Jardín de Estatuas [Misión de Max 'Kenku' y Demyx]-Grupal-

El pequeño ser de color anaranjado explicó que, realmente, lo que le daba miedo no era la fusión en sí, pues había realizado el apunte de que, tras pasado un tiempo, una fusión normal se disolvería con el paso del tiempo. Sin embargo, según la interpretación que hacía de las escriturss y algunas hipótesis que el Digimon novato de fuego había realizado, llegó a la conclusión de que la fusión resultante entre Coronamon y el Digimon misterioso, que sospechaban que era un Agumon, tendría el poder del Volcán Maximus, un poder infinito (o casi) y que los obligaría a estar juntos siempre.

Es un buen punto de vista, desde luego. No puedo decir que no es una posibilidad que puede ocurrir... Y que entiendo tus dudas- suspiró el muchacho mientras seguía examinando aquella esfera que poseía Coronamon en sus manos, para después observar las otras que habían traido entre Xorem y Coronamon. El muchacho se percató de algo, mientras se frotaba su barbilla con su dedo índice, mientras que ésta descansaba sobre el pulgar. Lo que había descubierto era que la única esfera que se había iluminado era la que sujetaba Coronamon en su mano-Creo que tú eres la clave para que se activen estas esferas. Quiero decir, mira esa esfera y mira las otras. Sólamente la que tienes en tu mano está brillando y emitiendo calor- el chico sonrió con levedad, levantando únicamente una parte de sus labios.

¿Qué quieres decir, Max?- preguntó el mamífero volador violáceo mientras intercalaba su mirada entre las esferas apagadas y la encendida y, desde ahí, miraba después a su Tamer y luego a Coronamon.

Puede ser que se deba a que, dado que Coronamon es el guardián de esas ruinas, pueda activar estas esferas de algún modo...- mientras divagaba, Blimpmon hizo una llamada a sus viajeros. Anunció que se tenían que bajar, por la cuerda que había desplegado, pues él ya había acabado con el trabajo- Bien, descenderemos en silencio y nos esconderemos en una de esas columnas, lejos de la vista de Harpymon hasta que sepamos qué hacen estas esferas...- anunció el Tamer, recogiendo las esferas para guardarlas en los bolsillos de su pantalón, incluida la que tenía Coronamon y que, al tacto, se encontraba a una temperatura superior, imientras se colocaba en posición para comenzar a descender por la cuerda, poco a poco, sin hacer el más mínimo ruido mientras que, por otra parte, Xorem se dirigía a agarrar de nuevo a Coronamon para descender junto a él. Mientras Xorem desplazaba al león junior, él ya se encontraba escondido tras un muro, observando a Harpymon, quien se peleaba con la peluca afro multicolor y las cadenas que él había convocado anteriormente.

¿Y ahora qué, Max?- preguntó mientras que el chico sacaba la última bola que había escondido, la que tenía Coronamon previamente.

Intenta calentarla, Coronamon. Utiliza tus poderes ígneos o solares o lo que sean y veamos qué ocurre...- indicó Max mientras le devolvía la esfera al Digimon investigador y él comprobaba las cartas de las que disponía, por si Harpymon se lograba liberar de sus ataduras.

Demyx, Ryu y Agus llegaron a la planta inferior sin muchas más dificultades que tener a una Harpymon cabreada, dispuesta a matarlos en cuanto se liberase tanto de la carta Afro, perteneciente a Demyx y la carta Chains of Hell, muy posiblemente perteneciente al hermano mayor del rubio, Maxwell. Ya en el piso inferior, pudo observar cómo Agus no aguantaba más, ya se había quedado sin fuerzas y no podía luchar más. Ambos, Tamer y Digimon, Demyx y Ryu, se sentaron junto a Agus, mientras que Demyx volvía a aplicarle las hierbas medicinales que le habían sobrado en las heridas del dinosaurio anaranjado.

Demyx: Agus, ni se te ocurra moverte de aquí, estás muy débil, ¿de acuerdo?

Ryu: Debes sobrevivir para que puedas seguir protegiendo a tu aldea.

Demyx: Por eso, volveremos a ir a por Harpymon.

Ryu: Pero esta vez necesitamos a Max...

Demyx: No, no podemos depender siempre de mi hermano. Además, aún nos quedan algunas cartas... Podremos hacer algo con ellas.

Ryu: Sí, pero yo sigo siendo un Rookie y estoy comenzando a cansarme... Ella está en el nivel Armadura, ¿crees que aunque nos queden las cartas de SkullBaluchimon o estas Metal Knuckle a las que aún puedo sacarle jugo podremos hacer algo?

Demyx: ¡Confía más en mi y en nuestras posibilidades, hombre!

Ryu: No, si yo confío... Pero también soy realista.

Demyx: Sabes que si volvemos, le diré a Mamá que nos prepare ración extra de cena ¿no?

Ryu: ¡Vayamos a por esa media mujer!

Tras esto, ambos agarraron a Agus y, como buenamente pudieron, lo escondieron detrás de un montón de escombros para que los enemigos no pudiesen detectarle. También aprovecharon parte del heno que servía como camas para los Kokatorimons y Akatorimons para que acomodarle decentemente y que pudiese descansar, reponer sus fuerzas y sanar sus heridas, todo lo que permitieran las hierbas medicinales. Entonces volvieron a escalar por el agujero, salvo que Ryu, en esta ocasión, se dirigió hacia otra salida, excavando con sus Metal Knuckle una nueva salida. Una vez creado un agujero, asomaron brevemente la cabeza y pudieron ver a Xorem, Max y un Digimon que no conocían. También tenían varias esferas, una de ellas estaba brillando e irradiaba calor.

Ryu: Anda, si estáis aquí...

Demyx: Menuda suerte ¿no?

Antes de que pudiesen hacer nada, un ruido apareció detrás del grupo conformado por Maxwell, Xorem y Coronamon. Demyx y Ryu aparecieron de debajo del suelo. Se fijó en que el saurio anaranjado tenía un par de garras metálicas que le servían para excavar recovecos por los que ocultarse, como el que había realizado hace escasos segundos. Sin embargo, pudieron observar a la perfección que su enemiga, el Digimon Armadura Harpymon, se había librado tanto de las cadenas como de la peluca que, suponía, Demyx había colocado a modo de adorno en su cabeza. Al menos no conocía a nadie más de los que allí se encontraban que utilizase esa carta, aparte de él y de su hermano. Este adorno, en lo que más se parecía, era al típico objeto equipable maldito en los juegos RPG, Role-playing game, que aplicaba un debuff, una desventaja en quien lo portase... Aunque, en este caso, la realidad era que este objeto no tenía ninguna "habilidad secreta" ni activaba ningún evento especial, más allá de ridiculizar al máximo a su enemigo, quien en este caso se trataba de Harpymon.

Volviendo al tema, al grupo no le dio tiempo siquiera de saludar a los recién llegados, puesto que el enemigo volador llegó con rapidez donde ellos se encontraban. Había seguido el rastro de Ryu y de Demyx nada más verlos salir del agujero. Sin embargo, aunque los localizó, al primero que atacó fue a Blimpmon, el Digimon que había traído a Max, Xorem y Coronamon hasta esa ubicación momentos antes. El Digimon volador acabó hecho polvo entre explosiones y trozos de metralla que cubrían su cuerpo volando en todas direcciones.

¡Eres una maldita asesina!- gritó Max, apretando con fuerza su mandíbula, visiblemente furioso, mientras el ave mitológica se relamía ante su "victoria".

Tenemos que acabar con ella de una vez por todas...- sentenció Xorem mientras contemplaba desde un plano contrapicado a su enemiga. Entonces, ambos se dirigieron hacia Coronamon. La esfera no hizo nada por sí sola, más que irradiar el calor que transmitía el Digimon.

Si una sola esfera transmite el calor que le pasa Coronamon... ¿Qué tal si Coronamon utiliza algún ataque suyo que se base en fuego o calor contra todas las esferas? Quizás el efecto se multiplique...- se preguntó el muchacho mientras sacaba sus cartas y pasaba una de ellas por la ranura que hacía las veces de lectora de cartas y que se encontraba en un lateral del extraño dispositivo- ¡Carta leída! ¡Afro! ¡Dos veces siempre son mejores que una! ¡¿Verdad, Harpymon?!- sonrió con malicia el muchacho nada más terminar de pasar su carta y realizar una de las características principales de su Digivice. Una peluca afro multicolor volvió a resplandecer encima de la cabeza de Harpymon, volviendo una vez más sus ataques y acciones, torpes. Pero ahí no acababa el plan de Max- ¡Coronamon! ¡Utiliza uno de tus ataques ígneos contra una de las esferas! ¡Lánzasela a Harpymon y, cuando esté lo suficientemente cerca, utiliza tus ataques!- mientras transmitía las órdenes al Digimon felino que se encontraba a su lado, otra de las cartas fue extraída con los dedos del muchacho de cabellos verdosos que resplandecía bajo la luz del sol- ¡Carta leída! ¡Gift of a Poisonous Flower!- una extraña flor apareció delante de Harpymon. Se trataba de una carta extraña a decir verdad. En menos de dos segundos, la extraña flor violácea expulsó una nube de gas venenoso que inundó los pulmones de Harpymon, envenenándola lenta y progresivamente. Mientras tanto, otra carta se deslizó por los dedos de Maxwell- ¡Carta leída! ¡The King's Sword!- un par de espadas gemelas aparecieron en las patitas de Tsukaimon. Éste, decidido, apuntó con ambas espadas gemelas hacia el enemigo y realizó varias descargas eléctricas, puesto que estas espadas eran capaces de generar electricidad durante varios minutos. Mientras tanto, a Max le quedaban unas cuantas cartas en su recámara, por lo que esperaba conseguir derrotar a Harpymon cuanto antes...

Desgraciadamente, aunque Demyx y Ryu habían llegado al lugar donde se encontraban Maxwell y Xorem, acompañados de un Digimon de aspecto felino, Harpymon les había encontrado. Probablemente se debiese a que Ryu había hecho demasiado ruido al excavar un nuevo túnel. Además, se había deshecho de las cadenas y de la peluca multicolor que Demyx había incrustado en el cráneo del Digimon ave momentos antes.

Demyx: Maldita sea...

Ryu: Nos tenía que tocar el pajarraco que tiene luces...

Ambos, tanto el entrenador como su compañero Digimon se encontraban visiblemente molestos al ver a Harpymon regodearse. Sin embargo, ésta atacó a Blimpmon, el Digimon transporte en el que parecía que el otro grupo acababa de llegar. El Digimon, pese a sus intentos de huir de su ex jefa, fue atacado con brutalidad, siendo masacrado, resultando finalmente en una pequeña explosión que diseminó trozos del globo dirigible viviente por todos lados. Si el Digimon tuviese sangre, hubiese resultado una escena bastante gore, como cuando un malo revienta la cabeza de uno de los protagonistas con su bate macabramente decorado...

Demyx: Hija de su mala madre...

Al comentario de Demyx, se le unió los de Max y Xorem, quienes también parecían afectados y, por lo tanto, actuaron en respuesta a ello. El chico de pelo verde, hermano mayor de Demyx, comenzó a sacar cartas y a pasarlas por su Digivice. Una peluca afro, de nuevo, aparecería en la cabeza de Harpymon, una enorme flor envenenaría al Digimon pájaro y unas espadas en las manos del Tsukaimon electrocutarían a Harpymon... Demyx y Ryu, por otra parte, se habían quedado apenas sin cartas. Tan sólo les quedaba una, SkullBaluchimon, además de, por supuesto, la que Ryu poseía en esos momentos: Metal Knuckle. Sin embargo, no podría usarlas para derrotar a Harpymon... La diferencia de niveles era notable.

Demyx: Sólamente podemos hacer una cosa. Lánzale bolas de fuego. Distraela para que no pueda esquivar los ataques de Max. Pero no la lances muy alto... Podrías quemar la peluca.

Ryu: Roger Roger. ¡Llama Bebé!

El mensaje de Demyx fue casi un susurro, para que Harpymon no pudiese oírles. En respuesta, múltiples bolas de fuego eran lanzadas por la enorme boca del dinosaurio en miniatura de color anaranjado mientras Xorem, por otra parte, lanzaba relámpagos dirigidos hacia su enemiga.

Demyx: Creo que podremos derrotarla si no le damos ni tan siquiera un segundo para que pueda respirar... Además, creo que el veneno de la carta de Max impedirá que lance más ondas sónicas, al menos si quiere evitar que el veneno avance mas rapidamente hacia sus pulmones...Y acabe por matarla.

Maldita sea, aunque le tire un montón de cartas, Xorem no le hace el menor rasguño...- se quejó Maxwell mientras se mordía la uña de su dedo gordo, pensando en numerosos planes que podrían llevar a cabo. El que su fiel compañero utilizase el poder que le concedían numerosas cartas parecía no ser suficiente para acabar con Harpymon, pero... ¿Qué podían hacer? Se le acababan las opciones.

Oye, ¡que algo si le hacemos! ¡Mira!- ofendido y desde una distancia prudente, el Digimon volador, utilizando las espadas que brillaban en sus pequeñas manos, dirigió una nueva descarga hacia su enemiga alada. Sí, puede que los relámpagos impactasen en Harpymon, pero lo único que conseguían era electrocutarla levemente, no mucho más. Aunque el estado anímico de Harpymon era el de un Digimon muy deteriorado: era electrocutada, con una peluca afro realmente rídicula, y una sensación de vómito parecía invadir el cuerpo de la mujer pájaro. Pero ese era el máximo daño que podrían hacerle.

No funciona, tiene que haber otro método...- el chico de cabellos herbáceos negó con su cabeza, después de que su compañero volviese a lanzar un nuevo relámpago hacia su rival, ante lo cual el mamífero volador bicolor le miró con una risilla pícara.

Siempre podemos agarrar a Coronamon, lanzárselo a Ryu y que se fusionen, aunque sea de manera obligada- se rió el Digimon mientras miraba con malicia al Digimon felino de color anaranjado.

No le hagas caso, Coronamon. No habla en serio- ante las palabras del Tamer, el Digimon le sacó la lengua al Digimon con ornamentación solar, mientras seguía lanzando descargas eléctricas hacia Harpymon para que no les atacase de manera sorpresiva. Mientras tanto, Coronamon negó con su cabeza mientras señalaba las esferas y mencionaba que el plan anterior de Max no serviría. Si eran tesoros de Zhuqiaomon, difícilmente se activarían de una manera tan sencilla, por lo que propuso reactivar todas las esferas, ante lo que el muchacho asintió- Bien, Coronamon, hazlo. Confío en tí. Solamente tú puedes salvarnos. ¡Da lo mejor de tu parte!- le sonrió al Digimon de nivel Rookie mientras le sacaba el dedo pulgar, apuntando con él hacia arriba, señalando que confiaba plenamente en el integrante más reciente del grupo.

Espera... ¿Y si Ryu ayuda a Coronamon a calentar las esferas? Piénsalo...- le susurró el Digimon al grupo formado por su Tamer y Coronamon, mientras éste recibía todas las esferas- Quizás hemos interpretado mal la profecía, quizá Coronamon y Agumon no tienen que fusionarse... Sino activar juntos las esferas... Por probar no perdemos nada...- mientras contaba sus pensamientos, el Tsukaimon seguía manteniendo los haces de electricidad hacia Harpymon, mientras que Max preparaba una nueva carta, por si su enemiga se libraba de sus ataduras.

Podemos intentarlo. Demyx, Ryu, ¡venid aquí!- ordenó el hermano mayor de los Miyamoto a su hermano pequeño y al compañero de éste. En cuanto fuesen hacia el lugar, les contaría lo que había pensado Xorem... Pero no quería que Harpymon se enterase de la profecía bajo ninguna circunstancia.

Demyx: ¡Vamos, Ryu! ¡Sigue insistiendo!

Ryu: ¡Llama Bebé!

La sucesión de golpes encadenados de parte de los compañeros de los hermanos Miyamoto impactaban en el cuerpo alado de la mujer ave Harpymon. Sin embargo, ésta, a pesar de haber recibido tantos golpes, resistía sin grandes daños, a pesar de sentirse completamente ridiculizada y enferma gracias a las cartas utilizadas por Maxwell.

Demyx: Pero... ¿¡Qué vamos a hacer para dañar a esta pajarraca?!

Ryu: No sé... ¿Max?

El saurio anaranjado, así como su compañero y amigo humano, miraron al muchacho de cabellos verdes, quien, a su vez, atendía al plan que proponía Coronamon, el Digimon que había acompañado a dicho joven y a su Digimon hasta la zona de batalla hacía escasos minutos. A pesar de su cara asustadiza y novicia en el tema de confrontar a un enemigo real. Hablaban de diversos temas, entre ellos y por parte de Xorem, lanzar a Coronamon hacia Ryu y que ambos se fusionasen.

Demyx: Una fusión arreglaría las cosas, desde luego...

Ryu: No diré que no... ¿Pero eso ya es seguro?

Ambos bromeaban, obviamente, pero la cara de preocupación de Coronamon era casi evidente. Estaba claro que no tenía absolutamente nada de preparación en ese aspecto, pero allí estaba, intentando ayudar. Max, entonces, animó al Digimon a realizar su plan mientras que él y Xorem distraían al felino anaranjado. El plan consistía en, básicamente, prender todas las esferas que habían traído consigo y que, en esos momentos, se encontraban en el suelo, alrededor de Coronamon. Éstas esferas se encendían cuando Coronamon las tocaba, pero, de pronto, a Xorem se le ocurrió lo que parecía ser una idea. Max asintió y ordenó tanto a Demyx como a Ryu que se acercasen. Ambos amigos, después de que Ryu le volviese a lanzar varios proyectiles igneos a Harpymon para que ésta no les interrumpiese, se acercaron al peliverde, mientras que Ryu sudaba, comenzando a sentirse cansado. Maxwell les comentó que Ryu podía ayudar a Coronamon a calentar dichas esferas, por lo que, dado que habían interpretado mal lo que parecía ser una profecía: el Agumon y el Coronamon no debían fusionarse, sino calentar las esferas.

Ryu: Pero, ¿por qué?

Demyx: No sé, algo tendrán estas esferas si Max las ha traído hasta aquí... Yo digo que lo intentemos ¿no? Tal y como estamos por ahora, poco más podemos hacer, Ryu...

Ryu: Bueno, puedo intentarlo

Ryu asintió y se acercó hacia Coronamon, intentando imitar las acciones que hacia el pequeño león bípedo, mientras que Max y Xorem contenían como buenamente podían a su enemiga atrapada y avergonzada.

Ryu: Bien, ¿qué tengo que hacer?

El pequeño león anaranjado parecía haber aceptado su destino: fusionarse con Ryu, el Agumon del menor de los Miyamoto era la mejor opción. Sin embargo, aún no parecía estar convencido del todo, por lo que las bromas por parte de sus compañeros no le hicieron mucha gracia. Aunque también admitió que podían haberse ido sin mayor esfuerzo, mientras la Harpymon se encontraba inmovilizada y avisar a las autoridades, ante lo que el chico de cabellos verdosos negó, enumerando las respuestas que tenía hacia esa sugerencia.

En primer lugar, Harpymon puede volar y ya has visto que, si no la distraemos, no le va a costar mucho deshacerse de sus ataduras, es un Digimon bastante más fuerte que nosotros... Tal vez si no hubiesemos malgastado las Digievoluciones... Pero bueno, lo hecho está hecho- elevó su dedo índice enumerando la primera razón, mientras Xorem seguía utilizando sus espadas cargadas de electricidad para retener a su enemiga-  En segundo lugar, ya has visto lo que ha hecho con el Blimpmon, abajo, en el "garaje" o como quieran llamarlo, donde se encuentran más Blimpmon, hay un montón de supervivientes que necesitan ser rescatados... Y a Harpymon no le costaría nada acabar con ellos de un plumazo, nunca mejor dicho- enumeró en segundo lugar, mientras que levantaba el dedo corazón de la misma mano- Y en tercer lugar, esto ya ha alcanzado lo personal. Agus, uno de nuestros amigos, ha sido herido de gravedad. Tyrannomon, un Digimon que se encontraba luchando contra uno de los sirvientes de Harpymon ha corrido la misma suerte. Por no mencionar a los cientos de estatuas en los que se ha convertido el Digimon... ¡Necesitamos derrotar a Harpymon para liberar a esta zona del peligro! Y si avisamos a los líderes de la zona, tardaremos mucho, por lo que ella escapará sin ninguna duda- enumeró el tercer motivo por el que aún no se habían ido allí, mientras que Xorem seguía atacándola con sus espadas electrificadas.

Sin embargo, algo asqueroso ocurrió. Aprovechando las descargas eléctricas que le enviaba el Tsukaimon armado, Harpymon pudo aprovechar las descargas para contraer su molleja, pudiendo así vomitar parte de sus jugos gástricos, así como lo que parecían ser pedazos de rocas y piedras, reduciendo los efectos de la carta que le otorgaba una enfermedad a Harpymon, la cual había sido utilizada previamente por Maxwell. Por otro lado, utilizó las bolas de fuego de Ryu para pulverizar la peluca que tanto le molestaba, ante lo que, por lo pronto, se encontraba libre de cualquier atadura. Sin embargo, parecía que necesitaba recobrar aliento.

Eso es asqueroso...- comentó el pequeño mamífero al ver que Harpymon había vomitado parte de sus jugos gástricos, mostrando una mueca de repulsión absoluta.

¡Más os vale que os déis prisa! ¡Intentaremos ganaros todo el tiempo que necesitéis!- mencionó el muchacho, agarrando la carta por una de sus esquinas con sus dedos índice y corazón- ¡Carta leída! ¡The Magician's Charms!- en la carta aparecieron varios papeles con inscripciones en un idioma extraño, pero ellos ya sabían qué hacían esos misteriosos papelitos. El momento en el que Coronamon puso su mano sobre las esferas, instando a Ryu a que hiciera lo mismo, fue el momento en el que Xorem lanzó esos papeles hacia Harpymon. Eran papeles explosivos que, al entrar en contacto con el objetivo del Digimon que los lanzó, pueden autodestruirse, simulando una explosión a pequeña escala, como si de una granada se tratase y levantando una cortina de humo lo suficientemente densa, como para que Harpymon no pudiese ver lo que Coronamon y Ryu hiciesen.

A la Harpymon, la muy malnacida, no le costó mucho aprovechar los ataques de sus enemigos para librarse de todos sus handicaps. En primer lugar, gracias a la electricidad generada por las espadas del rey de Tsukaimon, ésta pudo librarse, momentáneamente aunque fuese, del efecto tóxico de la carta "Gift of a Poisounous Flower" utilizada por el hermano mayor de los Miyamoto. ¿Cuál fue la táctica utilizada para liberarse? Simple y llanamente, vomitar todo lo que pudo.

Demyx: ¡Puaj! Eso es repugnante... A muchos niveles de asquerosidad, odio e irrespetuosidad... ¡¿Cómo te atreves?!

Ryu: ¡Esto ya es algo personal, maldita psicópata! ¡Vale que sea una pelea a muerte! ¡Vale que hayas petrificado a un montón de Digimon!

Demyx: Más bien han sido sus lacayos...

Ryu: Bueno sí, esos pollos que no pueden volar. ¡Vale que nos hayas hecho pelear contra cacas mutantes! ¡Vale que hayas herido gravemente a Agus! Pero... ¡¿Insultar a la comida de esa forma?! ¿¡Vomitándola?! ¡Eso no te lo pienso perdonar en la vida! ¡Date por muerta!

Realmente Ryu se encontraba furioso como nunca había visto Demyx. Incluso más furioso después de que Devimon lo asesinara y recobrase sus recuerdos, cuando volvió a renacer como un Agumon nuevo.

Por otra parte, la segunda vez que Harpymon utilizó los ataques de sus rivales para mejorar su estado fue cuando aprovechó las bolas de fuego de Ryu para destruir la peluca Afro que Maxwell acababa de colocar a la mujer ave Digimon.

Ryu: ¡Encima te atreves a utilizar mis ataques para quitarte esa peluca Afro! ¡Con lo bien que te quedaba, maldita sea! ¡No tienes ni idea de moda!

Nada más escuchar la petición del Coronamon, Ryu colocó la mano encima de las esferas de color rojo reluciente. Mientras una energía se reunía en torno a los dos Digimon, Maxwell utilizó una de las últimas cartas que le quedaban con la que lanzó varios papeles explosivos contra Harpymon, con intención de levantar una cortina de humo para impedir que su enemiga pudiese ver algo.

La fuerza que rodeaba las esferas comenzó a unir al Digimon mamífero de color anaranjado y al dinosaurio de color amarillo. Ambos cuerpos se unieron completamente. ¿Esa era una fusión? Una luz de color anaranjado rodeó a ambos cuerpos en proceso de polimerización, revelando poco a poco una figura humanoide. La luz desapareció por completo, revelando al guerrero que tanto habían buscado. Se trataba de una especie de humano alto. Una armadura de color anaranjada cubría todo su cuerpo y su gran melena dorada caía hasta su espalda. En sus muñecas y tobillos poseía unas placas con agujeros de las que se desprendía fuego.

???: No soy Coronamon. Tampoco soy Agumon. ¡Somos Agunimon!

Demyx: Un poco peliculero ¿no crees?

Agunimon: Totalmente... Pero, ¿a que mola?

Con una sonrisa, mostrando sus colmillos, el Digimon humanoide miró a su Tamer, quien asintió con una sonrisa de oreja a oreja. Volviéndose hacia su enemigo, las placas de metal con agujeros comenzaron a despedir fuego en lo que parecía ser una combustión espontánea. Sin embargo, uno de sus brazos se giró, como si poseyera shurikens en el mismo.

Agunimon: ¡Dardos de Fuego!

Una gran tormenta de pequeños proyectiles de fuego se dirigieron hacia Harpymon. Sin embargo esto solamente servía como distracción, puesto que, mientras, probablemente, se encontrase ocupada esquivándolos, Agunimon saltaría varios metros para así pillarla desprevenida. Entonces, sus brazos volvieron a arder, esta vez por completo, generando una tormenta de llamas en cada una de sus extremidades superiores.

Agunimon: ¡Ataque de Salamandra Ardiente!

Varias bolas de fuego, mucho más poderosas que los Dardos de Fuego de antes, fueron lanzadas hacia la posición actual del Digimon ave, esperando y deseando poder acertar sus golpes de una buena vez, intentando dañarla todo lo posible.

Tanto Maxwell como Xorem sabían a la perfección que aquellos papeles explosivos no podrían dañar a Harpymon. Ya lo habían comprobado con las cartas anteriormente utilizadas. Sin embargo, ese no era su plan. Su plan consistía en generar una capa de humo lo suficientemente espesa como para que su enemiga no pudiese ver nada de lo que Coronamom y Ryu estaban planeando hacer.

Ambos tocaron las esferas y, el poder que residía en el interior de los orbes de colores cálidos hicieron que los cuerpos de ambos Digimon se volvieran uno solo. En su lugar, un Digimom de aspecto humanoide apareció. Portaba una armadura de color anaranjado de cuyos orificios un humo blanco salía, así como chispas, como si de un mechero se tratase. El muchacho de color verdoso no perdió tiempo y sacó su Digivice, analizando la información sobre ese Digimon.

Agunimon, Digimon Demonio Humanoide de Atributo Vacuna y nivel Champion. Es el resultado de la ADN Digievolución de Agumon y Coronamon. Se trata de un Digimon capaz de manipular el fuego a su libre albedrío. Es una encarnación del Firewall que protege el Mundo Digital, siendo considerado en distintas culturas como una deidad protectora. Algunos de sus ataques son el Ataque de Salamandra Ardiente, el Golpe de Salamandra o los Dardos de Fuego- mencionó el Digivce, mientras una imagen tridimensional, como si de un holograma se tratase, de aquel valeroso guerrero era mostrado, antes de desaparecer.

Deidad ¿eh?- el rostro de Maxwell se torció en lo que parecía ser una sonrisa de lado, mientras observaba al Digimon hablar con Demyx y la Harpymon se olvidaba completamente de él y de Xorem, pues comenzaba a verse en un aprieto nada más comenzaba a esquivar los ataques de Agunimon- Os lo encargo a vosotros, se me ha ocurrido una idea...- con unas señas, hizo venir a Xorem a su lado y, antes de que pudiese darse cuenta Harpymon, ambos se internaron en el agujero por el que habían ascendido Demyx y Ryu previamente.

Ya en el piso inferior, agarraron a un inconsciente Agus y, apresuradamente, se dirigieron hacia donde se encontraban todos los Digimon que habían logrado sobrevivir y que ellos habían encontrado: el Hangar de los Blimpmon.

¿Qué pretendes, Maxwell?- preguntó su compañero Digimon, lleno de curiosidad, mientras seguía a su Tamer, quien cargaba en brazos el inconsciente cuerpo amarillo de Agus.

Si funciona, lo sabrás...- sonrió el muchacho, pasando al lado de donde se encontraban los restos de los Numemon y Sukamon que habían derrotado previamente, sin detener su carrera- ¿Te acuerdas de Tyrannomon? ¿El que casi se convierte en piedra? Fue él quien nos mandó buscar al guardián, o sea, a Agunimon... Si no me equivoco, Tyrannomon y Coronamon no son los únicos que conocen la existencia de la leyenda del guardián... Y ya has oído al Digivice, es una deidad para ciertas culturas... - el muchacho, con una sonrisa se detuvo frente a la puerta del hangar, mientras miraba a su compañero.

Entonces... ¿Planeas utilizar eso en nuestro favor?- preguntó Xorem, antes de que su Tamer y amigo asintiera felizmente y abriera la puerta, donde se suponía que quedaban los Blimpmon restantes, así como todos los Digimon que habían encontrado refugio y entre los que se encontraban algunos Digimon Champion.

¡Escuchadme todos! ¡El Guerrero del Fuego, vuestro protector, ha renacido! ¡Está arriba, peleando con Harpymon, la causante de todo este lío, la líder de los Kokatorimon y Akatorimon- ahora tan sólo faltaba comprobar las reacciones de los allí presentes... Se preguntaba cómo reaccionarían y si podrían utilizar esa información a su favor... Al fin y al cabo, era una medida para que Agunimon pudiese derrotar con mayor seguridad a su enemiga...

Demyx: ¡Maldita sea!

Ese era el grito de Demyx, lleno de rabia, quien observaba cómo aquella escurridiza contrincante escaba tanto de los Dardos de Fuego como del Ataque de Salamandra Ardiente. Para evitar el primer y más débil ataque, Harpymon tan sólo tuvo que lanzar sus plumas que, pese a que en apariencia parecían realmente débiles, sabían que éstas parecían los míticos cuchillos arrojadizos militares que aparecían en decenas, no, mejor dicho, en centenas de películas y videojuegos de acción. Con este ataque, ambos proyectiles, tanto los afilados como los ígneos se dispersaron por todas partes, por lo que Demyx corrió a esconderse detrás de un pilar para no salir herido.

Demyx: ¡Agni! ¡Ten cuidado, hombre, que sigo aquí!

Agni: ¡Lo sentimos!

Inmediatamente después, los dos proyectiles en forma de bolas de fuego fueron lanzados desde las manos del Digimon, con la intención de calcinar a su enemiga, intentando convertirla en pollo frito. Sin embargo, Harpymon había esquivado el ataque, sobrevolando la zona, especialmente sobre las cabezas del guerrero de fuego y el muchacho.

Demyx: Espera... ¿¡Dónde están Max y Xorem?!

Agni: Nos han abandonado...

Al parecer, ambos estaban tan concentrados en el combate que no habían escuchado a Maxwell y a su compañero irse por el agujero que Ryu había cavado con anterioridad y se acababan de percatar que no se encontraban con ellos.

Demyx: Es igual, ya sabes qué hacer.

Agni: Oki doki. ¡Ataque de Salamandra Ardiente!

Nuevamente, los mecheros presentes en sus dos brazos se incendiaron, emanando un fuego brutal y a una alta temperatura. Dos orbes abrasadores de color naranja volvieron a formarse en sus manos, siendo utilizadas como proyectiles contra Harpymon. Sin embargo, mientras una de las bolas de fuego era cargada, el otro brazo ya estaba generando otra, lanzando una lluvia de bolas de fuego en todas direcciones, allí hacia donde se moviese Harpymon. Esta estrategia le servíanpara tres motivos: el primero para no darle tiempo a reaccionar, el segundo para mantenerla distraída y, finalmentez el tercero para que Demyx pudiese poner en marcha su plan. Intentando que no se diese cuents, Demyx extrajo con agilidad su última carta.

Demyx: ¡Carta leída! ¡SkullBaluchimon!

Agni: ¡Miedo Mortal!

Seguramente cansada, Harpymon recibiría el impacto. En la imagen de la tarjeta aparecía lo que se asemejaba a una gran bestia esquelética con alas. El ataque que había utilizado, Miedo Mortal, supuestamente congelaba a su enemigo. Y es supuestamente puesto que nunca la había utilizado con anterioridad, por lo que esperaba que funcionase. De la boca de Agunimon salía una densa niebla que ocupaba todos los alrededores y que se dirigía sin ninguna pausa hacia. Con eso su enemiga debería quedar congelada, aunque fuese por puro miedo, que, al fin y al cabo, era lo que provocaba esa carta. Esa niebla, según la información de la carta, atraparía a Harpymon en una oscura y fría dimensión, que terminaría congelándola. Ahora solo restaba ver qué era lo que pasaba...[/b]