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El descubrimiento de las ruinas del Monasterio Draco, tallado en lo alto de una desolada montaña en el valle de los dragones, ha despertado un gran interés por todo el Digimundo. Principalmente porque según los tallados de la pared exterior dentro de las ruinas se encuentra un obre mágico que contiene en su interior la data y poder del treceavo Royal Kinght, la cual sera dada a quien reclame dicho objeto. Según la historia grabada en los murales, el obre fue dejado allí por el mismo Royal Kinght en caso de que su poder sea necesario para derrotar al mal que se alce en el futuro...por desgracia semejante premio también a llamado la atención de quienes usarían el poder para sus propias metas egoístas. Por lo que esta aventura ahora se a vuelto una carrera por ver quien consigue el gran premio.
6 meses despues de la ultima carrera, un BanchoLeomon reune al viejo equipo de organizacion para dar un nuevo espectaculo, pero en esta carrera, el misterioso patrocinador ha enviado a un "Aspirante a Campeon" con un extraño y unico Digivice. ¿Que es lo que sucedera a lo largo del evento y como funciona este nuevo digivice?.
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-Skin hecho por Hardrock de The Captain Knows Best.
-Imagenes realizadas por Runari Wildy
y Sigrun Vinter
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King's Gambit [Priv. Elluka]
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Elluka
Me sorprendí en cuanto terminé de escucharle. La verdad, me costaba creer que el mismo grande e imponente Fuji Raikomaru, el mismo que me tendió un camino en su tiempo, dudaba del por qué lo había elegido a él. Él siempre fue tan gallardo, jovial, digno. Poseía ese porte de grandeza que tanto había imitado. Hace años habría jurado que Fuji tenía más de una respuesta, y que no las había descubierto necesariamente por mí.
-Te seré honesta. -Contesté con espectral seriedad. Podría decirse que quería jugar con el ambiente, pero era un tema que realmente representaba para mí lo más similar a una piedra angular. -Fuiste la primera persona que pude recordar, por ende, mi enlace a la cordura por muchos, muchos años. Creo que eso influenció mucho en nuestro reencuentro. -Reí por lo bajo, y clavé mi atención en el bronceado color del té. Recordé palabras traviesas, y coqueteos inocentes que parecían ser memorias muy lejanas ya. Me di cuenta de cuánto había madurado nuestra relación. Jugué un poco con el vapor del té entre mis dedos, y proseguí, analizando cada pestaña en sus párpados. -Eras mi primera meta, Fuji, el primer pedazo del sueño de recuperar una vida. Pero... Cuando te vi de nuevo... -Me detuve, y alcé el rostro. -Oh, Yggdrassil. -Suspiré sonriente, y relajé los hombros. -Eras mucho más encantador en persona que en cualquier imagen en mi cabeza. Había un magnetismo tuyo que me atraía tanto, que poco pude hacer para resistirme. Me había empecinado contigo. -Confesé, y volví a mirarle con ternura, la que ocultaba mi vergüenza al admitir mi niñería.
Dí un silencioso sorbo a mi té, y el ver a un esplendoroso lirio más allá de mi amado robó mi atención. Sí, me había dado cuenta de que el hombre que tanto había llamado mi atención en un principio era un capullo, y el verle florecer me había hecho amarlo con una pasión difícil de describir.
-En un punto, -Continué. -No podía dejar de pensar en ti, y en si estarías bien. Y quería verte, lo necesitaba. Verte agobiado, o enojado, a mí también me dolía. -Referencié la mejilla de Julio al posar la diestra sobre la mía, con una pícara sonrisa que me obviaba. -Me movías de mis casillas, y te salías de mis cálculos. Cuando comprendí que estaba enamorada, sólo me hizo más feliz. Pero la primera vez que te vi llorar fue cuando me hice completamente consciente de que te amo. Entendí en ese momento que el tesoro que quería proteger era un capullo, y que este estaba floreciendo a su propio ritmo, y era precioso, bellísimo. Efectivamente, era más valioso que cualquiera de las joyas de la corona. Fuji Raikomaru era tan humano como yo, y lo amaba por eso. Sí, quizás pueda atribuírlo al té de rosas. -Comenté en sarcástico tono.
Me percaté que estaba siendo demasiado honesta. Mi rostro se tiñó en carmesí, y volví a beber de la infusión para disimular, volteando ligeramente mi rostro hacia un costado. Si alguien preguntaba, se lo atribuiría al vapor... Sin embargo, me encontré viendo de soslayo a Fuji. No me molestaba que lo supiera todo, quería hacerle saber.
-No creo siquiera reflejar el fervor de Yggdrassil. -Finalmente contesté. -Pero sí creo que él quería que todo esto ocurriera. Después de todo, me cuesta imaginarte fijándote en una niña. Es tan peculiar, pero tan acorde a la vez, que no puedo permitirme la idea de que todo fuese una serie de sucesos desafortunados. -Sí, por estas fechas debería tener 17 años en este espacio-temporal, si mis cálculos no me fallaban. Tal vez mi cuerpo ya hubiera comenzado a cambiar sutilmente, y quizás sería unos tres centímetros más alta. Traté de mantener estoicismo, pero una pequeña carcajada logró escaparse finalmente. -Te toca confesar, mon Raikomaru. -Lo invité entonces a seguir la conversación, queriendo recuperar el jovial ambiente que en un principio se había sembrado.
- Tamer
- Digi Puntos :532Cuentas :Ficha :Relaciones :NPCs :Nivel On Rol :Ancient SpiritNivel On Rol de los Digi Aliados :
Mega
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Icono :Rango y Unidad :Elluka Clockworker
Rango: Demi God
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus Dove
Rango y Unidad Digi Aliado :Aleron
Rango: Oficial
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus Dove
Lion
Rango: Cabo
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus DoveInventario :
Elluka Clockworker
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Simplemente la escuchaba embriagado por su voz, por sus significados, asentía ante sus palabras como si estuviese bajo el hipnotico trance de su carisma. Mujer, niña, reina, líder, futuro; en su hablar reflejaba cada aspecto que la hacía relucir como la mas preciada de las joyas, nobleza, amor, ternura, compasión y fragilidad, todo lo poseía y no me avergonzaba sentirme inundado de emoción. Una lagrima amenazó con escapar de mi ojo izquierdo, pero fui rápido al interceptarla antes de que recorriese mi mejilla. La escuché, antes de entregarle una sonrisa. — Confesar, eh... —Tomé con la diestra la taza frente a mí, dando un sorbo a mi bebida con cierta mirada juguetona. — Confieso que el té está exquisito —Aunque cierto, dejé escapar una risa bromista tras mi hablar, el sabor, el olor, la textura, el contexto, todo en ese momento era perfecto, pero sin embargo me permití bajar la mirada hasta la mesa por unos momentos.
Me encontraba pensativo, sumergido en mis ideas salvajes al tratar de darles una forma coherente. Un pesado suspiro escapó de mi interior, elevando nuevamente la mirada hacia la ajena. — ¿Que puedo decirte que no sepas? Tal vez ya lo hayas oído, pero siento la necesidad de decírtelo con claridad —Deposité nuevamente la taza donde pertenecía, entrelazando los dedos frente a mi rostro con una postura relajada. — Mi concepto de familia no es el mas acertado, nunca tuve una historia de amor, ningún romance fugaz, o interés alguno en la intimidad física... Durante mi infancia mi idea de la familia era una suerte de abuela en Francia, una mujer que no envejecía y a día de hoy nunca lo hizo, quien forjó para mí unos ficticios ideales... Manejos sociopaticos, manipulación emocional, adoctrinamiento, desde pequeño me pulió, enseñó y moldeó para volverme una herramienta política, líder del G20 y figura vacía de un poder emergente en la nobleza, dejándome al cuidado de un mayordomo a modo de figura paterna... Mi otro recuerdo de la familia son tres féretros de diferentes tamaños que posiblemente no me responderían al hablarle, por lo que nunca me sentí muy unido al concepto de la familia —Ladeé la cabeza, pensar en Séraphine no ponía en mí el mejor de los ánimos por lo que mi sonrisa desapareció junto al tono firme de mis palabras, pero suspiré negando con la cabeza y recuperé la sonrisa jovial.
— A los quince años abandone los estudios de la preparatoria para venir al digimundo, a los dieciséis conseguí mi primer victoria al mando de una campaña militar cuando conquisté la Ciudad Congelada, para los dieciocho mi empresa ya se había convertido en un conglomerado que hegemonizó la industria japonesa poniendo en alza la economía, a los veintiuno ya poseía dos doctorados honoríficos por mis logros, a los veintitrés finalicé mis estudios de posgrado y para los veinticuatro ya me había convertido en el primer ministro mas joven de la historia, siempre sin descuidar mis ascensos y logros en el Digital World contando mi encierro en la Dark Area, por lo que nunca tuve tiempo de proyectar el tener una familia, el amar, el compartir mi futuro con nadie... Séraphine posiblemente estaba contenta con su marioneta, pero entonces mis hilos se rompieron —Otro trago a la taza de té terminó su contenido, depositando la vasija vacía donde pertenecía sin el más mínimo sonido.
— Porque apareciste tú, para enseñarme que la vida que portaba era mía, y debía poseer mis propios deseos, anhelos, sueños, miedos, dolores, alegrías... Me enseñaste a sentir todo lo que me había sido negado, me entregaste la humanidad, el fruto del conocimiento, el pecado, y la redención —Los dedos de la diestra se chasquearon abriendo un pequeño portal hacia mi oficina, solo mi brazo abrió uno de los cajones, tomando una pequeña bolsa de seda blanca amarrada con un fino cordón de hebras doradas. Cuando la hube retirado, el portal se cerró, y el objeto fue puesto sobre la mesa. — Vamos a hipotetizar por unos momentos —Dije tirando del dorado cordón para dejar ver un estuche negro en el interior del ahora abierto paquete de seda. — Hace unos momentos te dije que no quería un matrimonio político que nos convierta en marionetas de poderes externos, y aún lo sostengo... Pero hipoteticemos un rato, supongamos que éste estuche no está vacío, y yo te confieso que quiero establecer un compromiso contigo que escape de los estándares, de la etiqueta, de lo civil y de lo religioso; en esta situación hipotetica te digo que no quiero ser tu esposo, ni quiero que dividamos bienes de ningún tipo, no quiero que adquiramos títulos o estatus, pero te hago saber que te propongo un proyecto —Me levanté de la mesa, tomando conmigo ese pequeño estuche negro. El meñique de mi zurda se movía inquieto por los nervios de mis palabras, mis rodillas reflejaban cierto temblor, mi respiración era pesada y la taquicardia de mi pecho era una realidad. Llevé la mirada a la ajena, era lo único que mantenía firme en aquel cuerpo.
— En esta situación ficticia te digo que quiero que escapemos del concepto banal que representa el tiempo, y te digo que seas mi esposa durante tres minutos, o tres siglos, pero que seas mía y me permitas ser tuyo... Te pido tal vez que unamos proyectos, sueños, miedos, que juntos construyamos un futuro para los dos, y tal vez más, que seamos eso a lo que tanto he temido, porque apuesto a que nosotros le hagamos frente a cualquier adversidad, a sabiendas de que el fantasma del pasado es mucho mas débil que la diosa de mi futuro —Me moví con cierta torpeza frente a ella, y una vez mas calcé mi rodilla en el suelo, anteriormente como un caballero frente a su emperatriz, y ahora como un hombre frente a la mujer que amaba. Elevé la vista hasta encontrar la ajena nuevamente, y afirmé sonriendo de lado. — Ahora es cuando mi espíritu del Chaos Empire aflora, y te revelo que todo fue una mentira, ya que nunca fue una situación hipotetica... Y no hubo realidad mas sincera que la expresada anteriormente —Abrí el estuche revelando un anillo simple de oro puro, con una rodocrosita coronandolo, tan rosada como sus cabellos y tan brillante como la gracia de Yggdrasill. Aun tembloroso tomé su zurda, procurando la mayor de las suavidades, y en su anular deposité el anillo que calzó como si hubiese esperado siempre para entrar en su mano.
— Quiero compartir un futuro contigo, quiero que tus sueños se vuelvan míos, que tus luchas se vuelvan mías y que cuando llegue el momento de colgar mi espada en un atril pueda ponerme un delantal de cocina para tí, que cuando deba volver a empuñarla sea para enseñarle esgrima a nuestros hijos y que de ahora en mas lo único que sostenga con firmeza junto a mi corazón sea tu mano, sin importar si es ahora, o en setenta años, quiero que compartamos el compromiso de soñar juntos, esa es mi propuesta, ese es el compromiso que busco... —Besé el dorso de su mano, para después acariciarla suavemente retornando la mirada a mi emperatriz. — Peu importe si le monde est mon ennemi, parce tu es mon tout... Por cela, veux-tu m'épouser? —Temblada, pero era sincero, estaba aterrado puesto era mi batalla mas difícil, cada instante, cada milésima era un calvario.
Me encontraba pensativo, sumergido en mis ideas salvajes al tratar de darles una forma coherente. Un pesado suspiro escapó de mi interior, elevando nuevamente la mirada hacia la ajena. — ¿Que puedo decirte que no sepas? Tal vez ya lo hayas oído, pero siento la necesidad de decírtelo con claridad —Deposité nuevamente la taza donde pertenecía, entrelazando los dedos frente a mi rostro con una postura relajada. — Mi concepto de familia no es el mas acertado, nunca tuve una historia de amor, ningún romance fugaz, o interés alguno en la intimidad física... Durante mi infancia mi idea de la familia era una suerte de abuela en Francia, una mujer que no envejecía y a día de hoy nunca lo hizo, quien forjó para mí unos ficticios ideales... Manejos sociopaticos, manipulación emocional, adoctrinamiento, desde pequeño me pulió, enseñó y moldeó para volverme una herramienta política, líder del G20 y figura vacía de un poder emergente en la nobleza, dejándome al cuidado de un mayordomo a modo de figura paterna... Mi otro recuerdo de la familia son tres féretros de diferentes tamaños que posiblemente no me responderían al hablarle, por lo que nunca me sentí muy unido al concepto de la familia —Ladeé la cabeza, pensar en Séraphine no ponía en mí el mejor de los ánimos por lo que mi sonrisa desapareció junto al tono firme de mis palabras, pero suspiré negando con la cabeza y recuperé la sonrisa jovial.
— A los quince años abandone los estudios de la preparatoria para venir al digimundo, a los dieciséis conseguí mi primer victoria al mando de una campaña militar cuando conquisté la Ciudad Congelada, para los dieciocho mi empresa ya se había convertido en un conglomerado que hegemonizó la industria japonesa poniendo en alza la economía, a los veintiuno ya poseía dos doctorados honoríficos por mis logros, a los veintitrés finalicé mis estudios de posgrado y para los veinticuatro ya me había convertido en el primer ministro mas joven de la historia, siempre sin descuidar mis ascensos y logros en el Digital World contando mi encierro en la Dark Area, por lo que nunca tuve tiempo de proyectar el tener una familia, el amar, el compartir mi futuro con nadie... Séraphine posiblemente estaba contenta con su marioneta, pero entonces mis hilos se rompieron —Otro trago a la taza de té terminó su contenido, depositando la vasija vacía donde pertenecía sin el más mínimo sonido.
— Porque apareciste tú, para enseñarme que la vida que portaba era mía, y debía poseer mis propios deseos, anhelos, sueños, miedos, dolores, alegrías... Me enseñaste a sentir todo lo que me había sido negado, me entregaste la humanidad, el fruto del conocimiento, el pecado, y la redención —Los dedos de la diestra se chasquearon abriendo un pequeño portal hacia mi oficina, solo mi brazo abrió uno de los cajones, tomando una pequeña bolsa de seda blanca amarrada con un fino cordón de hebras doradas. Cuando la hube retirado, el portal se cerró, y el objeto fue puesto sobre la mesa. — Vamos a hipotetizar por unos momentos —Dije tirando del dorado cordón para dejar ver un estuche negro en el interior del ahora abierto paquete de seda. — Hace unos momentos te dije que no quería un matrimonio político que nos convierta en marionetas de poderes externos, y aún lo sostengo... Pero hipoteticemos un rato, supongamos que éste estuche no está vacío, y yo te confieso que quiero establecer un compromiso contigo que escape de los estándares, de la etiqueta, de lo civil y de lo religioso; en esta situación hipotetica te digo que no quiero ser tu esposo, ni quiero que dividamos bienes de ningún tipo, no quiero que adquiramos títulos o estatus, pero te hago saber que te propongo un proyecto —Me levanté de la mesa, tomando conmigo ese pequeño estuche negro. El meñique de mi zurda se movía inquieto por los nervios de mis palabras, mis rodillas reflejaban cierto temblor, mi respiración era pesada y la taquicardia de mi pecho era una realidad. Llevé la mirada a la ajena, era lo único que mantenía firme en aquel cuerpo.
[OST]
— En esta situación ficticia te digo que quiero que escapemos del concepto banal que representa el tiempo, y te digo que seas mi esposa durante tres minutos, o tres siglos, pero que seas mía y me permitas ser tuyo... Te pido tal vez que unamos proyectos, sueños, miedos, que juntos construyamos un futuro para los dos, y tal vez más, que seamos eso a lo que tanto he temido, porque apuesto a que nosotros le hagamos frente a cualquier adversidad, a sabiendas de que el fantasma del pasado es mucho mas débil que la diosa de mi futuro —Me moví con cierta torpeza frente a ella, y una vez mas calcé mi rodilla en el suelo, anteriormente como un caballero frente a su emperatriz, y ahora como un hombre frente a la mujer que amaba. Elevé la vista hasta encontrar la ajena nuevamente, y afirmé sonriendo de lado. — Ahora es cuando mi espíritu del Chaos Empire aflora, y te revelo que todo fue una mentira, ya que nunca fue una situación hipotetica... Y no hubo realidad mas sincera que la expresada anteriormente —Abrí el estuche revelando un anillo simple de oro puro, con una rodocrosita coronandolo, tan rosada como sus cabellos y tan brillante como la gracia de Yggdrasill. Aun tembloroso tomé su zurda, procurando la mayor de las suavidades, y en su anular deposité el anillo que calzó como si hubiese esperado siempre para entrar en su mano.
— Quiero compartir un futuro contigo, quiero que tus sueños se vuelvan míos, que tus luchas se vuelvan mías y que cuando llegue el momento de colgar mi espada en un atril pueda ponerme un delantal de cocina para tí, que cuando deba volver a empuñarla sea para enseñarle esgrima a nuestros hijos y que de ahora en mas lo único que sostenga con firmeza junto a mi corazón sea tu mano, sin importar si es ahora, o en setenta años, quiero que compartamos el compromiso de soñar juntos, esa es mi propuesta, ese es el compromiso que busco... —Besé el dorso de su mano, para después acariciarla suavemente retornando la mirada a mi emperatriz. — Peu importe si le monde est mon ennemi, parce tu es mon tout... Por cela, veux-tu m'épouser? —Temblada, pero era sincero, estaba aterrado puesto era mi batalla mas difícil, cada instante, cada milésima era un calvario.
- Tamer
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :1145Cuentas :Ficha :Relaciones :Cronologia :NPCs :Nivel On Rol :Ancient Spirit X Evolution.Nivel On Rol de los Digi Aliados :Lily - Super Ultimate.
Dahlia - Super Ultimate.Icono :Rango y Unidad :Fuji Raikomaru
Rango: Holy Knight
Unidad: Deadly RoseRango y Unidad Digi Aliado :Lily (Lilithmon)
Rango: Maestre
División: Deadly Rose
Inventario :
Fuji Raikomaru
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Elluka
Abrí la boca, sonriente, al escuchar su confesión sobre el té. ¿Ahora así íbamos a jugar? Quería decir algo así. Era mi intención, pero sus ojos fijos en la mesa me detuvieron, y levantaron el ancla de mi mandíbula. Sólo podía mirarle con un gesto de ternura ante su pose de pensamiento, y me limité a seguir escuchando en cuanto organizara sus ideas.
Finalmente comenzó a hablar. Yo, bebía de mi té con la mayor paciencia del mundo, devota a su mirada y a la melodía que nacía de su voz. Y entonces... Algo comenzó a descuadrar. Él parecía naturalizado con la idea de ser una marioneta de una abuela, de la que no había escuchado hasta entonces. Terminé mi té y me incliné un poco, interesada por saber más. Era como el mejor de los cuentos, y la similar a lo que podría ser la trama de un bestseller. Sin embargo, cuando comenzó a hablar de mi influencia, me reincorporé, un tanto avergonzada.
Inflé un poco mi pecho, orgullosa de ser aquella que le presentó la libertad. Era egoísta, y tal vez inmaduro, pero no podía evitarlo. Recordar que era especial para él era todo lo que necesitaba, y todo era perfecto. Después comencé a jugar con el borde de la taza de porcelana al escuchar sobre la hipótesis, y al ver la bolsita de seda en la mesa. Si bien, estaba intrigada por saber a donde iba el juego, mi pícara sonrisa desapareció cuando el estuche se reveló de su empaque. El corazón me comenzó a correr, y mi respiración me costaba un poco. Miré a Fuji, y luego al escuche. Luego volví a mirar a Fuji. ¿Estaba vacío? Me relajé un poco y recuperé mi sonrisa, aunque no había dejado de temblar.
Lo vi levantarse, e hice un esfuerzo titánico por no llorar. Amaba sus palabras, lo amaba a él. Quería creer que este ensayo era algo más. ¿O estaba fantaseando? Si eran ilusiones mías, iba a doler. Me iba a doler mucho. Algo debía hacer... Debía prepararme.
Su lenguaje corporal era inusualmente torpe, Fuji tenía miedo de algo. Algo ocultaba. Estaba nervioso. Me puse nerviosa también. El tic en su meñique decía que tenía prisa por algo. Debía dejar de leer su cuerpo, y debía dejar de conjeturar con sus palabras. Debía sorprenderme, no debía leerlo ya. Miré sus ojos cerúleos nuevamente, y ya no podía contener las lágrimas. Ellas se escaparon y se resbalaban por mis mejillas al verle genuflexionar.
Efectivamente, yo tenía razón. La sonrisa que me dedicó borró por completo a la mía. Aún si me había puesto en guardia, fue como si me hubiera encontrado por el punto ciego al abrir el estuche. Ahogué un grito, y me llevé ambas manos al rostro, cubriendo mi boca. Parpadeé varias veces, cada vez más lento, cerciorándome de que el anillo seguía ahí; de que era Fuji quien me estaba tendiendo la invitación más hermosa de mi vida.
Asentía con torpe sutileza a cada palabra después, con un ceño preocupado por que quizás llegaría el momento en el que despertaría. El tacto de su mano acariciando la mía me insistía y decía que no estaba soñando, que de verdad estaba ocurriendo. Él acabó de hablar, y yo volví a asentir, cada segundo con más fuerza que el anterior.
-Oui, oui, oui, oui. -Lloraba sonriente. Me arrodillé también, lanzando mis brazos sobre sus hombros para abrazarle fuertemente. -No hay otra respuesta, mon amour, je veux. -Susurré, aún temblorosa por mi agitada respiración. -Sí quiero casarme contigo. Te amo, te amo. -Musité, y comencé a acariciar su cabeza, pasando mis dedos entre sus cabellos. La adrenalina todavía hacía correr a mi corazón, que parecía que estaba tocando la puerta de mi pecho. -Merci beaucoup.
- Tamer
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Cuando sentí sus manos acariciando mis cabellos pude sentirme al fin contenido, entre esos brazos estaba mi reino, en ella mi rosa reposaba. Cerré los parpados dejando que mis lagrimas corran libremente como ríos en época de sequía, marcando el final de la hambruna, las guerras, el pesar del pueblo, la emperatriz entregaba su cálido edicto sobre éste pobre campesino que con devoción le daba lo poco de su feudo. Mi vida era insignificante, pero suya, y mis lagrimas eran alegría pura, paz, incapaces de ser frenadas. La abracé de la cintura, posando mi rostro contra su pecho en medio de una unión tan sagrada como inevitable, allí residía mi victoria, mi reinado, mis objetivos y mis pesares. Todo lo que entre nosotros había acontecido poco hizo mas que unirnos, porque separarnos era imposible, no existía fuerza en ningún mundo capaz de crear entre nosotros una distancia suficiente para no ser recorrida por aquel magnetismo natural, abrumador y terrible que nos conectaba.
El destino tal vez había hecho de las suyas, el diablo podrá haber metido la cola, pero el abrazo de aquel ángel de cabello cual cerezos hacía que al fin todo recuperase su cauce. Mi Elluka, mi Louise, mi prometida, dejé escapar un sollozo emocionado mientras mi pecho agitado era incapaz de disimular la cabalgata de mi corazón que ansiaba unirse al abrazo, ¿Y por qué lo detendría? No había nada que ocultarle, no había nada que no conociese, ella le daba la vida a éste fulguroso corazón. — Je t'aime —Susurré separándome para tomar su rostro entre mis manos temblorosas, besando sus mejillas antes de caer en sus labios, entregando un simple pero potente beso que al fin logró calmar mi sollozar.
No quería separarme, pero si bien Elluka y Fuji se amaban, Leia y el Holy Knight debían cumplir una serie de protocolos que demasiado habíamos roto ya. La observé a poco más de cinco centímetros de distancia, y deposité un beso en su frente, antes de tomar sus manos con una firmeza torpe que culminaría en una caricia temblorosa a ambas manos. — A primera hora solicitaré una audiencia con la emperatriz para que bendiga nuestra unión —Sin embargo una risa orgullosa se escuchó desde mi derecha. — Vaya, vaya, ¡Si serás un perro sin honor! Eres egoísta al pensar que tienes derecho a una vida plena, pero... ¡Está bien! ¿Que sería la vida sin egoísmo? Una cáscara vacía sin duda, la lealtad y la servitud deben esconder ese picor del propio ego chocando contra los crueles, pero justos, edictos de Yggdrasill ¡Bendigo su unión, mi humano, pero no por ser tú, digno de la magnifica señorita... Sino por los deseos de la señorita ser tan sagrados como Yggdrasill mismo, ¡Negar a su corazón la llama de la alegría sería el pecado mas grande que un caballero como mi merced podría cometer, y no existiría infierno tan grande como el pesar de mi alma para castigar mi herejía! —Lord Knightmon se había hecho presente, haciéndome levantar de la calidez mas profunda. Cómo tal, con la mirada lo fulminaba, que pese a húmeda seguía siendo una de las expresiones mas temidas del Digital World.
Sin embargo pude notar melancolía en su tono, orgullo inclusive y tal vez alegría honesta. Me preguntaba, ¿Que estas viendo en nosotros, caballero de la rosa? Más me limité a asentir con firmeza. — Te agradezco, Lord Knightmon, pero te aseguro que mi voluntad como Holy Knight nunca flaqueará, solo crecerá, se volverá cada vez mas férrea porque ante Yggdrasill defenderé estos sentimientos que colman mi pecho, ¡Soy el mas orgulloso de los Trece, por que poseo la gracia de nuestro dios, y el amor de mi doncella! ¡Ningún ejercito, amenaza o sentimiento será capaz de hacer palidecer las llamas de mi pasión, y aquí los espero, con el sable junto al corazón! —Posé mi puño exactamente en dicha zona, realizando una reverencia leve pero honesta, fuerte y llena de convicción. Para regocijo del caballero quien asintió riendo antes de aplaudir. — Sin duda, saca lo mejor de tí, mi humano, y eso es beneficioso para mí porque juntos blandiremos las armas que defenderán aquella hermosa flor que nazca de su unión... La felicito, su alteza, es una digna heredera de su majestad y la única dama la cual puedo entregarle a mi joven compañero —El caballero ésta vez con un tono mas solemne, y respetuoso, realizó una reverencia sentida en dirección a Elluka manteniendo dicha postura a la par que se desvanecía lentamente.
El destino tal vez había hecho de las suyas, el diablo podrá haber metido la cola, pero el abrazo de aquel ángel de cabello cual cerezos hacía que al fin todo recuperase su cauce. Mi Elluka, mi Louise, mi prometida, dejé escapar un sollozo emocionado mientras mi pecho agitado era incapaz de disimular la cabalgata de mi corazón que ansiaba unirse al abrazo, ¿Y por qué lo detendría? No había nada que ocultarle, no había nada que no conociese, ella le daba la vida a éste fulguroso corazón. — Je t'aime —Susurré separándome para tomar su rostro entre mis manos temblorosas, besando sus mejillas antes de caer en sus labios, entregando un simple pero potente beso que al fin logró calmar mi sollozar.
No quería separarme, pero si bien Elluka y Fuji se amaban, Leia y el Holy Knight debían cumplir una serie de protocolos que demasiado habíamos roto ya. La observé a poco más de cinco centímetros de distancia, y deposité un beso en su frente, antes de tomar sus manos con una firmeza torpe que culminaría en una caricia temblorosa a ambas manos. — A primera hora solicitaré una audiencia con la emperatriz para que bendiga nuestra unión —Sin embargo una risa orgullosa se escuchó desde mi derecha. — Vaya, vaya, ¡Si serás un perro sin honor! Eres egoísta al pensar que tienes derecho a una vida plena, pero... ¡Está bien! ¿Que sería la vida sin egoísmo? Una cáscara vacía sin duda, la lealtad y la servitud deben esconder ese picor del propio ego chocando contra los crueles, pero justos, edictos de Yggdrasill ¡Bendigo su unión, mi humano, pero no por ser tú, digno de la magnifica señorita... Sino por los deseos de la señorita ser tan sagrados como Yggdrasill mismo, ¡Negar a su corazón la llama de la alegría sería el pecado mas grande que un caballero como mi merced podría cometer, y no existiría infierno tan grande como el pesar de mi alma para castigar mi herejía! —Lord Knightmon se había hecho presente, haciéndome levantar de la calidez mas profunda. Cómo tal, con la mirada lo fulminaba, que pese a húmeda seguía siendo una de las expresiones mas temidas del Digital World.
Sin embargo pude notar melancolía en su tono, orgullo inclusive y tal vez alegría honesta. Me preguntaba, ¿Que estas viendo en nosotros, caballero de la rosa? Más me limité a asentir con firmeza. — Te agradezco, Lord Knightmon, pero te aseguro que mi voluntad como Holy Knight nunca flaqueará, solo crecerá, se volverá cada vez mas férrea porque ante Yggdrasill defenderé estos sentimientos que colman mi pecho, ¡Soy el mas orgulloso de los Trece, por que poseo la gracia de nuestro dios, y el amor de mi doncella! ¡Ningún ejercito, amenaza o sentimiento será capaz de hacer palidecer las llamas de mi pasión, y aquí los espero, con el sable junto al corazón! —Posé mi puño exactamente en dicha zona, realizando una reverencia leve pero honesta, fuerte y llena de convicción. Para regocijo del caballero quien asintió riendo antes de aplaudir. — Sin duda, saca lo mejor de tí, mi humano, y eso es beneficioso para mí porque juntos blandiremos las armas que defenderán aquella hermosa flor que nazca de su unión... La felicito, su alteza, es una digna heredera de su majestad y la única dama la cual puedo entregarle a mi joven compañero —El caballero ésta vez con un tono mas solemne, y respetuoso, realizó una reverencia sentida en dirección a Elluka manteniendo dicha postura a la par que se desvanecía lentamente.
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Elluka
Podría jurar que una expresión triste se me escapó al él separarse de nuestro beso, pero cambié nuevamente a una sonrisa al escucharle que presentaría nuestro compromiso a mi reina. No tenía palabras que pudiera sacar a la luz, vivía embriagada de su tierna y temblorosa expresión. Fue mi salvación cuando Lord Knightmon se hizo presente, y la piel se me erizó al instante.
Me puse en pie tras Fuji, y no pude evitar acercarme a él un poco, buscando recuperar la calidez de su cuerpo. Ponía atención a las palabras del legendario caballero, y me erguí honrada cuando él me reconoció como digna tamer. Sin embargo, mi orgullo era más desbordante cuando mi ahora prometido reafirmaba su promesa a Yggdrassil. Por ello, iba a finalmente tomar su brazo, pero me detuve al sentirme mareada. Miré a Lord Knightmon y parpadeé varias veces, me dolían los ojos de una manera muy familiar, la que había sentido hace años. Se dirigió a mí nuevamente, y el corazón me dio un vuelco. La sentía en mi cuerpo, una presencia tan similar al fluyente DigiSoul, pero más viva y calcinante, y yo la reconocía como Queen Chessmon. Era ella quién reaccionaba tan fuertemente cuando el caballero de la rosa me hablaba.
-¡Lord Knightmon! -Grité involuntariamente a la ya transparente figura del susodicho, y puse ver un diminuto fulgor de DigiSoul celeste que se disparó de mis ojos. La sangre me hervía cual si fuera fuego, pero no me costaba mantenerme en pie, tal como la vez en que invoqué a Rosemon. -Lord... -Me corregí. Había vuelto en mis sentidos, y al mismo tiempo había olvidado lo que estaba dispuesta a decir. -Gracias, mi lord. -Musité. Miré a Fuji entonces, pero mi reflejo contra uno de los cristales de las paredes llamó mi atención. Toqué mi cabellera, estaba teñida de un blanco impoluto. Asustada, abrí la boca para hablar, y al instante regresé a la normalidad, al igual que mi cuerpo dejó de arder. Respiré por unos segundos, y me relajé.
-Creo que Queen Chessmon deseaba bendecirnos también. -Concluí. Definitivamente era ella la que estaba dando esa presencia, y la situación la delataba. Ella quería ver a su amado también, y me dolía pensar que mi falta de habilidad se lo impedía. Inconscientemente tomé el anillo de compromiso con dos dedos de la mano opuesta, y comencé a acariciarlo. -Lo hará a su tiempo. -Sonreí entonces a mi caballero, y lo abracé nuevamente. Acomodé mi cabeza contra su pecho, permitiéndome escuchar a su corazón. -Mañana, durante la audiencia. Me voy a parar a tu lado. -Tomé la palabra, cerrando los ojos para visualizar la escena. -Yo también pediré su bendición, contigo. -Moví un poco mi cabeza, y con ello me permití deleitarme con su aroma. -Aunque no me molestaría escapar ahora, juntos. -Usar palabras que nos resumían como uno me dejaba un sabor mucho más dulce que antes, y comenzaba a agasajarme con esos pequeños detalles.
- Tamer
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Elluka Clockworker
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Parpadee cuando el rosado se hizo plata, nunca había sentido tan acertado el sobrenombre de."Leia, la platinada" hasta ahora. Pero no hubo disgusto en mi expresión, pues una sonrisa dulce se dibujo tanto para ella como para la reina que deseaba despertar. — Estoy seguro que cuando el momento llegué, podremos compartir una hermosa reunión los cuatro —Pose mi diestra en su rostro al sentirla contra mi pecho, sin removerme ni por un segundo de ese cálido abrazo.
— Hasta entonces la esperaremos pacientemente, juntos —Decreté inclinándome ligeramente para dejar un beso sobre sus cabellos. La amaba, y mis ojos lo sabían al resplandecer cautivado al observar sus cabellos. Tuve que separarme ligeramente, aunque tome sus manos con particular calidad y firmeza. — Cuando mi amada se pare a mi lado en la audiencia de mañana seré el hombre más completo de ambos mundos, pero si ella quiere escapar, a cualquier lado la llevaré —Diferentes portales se abrieron alrededor nuestro, mostrando lugares como las pirámides de Giza, la torre Eiffel, el coliseo romano y la estatua de la libertad. De cada uno de ellos entraba un concepto de luz distintos, diurnos, vespertinos, y nocturnos.
Finalmente los portales se cerraron, y con las cálidas brisas que llegaban. — Cualquier lugar puede ser, y será, inmediato para tí, solo has de darle una señal a tu leal caballero, porque yo ya he encontrado mi hogar en ti, en tus gestos, miradas, risas, lagrimas, palabras y formas... y a tu lado siempre estaré, fiel a mi hogar, a mi causa —Murmuré inclinándome nuevamente para quedar a la altura de su rostro, dónde deposite dos besos en sus mejillas.
— ¿Podemos salir a tomar aire de desierto? Hay algo... Alguien, que deseo mostrarte —Sabía que era peligroso traerlo en el interior del palacio, y mas aun cercano a la actual emperatriz del Metal Empire. Mi mirada se tornó esquiva al pensar en aquella criatura, pero tome su mano para besar el dorso de la misma antes de posarla contra mi mejilla. Pese a ser un sacrilegio su mera existencia era parte de mí, o yo era parte de la bestia, como tales debía mostrarle toda mi verdad. Le dirigí una expresión de ceño fruncido, preocupado, que intentaba disimular tras una sonrisa más era imposible.
— Hasta entonces la esperaremos pacientemente, juntos —Decreté inclinándome ligeramente para dejar un beso sobre sus cabellos. La amaba, y mis ojos lo sabían al resplandecer cautivado al observar sus cabellos. Tuve que separarme ligeramente, aunque tome sus manos con particular calidad y firmeza. — Cuando mi amada se pare a mi lado en la audiencia de mañana seré el hombre más completo de ambos mundos, pero si ella quiere escapar, a cualquier lado la llevaré —Diferentes portales se abrieron alrededor nuestro, mostrando lugares como las pirámides de Giza, la torre Eiffel, el coliseo romano y la estatua de la libertad. De cada uno de ellos entraba un concepto de luz distintos, diurnos, vespertinos, y nocturnos.
Finalmente los portales se cerraron, y con las cálidas brisas que llegaban. — Cualquier lugar puede ser, y será, inmediato para tí, solo has de darle una señal a tu leal caballero, porque yo ya he encontrado mi hogar en ti, en tus gestos, miradas, risas, lagrimas, palabras y formas... y a tu lado siempre estaré, fiel a mi hogar, a mi causa —Murmuré inclinándome nuevamente para quedar a la altura de su rostro, dónde deposite dos besos en sus mejillas.
— ¿Podemos salir a tomar aire de desierto? Hay algo... Alguien, que deseo mostrarte —Sabía que era peligroso traerlo en el interior del palacio, y mas aun cercano a la actual emperatriz del Metal Empire. Mi mirada se tornó esquiva al pensar en aquella criatura, pero tome su mano para besar el dorso de la misma antes de posarla contra mi mejilla. Pese a ser un sacrilegio su mera existencia era parte de mí, o yo era parte de la bestia, como tales debía mostrarle toda mi verdad. Le dirigí una expresión de ceño fruncido, preocupado, que intentaba disimular tras una sonrisa más era imposible.
- Tamer
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Dahlia - Super Ultimate.Icono :Rango y Unidad :Fuji Raikomaru
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División: Deadly Rose
Inventario :
Fuji Raikomaru
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Miré los portales uno a uno, y tartamudeé un poco al caer en cuenta de que me había tomado enserio. ¿Qué más podía esperar de Fuji? No habían imposibles para él, y solté una pequeña carcajada, enternecida por la tan literal y encantadora personalidad de quién yo desposaría gustosa. Estaba entrando en una atmósfera de felicidad y serenidad que nunca en mi vida había pensado siquiera que era posible. Seguí escuchándole risueña y cuando besó miis mejillas sentí un agradable candor en mi pecho, sin embargo, cuando noté el ceño acongojado de Fuji, un "oh" se me escapó y fruncí los labios con cierta preocupación.
-¿Las sorpresas no acaban aquí? -Contesté tras dejar unos silenciosos segundos al aire. Alcé una de mis manos y acaricié la mejilla del caballero sagrado. -El misterio es más divertido cuando no me angustias con esa cara de pena. No hay nada que me muestres que me haga cambiar de opinión, mon amour. -Traté de relajarlo con un pícaro gesto, pero mi guardia comenzaba a subirse poco a poco. Comencé a tejer pensamientos, pensando que lo más loco podría ser que finalmente pudo controlar a aquella bestia, Aigu, hijo de su dolor.
Me aseguré que el sobretodo que me habían prestado seguía en su lugar. Tomé su mano y comencé a guiarnos de regreso a por donde habíamos entrado. De haber sido otra situación, hubiera estado más tensa... Pero aún estaba demasiado feliz, a pesar de mi silencio, como para pensar en otra cosa que no fuera que me iba a convertir en la esposa de Fuji, mon Fuji. Terminé buscando entrelazar mis dedos con los ajenos, y no me había percatado de ello.
Aleron atendió la puerta de la salida, y me vi forzada a retener mi necesidad por gritarle que me iba a casar. Él mantenía su vista a la nada, cual si estuviera en servicio y no haciéndome un favor. Supuse que estaba procurando darnos nuestro espacio, o quizás comenzaba a ser presa del sueño, y seguí mi camino hacia las afueras del palacio.
-El viento está delicado. -Extendí la mano, y me permití con ello sentir el viento correr. -¿Será que es un buen presagio? Alguien más vendrá felicitarnos. -Concluí sonriente y de pecho inflado, tratando de hacerle conversación, y con ello el ocultar mi inquietud... Pero sobre todo, el ayudarle a relajarse.
La brisa nocturna del desierto era helada y levantaba granos de arena al soplar, que se terminaban enredando en mi cabellera, y probablemente también en la de Fuji. No importaba a final de cuentas, el caminar sobre la suave arena era un placer que no me podía dar todos los días, mucho menos estando acompañada de aquél amado. Antes de darme cuenta, ya llevábamos una distancia considerable del último mosaico del palacio.
-¿Las sorpresas no acaban aquí? -Contesté tras dejar unos silenciosos segundos al aire. Alcé una de mis manos y acaricié la mejilla del caballero sagrado. -El misterio es más divertido cuando no me angustias con esa cara de pena. No hay nada que me muestres que me haga cambiar de opinión, mon amour. -Traté de relajarlo con un pícaro gesto, pero mi guardia comenzaba a subirse poco a poco. Comencé a tejer pensamientos, pensando que lo más loco podría ser que finalmente pudo controlar a aquella bestia, Aigu, hijo de su dolor.
Me aseguré que el sobretodo que me habían prestado seguía en su lugar. Tomé su mano y comencé a guiarnos de regreso a por donde habíamos entrado. De haber sido otra situación, hubiera estado más tensa... Pero aún estaba demasiado feliz, a pesar de mi silencio, como para pensar en otra cosa que no fuera que me iba a convertir en la esposa de Fuji, mon Fuji. Terminé buscando entrelazar mis dedos con los ajenos, y no me había percatado de ello.
Aleron atendió la puerta de la salida, y me vi forzada a retener mi necesidad por gritarle que me iba a casar. Él mantenía su vista a la nada, cual si estuviera en servicio y no haciéndome un favor. Supuse que estaba procurando darnos nuestro espacio, o quizás comenzaba a ser presa del sueño, y seguí mi camino hacia las afueras del palacio.
-El viento está delicado. -Extendí la mano, y me permití con ello sentir el viento correr. -¿Será que es un buen presagio? Alguien más vendrá felicitarnos. -Concluí sonriente y de pecho inflado, tratando de hacerle conversación, y con ello el ocultar mi inquietud... Pero sobre todo, el ayudarle a relajarse.
La brisa nocturna del desierto era helada y levantaba granos de arena al soplar, que se terminaban enredando en mi cabellera, y probablemente también en la de Fuji. No importaba a final de cuentas, el caminar sobre la suave arena era un placer que no me podía dar todos los días, mucho menos estando acompañada de aquél amado. Antes de darme cuenta, ya llevábamos una distancia considerable del último mosaico del palacio.
- Tamer
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Elluka Clockworker
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Cuando sentí la brisa del desierto le sonreí con cierta inseguridad. — Lo lamento, mon amour, amaría poder mostrarte una sonrisa con orgullo pero esto no es un asunto que me enorgullezca, o cree en mi una sensación de firmeza en particular —Tomé mi D-Scanner desde la funda en mi cinturón, creando una serie de códigos fractales en mi zurda cuando estuvimos lo suficientemente lejanos al palacio como para no alertar a nadie. La observé por unos momentos, ¿tendría frío por el viento del desierto? Pronto el frío se iba a acabar, quiero abrigarla, quiero que nunca pase hambre, cansancio, frío o calor incómodos, no quiero que nada haga doler sus pies, ni que sus manos se hieran. Al final le sonreí, yo me encargaría de que nunca nada le hiciese falta, ni a ella, ni a quienes ama.
— Double Spirit, Evolution —Susurré, pasando el lector de mi dispositivo sobre la cadena de códigos. Me cubrí de pétalos plateados, luminosos como la tenue luna, cálidos. Poco a poco mi cuerpo desapareció, viéndome rodeado de los digispirit de Clockmon, Revolmon, Andromon, MetalTyranomon, Megadramon, Metal Mamemon, Mugendramon, Chimairamon, Devitamamon y finalmente Milleniumon. Se introdujeron en mí, creando esta vez un brillo cristalino. La luz de las estrellas, la arena del desierto, todo se sumió en una oscuridad total. En la oscuridad decenas de cristales emergieron, flotantes alrededor de la joven, de diferentes tamaños y formas. Poco a poco mi silueta desapareció, mostrándose un cristal de aproximadamente veinte metros de alto, con una forma siniestra en su interior que se movía como una serpiente aparentemente buscando liberarse de su confinamiento cristalino.
El suelo dejo de ser suelo, ya no había arriba o abajo. Solo esa cálida oscuridad, infinita pero con una particular suavidad en su haber, porque era mía. Un Wisemon tan negro como la noche se hizo presente desde esa oscuridad, realizando una reverencia ante la dama. — Bienvenida —Exclamó el ente usando mi voz, antes de llevar su mirar al enorme cristal donde la criatura hacía formas, etéreo cual humo. — Ese soy yo, y a la vez, no lo soy... Es dificil de explicar, pero te he traído aquí para que conozcas todo de mí, mi oscuridad, mis demonios... Aigú es poco mas que un recuerdo en comparación a lo que en ese cristal se encierra, pero estamos en paz, de alguna forma —El ser levantó la mano, tocando el cristal suavemente. Entonces la oscuridad se desvaneció, cambiando la escena a un largo corredor de paredes blancas con una puerta de madera bastante simple visible la final del infinito pasillo. No había salida, ventanas, u otro camino que no sea la puerta. — En ti radica la decisión de seguir, o retirarnos, sea cual sea yo te acompañaré cuanto pueda —Exclamó la sombra, yo.
— Double Spirit, Evolution —Susurré, pasando el lector de mi dispositivo sobre la cadena de códigos. Me cubrí de pétalos plateados, luminosos como la tenue luna, cálidos. Poco a poco mi cuerpo desapareció, viéndome rodeado de los digispirit de Clockmon, Revolmon, Andromon, MetalTyranomon, Megadramon, Metal Mamemon, Mugendramon, Chimairamon, Devitamamon y finalmente Milleniumon. Se introdujeron en mí, creando esta vez un brillo cristalino. La luz de las estrellas, la arena del desierto, todo se sumió en una oscuridad total. En la oscuridad decenas de cristales emergieron, flotantes alrededor de la joven, de diferentes tamaños y formas. Poco a poco mi silueta desapareció, mostrándose un cristal de aproximadamente veinte metros de alto, con una forma siniestra en su interior que se movía como una serpiente aparentemente buscando liberarse de su confinamiento cristalino.
El suelo dejo de ser suelo, ya no había arriba o abajo. Solo esa cálida oscuridad, infinita pero con una particular suavidad en su haber, porque era mía. Un Wisemon tan negro como la noche se hizo presente desde esa oscuridad, realizando una reverencia ante la dama. — Bienvenida —Exclamó el ente usando mi voz, antes de llevar su mirar al enorme cristal donde la criatura hacía formas, etéreo cual humo. — Ese soy yo, y a la vez, no lo soy... Es dificil de explicar, pero te he traído aquí para que conozcas todo de mí, mi oscuridad, mis demonios... Aigú es poco mas que un recuerdo en comparación a lo que en ese cristal se encierra, pero estamos en paz, de alguna forma —El ser levantó la mano, tocando el cristal suavemente. Entonces la oscuridad se desvaneció, cambiando la escena a un largo corredor de paredes blancas con una puerta de madera bastante simple visible la final del infinito pasillo. No había salida, ventanas, u otro camino que no sea la puerta. — En ti radica la decisión de seguir, o retirarnos, sea cual sea yo te acompañaré cuanto pueda —Exclamó la sombra, yo.
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Elluka
La oscuridad contrastó tanto que hasta pude sentir un ligero candor contrariarse con el fresco clima del desierto nocturno. Decir que no estaba asustada es mentir, pero dicha oscuridad no era hostil, podía darme cuenta de ello. No era como la del Dark Area, esta oscuridad era cálida y, podría jurar que me abrazaba con cariño. ¿Era la oscuridad de Fuji? Miré al sombrío dragón, prisionero del cristal. Me dispuse a acercarme un poco más a él, pero me detuve al escuchar la voz de Fuji.
Me giré para encontrarme con la silueta de un digimon familiar, y no con la de mi prometido. Arqueé una ceja y presté atención a la explicación, relajando mis hombros y expresión después. Vagamente comprendía cómo era posible, pero no dudaba la veracidad de lo que me estaban contando. Tanto el dragón, como esa silueta, como la propia oscuridad me daban la sensación de estar frente a Fuji. No dudaba que el poder y control que aquel príncipe había adquirido con el paso del tiempo y trabajo sobrepasaban a la propia realidad, al espacio y al tiempo.
Sonreí ladina al ver el entorno cambiar del negro al blanco, y entrecerré mis ojos durante unos segundos para adaptarme a la nueva luz. Habiendo terminado de escuchar la nueva consigna, comencé a encaminarme hacia la puerta con una verdadera seguridad que no esperaba de mi.
-Astuto. -Contesté cantarina, sinceramente emocionada por lo que esperaba detrás del destino, y honestamente tratando de minimizar mi confusión. -Sabes bien que si me preguntas así, sólo puedo aceptar. Eres un tramposo. -Continué, cruzándome de brazos. Me detuve a un metro exacto de la puerta de madera, y me giré después, dedicando una nueva sonrisa al sombrío Wisemon. -Bromeo. -Dije, pero no reí esta vez. Posé la diestra sobre el agarre de la puerta, y medité unos segundos. El nerviosismo comenzaba a sustituir a mi emoción; terminé tragando seco en un intento de decirle a mi mano que reaccionara. Inhalé. Exhalé. Abrí la puerta.
- Tamer
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Cuando la puerta se abrió el ser sombrío que a la dama acompañaba desapareció súbitamente, la luz que ingresaba por la rendija de la puerta se hizo lo suficientemente calma para que los ojos se habitúen a ella. Una habitación de madera, con una pequeña cama, juguetes desparramados por el suelo, libros sobre un escritorio y una bandeja con una tetera vacía junto a una taza yacía allí. Había en ese modesto cuarto de estilo europeo, un joven sentado sobre la cama, cubierto por una de sus sabanas con la mirada expectante sobre la puerta recientemente abierta. Su único ojo, abierto de par en par, junto a su expresión aterrada dejaba notar que no esperaba visitas. — ¡INTRUSO! —Gritó incorporándose sobre sus pies, sobre la cama. Usaba un traje que pese a formal se notaba sucio, ese pequeño había jugado con tierra recientemente. Sus pantalones cortos dejaban ver sus rodillas raspadas.
Saltó hacia el suelo, tomando una pequeña espada de madera rudimentaria y apuntando a la dama con ella. — ¿¡Quien eres!? ¿¡Cómo llegaste!? ¿¡Benoit te dejó entrar!? —Inquirió con su brazo tembloroso en guardia para defenderse de la posible agresora. Con todo y su actitud repelente, el niño de cabellos castaños, parche en el ojo y rodillas temblorosas no medía mas de un metro con diez centímetros. Tras unos momentos, se acercó un poco mas a la recién llegada. La observaba, fijamente, gruñendo pensativo. Su nariz se movía casi de manera inconsciente. — Hueles bien... ¿¡Por qué hueles bien!? ¡Identificate, plebeya! —Y nuevamente corrió hacia su cama, subiéndose de un salto para poder asemejar la altura de aquella a quien exigía respuestas.
Saltó hacia el suelo, tomando una pequeña espada de madera rudimentaria y apuntando a la dama con ella. — ¿¡Quien eres!? ¿¡Cómo llegaste!? ¿¡Benoit te dejó entrar!? —Inquirió con su brazo tembloroso en guardia para defenderse de la posible agresora. Con todo y su actitud repelente, el niño de cabellos castaños, parche en el ojo y rodillas temblorosas no medía mas de un metro con diez centímetros. Tras unos momentos, se acercó un poco mas a la recién llegada. La observaba, fijamente, gruñendo pensativo. Su nariz se movía casi de manera inconsciente. — Hueles bien... ¿¡Por qué hueles bien!? ¡Identificate, plebeya! —Y nuevamente corrió hacia su cama, subiéndose de un salto para poder asemejar la altura de aquella a quien exigía respuestas.
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Abrí los ojos exageradamente al cruzar miradas con el niño y reprimí un grito. Mis ojos humedecieron y comenzaron a pesar, pero con un parpadear las lágrimas se esfumaron. Me mantuve quieta, esperando a que el joven cansara, o que por lo menos cediera un poco para por fin hablar con él. ¿Fuji me había traído al pasado? ¿O quizás me estaba introduciendo a un recuerdo suyo? No podía ser una faceta de su personalidad, porque no me reconocía. Sonreí con ternura a tanta energía... Hasta que me llamó plebeya.
-¡¿P-Plebeya?! -Me escandalicé. Comencé a contar del uno al diez en voz baja para calmar mi furia, y me froté el entrecejo, mirando hacia el suelo. Era un muy joven Fuji, definitivamente. -No, no soy una plebeya. -La voz me temblaba un poco, aún perturbada. Alcé la mirada lentamente, y me suavicé al ver claramente al niño. Solo un ojo, pensé. Estaba en la fase más sensible de Fuji, quizás. Mientras lo pensaba, instintivamente tomé el anillo en mi anular. -Yo... Yo soy una princesa. -Me erguí, y alcé el mentón, risueña. -Yo soy la orgullosa princesa de un reino muy lejano de aquí, y algún día me convertiré en emperatriz. -Extendí la mano zurda al niño, invitándole a tomarla. -Me han enviado a conocer a un joven emperador. ¿Ha visto alguno por aquí? ¡Oh! ¿Dónde están mis modales? -Recuperé mi mano, y cubrí una histriónica risa. Estaba preocupada por no saber cómo dirigirme a este pequeño, pero no podía hacer más que dejarme llevar. -Mi bautizo es Leia, la platinada. Sin embargo, le concedo el derecho de llamarme Elluka, mi verdadero nombre. Tiene porte de nobleza. -Y una vez más, extendí mi mano al muchachito con un suave pero seguro ademán. -¿Será que es usted el emperador que buscaba? ¿Es usted Fuji Pierre Raikomaru Roseworth? -Conecté mi mirada al niño, y me rompí. Una lágrima se escapó, y no pude hacer nada para evitarlo. Muchas veces me había preguntado qué hubiera hecho de haber conocido a Fuji así, qué hubiera dicho la más pequeña hija De la Valliére para amistar a quien había conocido a los adultos tan joven.
-¡¿P-Plebeya?! -Me escandalicé. Comencé a contar del uno al diez en voz baja para calmar mi furia, y me froté el entrecejo, mirando hacia el suelo. Era un muy joven Fuji, definitivamente. -No, no soy una plebeya. -La voz me temblaba un poco, aún perturbada. Alcé la mirada lentamente, y me suavicé al ver claramente al niño. Solo un ojo, pensé. Estaba en la fase más sensible de Fuji, quizás. Mientras lo pensaba, instintivamente tomé el anillo en mi anular. -Yo... Yo soy una princesa. -Me erguí, y alcé el mentón, risueña. -Yo soy la orgullosa princesa de un reino muy lejano de aquí, y algún día me convertiré en emperatriz. -Extendí la mano zurda al niño, invitándole a tomarla. -Me han enviado a conocer a un joven emperador. ¿Ha visto alguno por aquí? ¡Oh! ¿Dónde están mis modales? -Recuperé mi mano, y cubrí una histriónica risa. Estaba preocupada por no saber cómo dirigirme a este pequeño, pero no podía hacer más que dejarme llevar. -Mi bautizo es Leia, la platinada. Sin embargo, le concedo el derecho de llamarme Elluka, mi verdadero nombre. Tiene porte de nobleza. -Y una vez más, extendí mi mano al muchachito con un suave pero seguro ademán. -¿Será que es usted el emperador que buscaba? ¿Es usted Fuji Pierre Raikomaru Roseworth? -Conecté mi mirada al niño, y me rompí. Una lágrima se escapó, y no pude hacer nada para evitarlo. Muchas veces me había preguntado qué hubiera hecho de haber conocido a Fuji así, qué hubiera dicho la más pequeña hija De la Valliére para amistar a quien había conocido a los adultos tan joven.
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Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
El pequeño frunció el ceño escuchando a la dama, no parecía muy convencido con sus palabras hasta que ella lo llamó "Emperador" y fue cuando bajó el arma de juguete, dejándola en el suelo. Cruzó sus brazos orgulloso, como si hubiese recibido un gran elogio y después se acercó para observar la mano de la mujer. — Hmpf... —Su mano no llegó a tomar la palma de la joven, pero estrechó sus dedos con particular suavidad, antes de retroceder nuevamente. — Pese a que hablas demasiado te permitiré entrar en mi reino —Se sentó sobre la cama, palmeando la misma para que la mujer se sentase a su lado. — ¡Sin embargo debes saber las reglas! Aquí no se permiten adultos, y no debes decir ese nombre largo, yo soy Fuji, nada más —Cruzó sus piernas sobre la cama, buscando en uno de los bolsillos de su traje donde tomó un broncodilatador, y aplicó una descarga sobre su boca tras agitarlo.
— ¿Cómo viniste hasta aquí? Nadie viene a visitarme, ni Benoit, eso está bien... La gente me molesta, son todos unos plebeyos que se preocupan por sus cosas sin importancias, y me miran con lástima —Explicó levantándose para tomar uno de los libros sobre su escritorio, tendiéndolo a Elluka con la diestra. "Le Petit Prince" de Antoine de Saint-Exupéry, el principito. — Este libro es una cosa importante para mí, pero eso no les importa a los demás... Los adultos siempre vienen a sonreírme con falsedad, y conde... con... —Nuevamente se acercó a su escritorio, tomando un pequeño diccionario con cientas de cintas de colores marcando distintas páginas, y palabras. — Condescendencia, me hablan con eso en sus palabras... Y eso me da rabia, son unos idiotas, tan idiotas como el principito cuando abandona al zorro —Suspiró con el ceño fruncido, para él era un asunto serio. — Se hizo su amigo, se ganó su confianza, y lo abandona sin pensar como se sentirá... ¡Voy a invadirlo, y darle una paliza! —Decretó saltando hacia la cama, para sentarse nuevamente de piernas cruzadas.
— Princesa rosa, cuéntame sobre tu reino, ¿donde está? —Su mirada era curiosa, no sonreía pero se podía notar como observaba la majestuosa figura de la tamer, con las mejillas en un fuerte rubor más no de vergüenza.
— ¿Cómo viniste hasta aquí? Nadie viene a visitarme, ni Benoit, eso está bien... La gente me molesta, son todos unos plebeyos que se preocupan por sus cosas sin importancias, y me miran con lástima —Explicó levantándose para tomar uno de los libros sobre su escritorio, tendiéndolo a Elluka con la diestra. "Le Petit Prince" de Antoine de Saint-Exupéry, el principito. — Este libro es una cosa importante para mí, pero eso no les importa a los demás... Los adultos siempre vienen a sonreírme con falsedad, y conde... con... —Nuevamente se acercó a su escritorio, tomando un pequeño diccionario con cientas de cintas de colores marcando distintas páginas, y palabras. — Condescendencia, me hablan con eso en sus palabras... Y eso me da rabia, son unos idiotas, tan idiotas como el principito cuando abandona al zorro —Suspiró con el ceño fruncido, para él era un asunto serio. — Se hizo su amigo, se ganó su confianza, y lo abandona sin pensar como se sentirá... ¡Voy a invadirlo, y darle una paliza! —Decretó saltando hacia la cama, para sentarse nuevamente de piernas cruzadas.
— Princesa rosa, cuéntame sobre tu reino, ¿donde está? —Su mirada era curiosa, no sonreía pero se podía notar como observaba la majestuosa figura de la tamer, con las mejillas en un fuerte rubor más no de vergüenza.
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Fuji Raikomaru
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Asentí varias veces a las reglas del niño, y tomé asiento en el exacto lugar que había palmeado, cruzando mis tobillos y apoyándome en mis brazos. A pesar de que, a completa diferencia del maduro y siempre grácil Fuji de hoy en día, este niño era irascible y que podía notar que inflando su orgullo podría fácilmente ganárlo, no dudaba que se trataban de una misma persona. Sonreí de lado al pensar en que, de haberle conocido a esa edad, nos hubiéramos llevado muy mal, porque yo compartí esa personalidad alguna vez.
Le Petit Prince. Yo también poseía una copia de ese libro, pero estaba acumulando polvo en mi habitación del CG Union Saver. Fuji aún estaba aprendiendo, y la tierna expresión que le veía al tratar de decir condescendencia de repente me hizo sentir la necesidad de abrazarlo... Gracias a Yggdrasill, me contuve. Lo más seguro es que hubiera terminado expulsada de su reino. Quería ver más de este niño, que me hacía pensar mucho en si los hijos que tendríamos serían similares a él, quería protegerlo.
-Mi imperio, ¿eh? -Finalmente tomé la palabra. -Se llama Metal Empire. Está en una dimensión paralela a esta, pero eso es un secreto. -Usé un tono de voz cada vez más bajo, hasta terminar susurrándole. -Confiaré en que cuidará el secreto, monseiur Fuji. -Llevé el índice a mis labios, y guiñé un ojo al niño después. Llamarle así me dejó un dulce sabor de boca, y terminé sonriendo nuevamente. -En esa dimensión hay pocos adultos, la mayoría de los habitantes humanos son muchachos como tú. Creo que te gustaría mucho el lugar. -Me recliné hacia atrás ligeramente, y cerré los ojos. -Hmm... ¿Qué más puedo decirte de ese lugar? Tengo mucho miedo de que te guste tanto que quieras dejar este bonito reino. -Bromeé disimuladamente, y vi de reojo al niño al reincorporarme. Mi espalda volvió a tornarse recta, trataba de no actuar lo más casual posible. Quería mantenerle viva la idea de que estaba sentado al lado de una princesa de cuento. -Mejor dime, Fuji, ¿qué te gusta más de tu reino? Me voy a casar con el más fuerte de los caballeros de esa dimensión, pero antes debo conocer al emperador de este reino, y ese eres tú, ¿verdad?
¿Me ayudarías con eso?
Le Petit Prince. Yo también poseía una copia de ese libro, pero estaba acumulando polvo en mi habitación del CG Union Saver. Fuji aún estaba aprendiendo, y la tierna expresión que le veía al tratar de decir condescendencia de repente me hizo sentir la necesidad de abrazarlo... Gracias a Yggdrasill, me contuve. Lo más seguro es que hubiera terminado expulsada de su reino. Quería ver más de este niño, que me hacía pensar mucho en si los hijos que tendríamos serían similares a él, quería protegerlo.
-Mi imperio, ¿eh? -Finalmente tomé la palabra. -Se llama Metal Empire. Está en una dimensión paralela a esta, pero eso es un secreto. -Usé un tono de voz cada vez más bajo, hasta terminar susurrándole. -Confiaré en que cuidará el secreto, monseiur Fuji. -Llevé el índice a mis labios, y guiñé un ojo al niño después. Llamarle así me dejó un dulce sabor de boca, y terminé sonriendo nuevamente. -En esa dimensión hay pocos adultos, la mayoría de los habitantes humanos son muchachos como tú. Creo que te gustaría mucho el lugar. -Me recliné hacia atrás ligeramente, y cerré los ojos. -Hmm... ¿Qué más puedo decirte de ese lugar? Tengo mucho miedo de que te guste tanto que quieras dejar este bonito reino. -Bromeé disimuladamente, y vi de reojo al niño al reincorporarme. Mi espalda volvió a tornarse recta, trataba de no actuar lo más casual posible. Quería mantenerle viva la idea de que estaba sentado al lado de una princesa de cuento. -Mejor dime, Fuji, ¿qué te gusta más de tu reino? Me voy a casar con el más fuerte de los caballeros de esa dimensión, pero antes debo conocer al emperador de este reino, y ese eres tú, ¿verdad?
¿Me ayudarías con eso?
- Tamer
- Digi Puntos :532Cuentas :Ficha :Relaciones :NPCs :Nivel On Rol :Ancient SpiritNivel On Rol de los Digi Aliados :
Mega
Ultimate
Icono :Rango y Unidad :Elluka Clockworker
Rango: Demi God
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus Dove
Rango y Unidad Digi Aliado :Aleron
Rango: Oficial
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus Dove
Lion
Rango: Cabo
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus DoveInventario :
Elluka Clockworker
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Cerró su parpado intentando visualizar el reino que ella describía, no entendía de dimensiones u otros mundos, pero sí de lugares sin adultos, ella mencionó que había habitantes humanos, ¿Será que también tenía animales? En su imagen un hermoso lugar repleto de cabellos, doncellas, animales exóticos y majestuosas edificaciones se hicieron presentes. — Vaya... —Comentó tras suspirar, queriendo fervientemente conocer ese lugar "de otra dimensión", pero sabía que no era posible. — Si te casarás entonces eres una adulta, pero está bien, te lo permitiré por ahora... ¿Ese caballero es fuerte? Lancelot es el caballero mas fuerte del rey Arturo, pero lo traiciona por que se enamora de su esposa, ¿Y sabes por qué? Porque son adultos —Afirmó con certeza, antes de extender las piernas que no llegaban a tocar el suelo por su estatura.
Las movía inquieto mientas intentaba formular una respuesta. — Cuando estoy en mi reino nadie me puede herir, yo decido quien entra, y nadie me molesta... A veces es solitario estar aquí porque todos los niños de mi escuela son unos brutos plebeyos sin modales, pero cuando debo viajar a Francia siempre extraño este lugar —Explicó mirando su escritorio, antes de morder suavemente su labio inferior. — Es pequeño, pero me agrada, antes vivía con mas gente aquí; mi mama, mi papá, mi hermano, pero ya no están entonces es suficiente para mí, también vivo con Benoit, es un adulto bueno como tú, algún día deberías conocerlo —Su mirada se entornó levemente, y cuando un suspiro afloró desde el fondo de su pecho, posó su cabeza contra el hombro de la dama a su lado. — Hueles como mi mamá, ella era de Francia, pero renunció a todo lo que allá tenía para casarse con mi papá, mi abuela dice que era una inepta y no quiere que yo corra su misma suerte... Mi papá es japones, vende computadoras y las repara... Bueno, las vendía —Musitó, antes de que unos sollozos se escuchasen pese a la expresión orgullosa que intentaba mantener.
Las movía inquieto mientas intentaba formular una respuesta. — Cuando estoy en mi reino nadie me puede herir, yo decido quien entra, y nadie me molesta... A veces es solitario estar aquí porque todos los niños de mi escuela son unos brutos plebeyos sin modales, pero cuando debo viajar a Francia siempre extraño este lugar —Explicó mirando su escritorio, antes de morder suavemente su labio inferior. — Es pequeño, pero me agrada, antes vivía con mas gente aquí; mi mama, mi papá, mi hermano, pero ya no están entonces es suficiente para mí, también vivo con Benoit, es un adulto bueno como tú, algún día deberías conocerlo —Su mirada se entornó levemente, y cuando un suspiro afloró desde el fondo de su pecho, posó su cabeza contra el hombro de la dama a su lado. — Hueles como mi mamá, ella era de Francia, pero renunció a todo lo que allá tenía para casarse con mi papá, mi abuela dice que era una inepta y no quiere que yo corra su misma suerte... Mi papá es japones, vende computadoras y las repara... Bueno, las vendía —Musitó, antes de que unos sollozos se escuchasen pese a la expresión orgullosa que intentaba mantener.
- Tamer
- Prueba de Rol :ADigi Puntos :1145Cuentas :Ficha :Relaciones :Cronologia :NPCs :Nivel On Rol :Ancient Spirit X Evolution.Nivel On Rol de los Digi Aliados :Lily - Super Ultimate.
Dahlia - Super Ultimate.Icono :Rango y Unidad :Fuji Raikomaru
Rango: Holy Knight
Unidad: Deadly RoseRango y Unidad Digi Aliado :Lily (Lilithmon)
Rango: Maestre
División: Deadly Rose
Inventario :
Fuji Raikomaru
Re: King's Gambit [Priv. Elluka]
Llevé una mano a mi corazón en cuanto Fuji se mordió el labio. Me tensé. Quería llorar, me dolía mucho retener el peso de mis lágrimas. No, no, Fuji no necesitaba verme llorar. Si yo lo hacía, él también se rompería. Creía que lo conocía lo suficiente como para concluir eso. Entonces hice un buen trabajo conteniéndome, hasta que sentí su cálida y pequeña cabeza contra mi hombro. Las lágrimas comenzaron a aflorar silenciosamente, y yo mantuve mi mentón firme para no dejarlas relucir.
El niño comenzó a sollozar poco después, e instintivamente lo abracé. No había debilidad, solo firmeza en mis brazos que mantenían la cabeza del niño cercana a mi pecho. Moví un poco mi mano, y comencé a jugar con sus cabellos suavemente. Quería hacerle sentir que estaba seguro conmigo, que yo sería su único testigo.
-Eres tan valiente. -Musité, resistiendo mis propios sollozos. -Eres la persona más valiente que conozco, y el más fuerte de todos. Está bien llorar, Fuji, no hay nada malo con ello. Las lágrimas de la nobleza son las más preciosas de todas, pero no se deben resguardar. Ellas nacen para salir. ¿Me las enseñarías? -Mi voz se movía suave, gentil. Tanto, que el agarre de mis brazos se dulcificó, y la firmeza con la que contenía las mías se proponía esfumar. La última vez que había sostenido a Fuji así había sido un par de horas atrás, y él estaba tan feliz por ello. ¿Cómo podía hacerle ver a este niño que el significado de sus lágrimas se reescribiría? Tras pensarlo un poco, concluí que poco podía hacer por ello. -No soy tu mamá, pero yo también te amo, mucho. -Susurré. ¿Qué le iba a explicar cuando reaccionara? Había perdido la compostura, pero desde el fondo de mi corazón sentía que eso era lo que Fuji necesitaba que le dijera.
El niño comenzó a sollozar poco después, e instintivamente lo abracé. No había debilidad, solo firmeza en mis brazos que mantenían la cabeza del niño cercana a mi pecho. Moví un poco mi mano, y comencé a jugar con sus cabellos suavemente. Quería hacerle sentir que estaba seguro conmigo, que yo sería su único testigo.
-Eres tan valiente. -Musité, resistiendo mis propios sollozos. -Eres la persona más valiente que conozco, y el más fuerte de todos. Está bien llorar, Fuji, no hay nada malo con ello. Las lágrimas de la nobleza son las más preciosas de todas, pero no se deben resguardar. Ellas nacen para salir. ¿Me las enseñarías? -Mi voz se movía suave, gentil. Tanto, que el agarre de mis brazos se dulcificó, y la firmeza con la que contenía las mías se proponía esfumar. La última vez que había sostenido a Fuji así había sido un par de horas atrás, y él estaba tan feliz por ello. ¿Cómo podía hacerle ver a este niño que el significado de sus lágrimas se reescribiría? Tras pensarlo un poco, concluí que poco podía hacer por ello. -No soy tu mamá, pero yo también te amo, mucho. -Susurré. ¿Qué le iba a explicar cuando reaccionara? Había perdido la compostura, pero desde el fondo de mi corazón sentía que eso era lo que Fuji necesitaba que le dijera.
- Tamer
- Digi Puntos :532Cuentas :Ficha :Relaciones :NPCs :Nivel On Rol :Ancient SpiritNivel On Rol de los Digi Aliados :
Mega
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Icono :Rango y Unidad :Elluka Clockworker
Rango: Demi God
División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus Dove
Rango y Unidad Digi Aliado :Aleron
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División: Olimpo Heros
Unidad/Sub-division: Venus Dove
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División: Olimpo Heros
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