buscaba nacer. -¡Tu puedes hacerlo! -Le animaba como si tuviese la certeza de que ayudaría en algo. No podía quedarme sin hacer nada, aún y cuando era sola tarea de Lune el salir del huevo que la aprisionaba.





Escuchar a Luka llamarse a sí misma Louise rompió algo dentro de mi. La calma que tenía antes se había convertido en una melancolía extrema, irremediable. No podía llorar, porque estaba feliz de cierta manera por el hecho de que si Lunamon renacía, la misión que teníamos desde hace años finalmente habría sido cumplida. Finalmente habríamos logrado encontrarla, y todo habría terminado. Tal vez Luka podría tener una merecida paz con ello. Quería estar feliz por ellas. Lo merecían más que nadie en el mundo.

El amor que yo sentía por esa niña estúpida era algo que iba más allá de la comprensión de cualquiera. Yo la crié prácticamente, la cuidé como el más valioso de los tesoros. Ahora la estaba perdiendo, y no podía hacer nada para evitarlo. Sólo podía ver cómo lanzaba ánimos al huevo de mi probable reemplazo.

Las palabras de BR resonaron en mi cabeza. "Si realmente te quejas por lo que intenta acoplarse a tu vida… bueno… que vida tan pobre quieres tener." fue lo que dijo. Chasqueé la lengua al recordarlo y me puse en pie encima de la mesa, para ponerme frente al huevo.
-¡Ya sal de ahí! -Le grité al huevo con mi rasposa voz. No tenía intenciones de ser grosero, quería animarla también. Lunamon no tenía la culpa de nada de lo que había pasado. Si los papeles entre los dos estuviesen invertidos, a mí me hubiera gustado que me animasen también. -Luchaste contra Beelzemon, ¡un cascarón no es nada! -Le gruñí con mis palabras al huevo, la intensidad y agresividad de mi voz no eran suficientes como para denotar malas intenciones. -Te están esperando... -Finalicé, y clavé mi mirada en el blanquísimo huevo digital.

El brillo del huevo se intensificó de un momento para otro, iluminando todo el lugar sin demasiados problemas con una luz cegadora. Cuando pude abrir los ojos, en las manos del siniestro Agumon estaba un YukimiBotamon dormido.
-Gracias por trabajar tan duro. -Felicité al bebé. Probablemente había caído de fatiga ante tal esfuerzo. Si mis suposiciones eran correctas, era un huevo prácticamente nuevo. Lune debía tener una fuerza de voluntad temible.