Re: King's Gambit [Priv. Elluka]

por Fuji Raikomaru Dom Jul 23, 2017 7:31 am

El pequeño se permitió llorar, abrazándose firmemente a la delicada mujer como si ella fuese el mundo entero y el necesitase aferrarse a la convicción de que aun había belleza en el mundo. Recordaba la figura de su abuela, le daba miedo, y en cierta forma la mujer a su lado era completamente lo opuesto. Suspiró cuando el llanto se calmó, quitándose la última lagrima con la manga de su traje. Se levantó antes de palmear la cabeza de la princesa. — Muy bien, lo acepto —Replicó aún con el rostro enrojecido, y el ceño fruncido repleto de seguridad en sí mismo tal vez. — Cuando conozca a tu caballero lo derrotaré, y entonces te casarás conmigo, después iremos donde mi abuela, y la derrotaremos... Después tomaremos el té, y jugaremos —Cruzó sus brazos sonriendo contento, cuando la puerta por donde anteriormente la dama había ingresado se abrió, dejando ver la cálida oscuridad que anteriormente MoonMilleniumon había creado.

— Oh, parece que debes irte... Es una pena —Dijo el pequeño, antes de posar su diestra en la mejilla de la joven, acariciándola absorto en su mirada. — Tienes un largo camino que recorrer, igual que yo lo tengo ahora hasta conocerte, el cómo luchemos contra los problemas que hasta entonces se nos presenten definirá si somos dignos emperadores —Había sabiduría en sus palabras, en ese fragmento de subconsciente y recuerdo, pero también ente ajeno que crecía, aprendía y se formaba independiente a las vivencias de aquel a quien pertenecía. — Más te vale que vuelvas a visitarme, princesa rosa —Ordenó tomando la diestra de la dama, antes de desvanecerse lentamente. Cuando se hubo disipado, un pequeño arete cristalino yacía en la mano que había sostenido.

Frente a la puerta, el Wisemon sombrío se hizo presente. — Él también era yo, y a la vez, es él... Desconozco lo sucedido en mi ausencia, ya que hay ciertas paradojas a las que debo atenerme, estar presente de forma consciente con uno de "ellos" es unas de las cosas que prohibidas tengo si valoro nuestra seguridad, cuando sucedió lo de Aigù los conocí, e iluminaron el camino que debía seguir... Algunas noches suelen visitarme, es bastan extraño, ¿verdad? —Expliqué riendo levemente. Antes de tender mi mano a mi prometida para ayudarla a levantarse. — ¿Deseas seguir este recorrido? —Inquirí.

por **Elluka Clockworker** Dom Jul 23, 2017 8:26 am

Mis lágrimas cesaron con las de él y sonreí silenciosa a la propuesta del niño. Sequé los remanentes de mi llanto con la yema de mis dedos para después dedicarle una sonrisa de ternura. Iba a responderle, pero me sobresalté al notar la puerta abrirse, y suspiré. No quería dejar al pequeño Fuji, pero estaba tranquila sabiendo que le esperaba un futuro complejo, pero digno de él y brillante.

Escuché después sorprendida a las palabras del niño. ¿Qué edad tenía? Eran palabras demasiado sabias y bien sentadas. Por un momento, pude ver al Fuji actual en sus ojos. Una vez más, una cálida sonrisa se pintó en mis labios. Terminé atando similitudes con Alejandro Magno. Tan joven, tan brillante, Fuji se convertiría en un emperador de verdad. Abrí la mano, y vi el bello pendiente con detenimiento.
-Hasta luego, chéri. -Susurré al verle desaparecer, y apreté el accesorio en mi mano.

Miré al Wisemon con un rostro que se tornó neutro. Estaba todavía tratando de comprender cómo era todo posible, pero trataba de no preguntar. Creía que era lo mejor el aceptar y no cuestionar por esta vez, por lo menos hasta que estuviera mejor asentada, y menos emocional.
-Bastante extraño, sí. Mejor... Mejor lo llamaría peculiar. -Afirmé, y me quité el arete derecho para colocarme el presente del ahora ausente niño. -Confieso que aún no logro siquiera imaginar cómo es esto posible... Espera, ¿Hay más de uno entonces? -Miré perpleja a ¿Fuji? definitivamente también era Fuji. Miré la mano que me fue tendida, y la acepté sin pensarlo mucho. -Encantada de seguirlo. -Tragué saliva, y sonreí decidida. Me puse en pie, y en disposición a ser guiada al nuevo destino.

por Fuji Raikomaru Dom Jul 23, 2017 10:22 pm

Elevé la mano derecha, con cuatro dedos en alto. Finalmente escondí el meñique, riendo con levedad. — Has conocido a uno de ellos, por lo que tres te esperan... O al menos uno de ellos te espera —Aclaré retirando mi capucha, para dejar ver aquel rostro humano con la piel y ojos tan oscura como la sombra a la que pertenecía el avatar que utilizaba. Levité girando sobre mi eje, antes de señalar la puerta con un ademan delicado. — Me pregunto quien será el siguiente en recibirte —Murmuré, adentrándome en la puerta hacia la oscuridad, desapareciendo en la niebla hacia lo desconocido.

El siguiente cuarto no era una habitación personal, una iluminación tenue sin ventanas, pisos de acero, paredes chamuscadas, un escritorio con cientos de papeles desordenados, y armas blancas por doquier. Espadas rectas, sables franceses, lanzas e inclusive armas de fuego. El lugar, sin embargo, poseía un inconfundible olor a rosas. Sobre el escritorio reposaba un digivice D-Arc, de tonos color óxido. — ¡Éste plan sin duda nos llevará a derrotar a esos débiles Deep Savers! —Gritó una voz estridente, un tanto mas aguda que la conocida por todos hoy por hoy, pero igual de orgullosa. Castaño, portando un parche en su ojo derecho y con un largo sobretodo, antiguo uniforme del Metal Empire, se encontraba su entonces sublider trazando planes en una enorme pizarras con cientos de alfileres sobre un mapa de lo que parecía ser la Ciudad Central de ese entonces.

Cuando la puerta de su despacho se abrió, el joven sin mirar extendió la zurda. — ¡Alto, no puedo perder mi concentración ahora! —Ordenó terminando de mover uno de los alfileres milimetricamente hacia la derecha. Asintió, encendiendo un cigarro armado a mano, rudimentario y con un olor a tabaco mas fuertes que los que hoy por hoy fumaba. — Perfecto, como siempre... Ahora solo debo rastrear a AncientTroiamon —Aclaró antes de llevar su ojo dorado hacia la recién llegada. — ¿Aliada, o enemiga? —Inquirió risueño, acercándose a su escritorio para tomar un trago de lo que parecía ser café desde una taza deformada de metal.

por **Elluka Clockworker** Lun Jul 24, 2017 12:40 am

Elluka

Si me esperaban otros tres Fuji, no sabía cómo debía prepararme. ¿Cuáles eran las fases más importantes de su vida? ¿Era eso lo que me esperaba? Esbocé una sonrisa que no desapareció incluso al ver aquella siniestra versión del rostro de mi amado tras la capucha. A final de cuentas estaba con Fuji, conociendo a Fuji... O algo así. Aún estaba endulzada por el encuentro con su niñez, sólo podía conjeturar que me encontraría con cada parte de él igual de encantadora que la anterior.

Fue mi sorpresa cuando aprecié lo que había detrás de la siguiente puerta. No había ventanas, no sabía cuánto tiempo podría estar alguien bajo esa presión. Los papeles desordenados me revelaban el estrés que podría conllevar dicha habitación. Sin embargo, el histriónico muchacho parecía divertirse. El parche, su gabardina. Ese muchacho era el terror del mundo digital, pero a la vez era el héroe de mi imperio. Uno de los protagonistas de un relato a voces, el que había sido borrado de los libros de historia del servidor.

Habiendo él acabado de dirigirse a mi, me tomé completa libertad de moverme por el despacho. Acomodé mi cabello, y rasqué mi flequillo al meditar mi respuesta.
-¿Aliados o enemigos? No me consideraría ninguna de ellos. Soy mucho más compleja que eso, y tú también. -Respondí pícara, y me dirigí al escritorio del chico. Miré con atención al plan de ataque, y alcé las cejas al notar el artístico cuidado con el que cada alfiler estaba colocado. El olor del espeso tabaco se impregnó en mi nariz, y no pude evitar hacer una mueca que oculté al girarme. -Yo también velo por los intereses del Metal Empire. -Confesé finalmente. Dirigí mis ojos ahora al armamento de este Fuji. ¿Contra quién utilizaría aquellos sables? Si bien sabía que el D-Arc era a veces más efectivo que cualquier arma humana. -¿O velaré por ellos? -Miré fijamente al único ojo del muchacho. ¿Estaba en lo correcto al decirle más detalles? -Vengo de un futuro próximo, dónde esta guerra no es más que un recuerdo. -Le extendí mi diestra, mostrándole el anillo con el emblema del Metal Empire en mi índice. -De donde yo vengo, hay muchas leyendas de un renombrado general, que llevó a mi imperio a la gloria. -Sonreí ladina entonces, y me crucé de brazos. -¿He de presumir que usted es Raikomaru Roseworth?

por Fuji Raikomaru Lun Jul 24, 2017 12:59 am

Una carcajada escapó del muchacho, quien le tendió una reverencia cortés a la joven. — El mismo que viste y calza, pero debo pensar que al usar el apellido europeo que tan celosamente guardo, nos conocemos... No ahora, pero seguramente de ese futuro del cual provienes —Depositó la taza vacía sobre el escritorio, cuando por la puerta una pequeña bandeja que parecía levitar ingresó con gran presteza trayendo una jarra con humeante café recién preparado, un recipiente con lo que parecía ser aceite y otra de las tazas de hojalatas deformadas. Quien dejó la bandeja sobre la mesa valiéndose de sus dos engranajes cual manos fue un pequeño Hagurumon, quien observaba perplejo a la joven. — ¿Visitas? No acostumbramos a tener personas que huelan bien por aquí, ni que tengan carne —Reconoció antes de tomar el recipiente con aceite y comenzar a beber. El joven de cabellos castaños por su parte sirvió café en la taza vacía, acercándola a la joven, él estaba consciente de su visita. — Sabía que vendrías, no tú exactamente, pero reconozco que esto no es mas que una paradoja o un sueño... Ahora bien, pareces conocer bastante bien a ese renombrado general, que seguramente es bastante guapo, siéntete bienvenida a mis despojos de oficina —Hizo un ademan para que la joven se sentase frente al escritorio, y tomó asiento en su sillón de cuero roído, subiendo sus piernas al escritorio mientras posaba ambas manos tras su nuca, observando a su visitante.

— Hagurumon, necesitamos trazar el plan de conquista a los desiertos, no podemos permitir que los Dragon Roar se metan en nuestros asuntos, y reactivar las fábricas subterráneas son una clave determinante para nuestro ataque a la Ciudad Central —Ordenó a su pequeño acompañante, quien parecía suficientemente contento con solo degustar su espeso aceite. — Fu-chan, acabamos de conquistar la Zona Helada la semana pasada, ¿Por que mejor no descansamos, y pedimos amablemente que los Deep Savers se rindan? Estoy seguro que te tienen miedo, no quieren pelear —Una navaja voló clavándose en la frente del digimon mecánico. — Bien, tomaré en cuenta tus palabras porque ha llegado una visitante del FUTURO, donde conquistamos el digimundo y eres el rey de los digimon —Murmuró cálido el tamer, para regocijo del digimon quien comenzó a girar alegre sobre su propio eje.

Sin embargo, el tuerto volvió su mirada a la joven. — Dime, heraldo del Metal Empire, ¿Que vienes a buscar en mí? ¿Un consejo? ¿Una advertencia? ¿Una historia? Tal vez solo quieres seducirme, pero te informo que no me interesan las relaciones personales, mi compañero aquí presente es soltero sin embargo —Bromeó antes de reír enérgico, bajando las piernas del escritorio para sentarse erguido en su silla. — ¿Que asuntos te traen con el príncipe de los marginados? —Insistió curioso.

por **Elluka Clockworker** Lun Jul 24, 2017 1:49 am

Elluka

Ahogué un grito al notar entrar a Hagurumon. Era él... O un espejismo del valioso compañero de Fuji. Titubeé un poco ante la mezcla de la impresión al ver con mis propios ojos a Hagurumon, y la astucia del joven general. Entonces sí se trataba de un espejismo en lo que estaba haciendo presencia. Suspiré y tomé asiento entonces, un poco abrumada por la rebosante energía de la adolescencia de Fuji.

Mi sonrisa volvió a florecer al ser testigo de una muestra de la relación con su compañero digimon. Hacían un contraste bastante agradable; tal como merendar té y pastel, el sabor de ellos juntos daba la impresión de estar destinada a ser. De pronto pude entender qué había sido lo que Fuji había visto en Lune y en mi la vez que nos conocimos, o eso quería creer. Tomé la taza de café y degusté del fuerte aroma. La fase más primitiva del diamante, con poco refinamiento y una soberbia que hasta el ángel caído consideraría digna de aplaudir, contrastaba con la calma y dulzura del pequeño engrane.

Miré fijamente a Hagurumon, y me mordí el labio inferior al escuchar las últimas palabras de Fuji. Él era extremista. Todos iban a amar a Hagurumon porque se convertiría en el rey, y todos aman al rey. Podía entenderlo, incluso podía visualizarlo. Tomé de nuevo mi anillo de compromiso, soltando así la metálica taza. De repente me dolía estar con ellos.
-¿Qué es lo que más te gusta de Hagurumon? ¿Cómo se divierten? -Fui directo al grano. Sonreí con una dulzura que no buscaba ocultar, y un pequeño y discreto suspiro se me escapó al ver directamente al ojo al joven Fuji. ¿Qué edad tendría? ¿Dieciséis años? Yo tendría unos diez u once años, quizás. Estaba segura de que lo odiaría por ser tan seguro, mientras lo admiraría en secreto. Dirigí mi mirada a Hagurumon, y también le dedique un gesto de ternura. Quería saber todo sobre su relación, quería que ambos me respondieran. Sobre guerras y anécdotas podría saber después, pero dudaba tener una nueva oportunidad de tener al frente al dúo dinámico.

por Fuji Raikomaru Lun Jul 24, 2017 2:08 am

Rascó su nuca pensativo antes de suspirar, había sido tomado por sorpresa con una pregunta de ese calibre. Observó por unos momentos al digimon antes de ladear la cabeza, y finalmente asintió. — Hagurumon nació cuando había sido expulsado de mi escuela, si bien es un tanto asustadizo y sus tendencias pacifistas contrastan con las mías, nos complementamos en perfecta armonía cuando se trata de pasar el tiempo juntos... No se si lo llamaría divertido —Se levantó, posando la diestra sobre la cabeza del engranaje quien estaba también mostrándose pensativo con los ojos cerrados, y el cuchillo aún sobre sus ojos. — Los digimon de su tipo han sido discriminados por todos, por eso lucho, para que el no tenga que hacerlo en un futuro... Es mi compañero, sin importar cuan bajo caiga mi honor o que recursos emplee por la victoria, el siempre entenderá —Explicó a la joven, antes de exhalar el humo de su cigarro.

Hagurumon giró quedando cabeza abajo mientras observaba a Elluka. — Fu-chan es divertido porque siempre dice lo que piensa, golpea a los que nos molestan y cuando nadie lo ve trata bien a los demás, no quiero que se ponga triste porque no tiene muchos muchos amigos así que soy su mejor amigo para compensarlo, ademas consigue el aceite que me gusta, y dice que las maquinas tienen un alma tan poderosa que pueden hacer girar sus engranajes —Abrazó con ambas manos la pierna de su tamer, refregando su rostro contento. — ¡Fu-chan, te quiero! —El tamer no se mostró molesto pese a su ropa mancharse con el aceite que aun se encontraba en los bordes de la boca del digimon, se agachó hasta quedar a su altura y retiró el cuchillo, para después posar su frente contra la del compañero. — ¿Cuando seas el emperador de los digimon me dejarás vivir en tu palacio? —Inquirió Fuji con cierta curiosidad, a lo que el engranaje respondió asintiendo enérgico. — ¡Y seguiremos golpeando a los que nos molesten, todos los días! —Entonces su tamer confirmó las palabras del digimon, lanzando la navaja hacia la fotografía de un hombre sobre una diana, repleta de dardos. La navaja aterrizó entre sus ojos, era Cadejo Shiroi, lider del Metal Empire.

— No se que habrá pasado en tu época, pero Cadejo traicionará al Metal Empire, él no comparte las mismas creencias que nosotros y para mi la seguridad de Hagurumon es la prioridad... —Se posó contra el escritorio, junto a la dama, pero con la mirada sobre el techo. — Se dice que el poder corrompe, pero no es cierto, las personas ya estaban corruptas pero su debilidad los hacía mantenerlo oculto... Cuando se gana la confianza del poder uno deja relucir quien en verdad es, por eso los monarcas debemos gobernar con honestidad, sin preocuparnos por la opinión de los demás, la condescendencia me da asco —Exclamó esta vez posando su ojo dorado sobre la mirada ajena. — ¿Que clase de emperatriz serás? Te ves demasiado pulcra para ser una mecánica del Metal Empire, no posees heridas en tus manos, ni ojeras bajo tus ojos, tienes modales y se nota el brillo de la nobleza en tu mirada... Eres una diplomática, y por la naturalidad con la que te manejas para con nosotros, un alto cargo —Dedujo el joven sonriendo de lado.

por **Elluka Clockworker** Lun Jul 24, 2017 2:42 am

Elluka

Asentí a cada cosa que ambos decían, inmersa e interesada en el relato. Estaba encantada con la amabilidad del pequeño engranaje, y escucharlo decir Fu-chan era bastante adictivo. Fruncí los labios hacia un lado al darme cuenta de que Fuji entonces llevaba fumando desde muy pequeño. ¿Casi 10 años tal vez? Me resultaba impresionante que su voz actual fuera tan clara y melodiosa. Estaba más que claro que Yggdrasill había metido mano, y al pensar en ello reí de labios cerrados.

En calma, seguí con los ojos el vector del cuchillo, y me sobresalté al ver que el destino dio en el entrecejo de un joven retrato de Cadejo Shiroi, forzándome a girar mi cabeza también.
-Ese hombre... -Gruñí por lo bajo. No era un caballero, a duras penas podía creerme que era un ser humano. Sólo una vez lo había visto a la cara, y era una fortuna el no habérmelo vuelto a encontrar. De ser así, no sabría como reaccionar. El enemigo de Sigrun, el enemigo de los Union Savers, el enemigo del mundo digital. Sus acciones se habían desvirtuado hasta llevar a Fuji y Hagurumon a un cruel destino. Parecía que había llegado al brote de este arco.

Abrí los ojos de par en par al escuchar el análisis del joven general. Me quedé impresionada por la astucia tan afilada del muchacho, pero no estaba sorprendida. A final de cuentas, era la picardía que tan propia era de él.
-Definitivamente eres Fuji. No dejas escapar ni el más mínimo detalle. -Reí posteriormente, y comencé a jugar con un mechón entre mis dedos zurdos, finalmente entrando en confianza. -No soy una emperatriz, no aún. Soy... O seré la dama de Queen Chessmon. -Arqueé una ceja, y sonreí ladina. Me reincorporé después, y dejé de jugar con mi cabello para tomar la taza. -Tras una serie de incidentes, obtuve el espíritu de la primer emperatriz. Así acabé convirtiéndome en heredera. -Bebí entonces de la taza y me dediqué a desmenuzar el rostro del joven Fuji. Era diferente al que yo estaba acostumbrada, pero igualmente apuesto. ¿De dónde había salido el refinamiento después?

por Fuji Raikomaru Lun Jul 24, 2017 2:56 am

— Oh, de modo que estás allá arriba... Actualmente Queen Chessmon está oculta, si se quiere, sellada vaya uno a saber donde y se necesitaría que el Metal Empire resurja para que ella se eleve con su imperio... Es bueno saber que en tu época, así es —Caminó nuevamente hacia su sillón, sentándose abruptamente. Observó a la joven por unos momentos, la analizaba, y culminó riendo con ligereza. — Eres una doncella en entrenamiento, entiendo, una tamer de digispirits... Verdaderamente no entiendo mucho del asunto, pero si posees a la emperatriz en un interior tal vez debas preguntarte, ¿Sobre que impera? ¿Las maquinas? ¿El imperio? ¿Es una referente política? Creo que muchas personas observan a los cargos políticos, a las figuras de autoridad, y solamente ven su rango... No pueden ver que esas personas también tienen hambre, duermen, sueñan, y tienen una identidad propia —Dejó el cigarro sobre un cenicero, tras darle una nueva calada. Tras unos segundos, exhaló.

— A veces las soluciones a los problemas ya fueron encontradas, y pueden estar en nosotros, estoy seguro que en el futuro me costará entender este tipo de cosas, nunca fui una persona muy abierta para conmigo mismo, preferí que los demás me definan adaptándome a cómo el mundo me nota, el miedo me convirtió en un ser nefasto para muchos, en un rebelde que luchaba por una causa noble para otras, y para Hagurumon, en su amigo —El engranaje nuevamente se acercó a su tamer, extendiendo éste la diestra para acariciarlo casi por inercia. — Te pregunté que clase de reinado tendrás, pero ahora quiero saber, ¿Quien eres? ¿Y por que eres como eres? ¿Por que te ha elegido la emperatriz? Y tú, a ella, ¿La eliges? —Inquirió con sumo interes en la joven.

por **Elluka Clockworker** Lun Jul 24, 2017 3:30 am

Elluka

Así que esa era la parte perdida... Queen Chessmon estuvo sellada durante esta época, y por ello se le permitió a Cadejo tanto. Con un rostro neutro al pensar en esa amargura, miré al chico sentarse, y su risa me contagió alegría nuevamente.

El chico abrazó el miedo de los demás y lo tomó como su personalidad. Al perder a Hagurumon no le quedó más y esos sentimientos negativos lo abrazaron como faceta. Llegó Yggdrasill, llegué yo. Comencé a dar forma lentamente al rompecabezas, pero seguía sin comprender la parte de la misteriosa abuela. ¿Dónde estaba ella en esta parte de su vida?

Miré la diestra de Fuji acariciar al pequeño digimon, y entonces volví a verlo al rostro.
-No sé qué clase de reino tendré. -Contesté. -Vivo en una época de tensa paz, donde claramente estallará una guerra en cualquier momento. -Posé una mano en mi mejilla, y tamborileé contra ella. -Mi nombre es Elluka Clockworker, pero tú me conocerás por primera vez con otro nombre. -Clavé mis ojos en el del muchacho después, y volví a tomar el anillo de compromiso con dos dedos. Se estaba convirtiendo paulatinamente en un hábito para calmarme. -La emperatriz me eligió porque le recuerdo a ella. Cree que por parecernos tendré el mismo éxito que su primer imperio. -De repente me vi atrapada viendo el reflejo de mis labios contra el oscuro del café, comenzando a razonar respuestas que ya antes había dado, pero no a él. -Eso es lo que me dijo, pero sé que hay mucho más detrás. -Reí un poco, y volví a alzar la mirada. Me reacomodé en la silla, aún pensativa. -Yo acepté el trato porque deseo proteger a mi familia. Poder a cambio de mi cuerpo, ¿fácil, no? Pero poco a poco me terminé enamorando del Metal Empire; de su historia, su gente, su unidad. También se convirtieron en mi familia. -Sonreí amablemente a Hagurumon, viendo en él a cada miembro del imperio. Amable, sincero, dulce. No me había percatado de que al hablar del Metal Empire terminaba bajando la guardia, y por ende me había fijado más de lo debido en el digimon. Tartamudeé por un segundo, y me recuperé al carraspear. -Se puede decir que mi vida gira en base al amor. Puedes asumir que mi imperio se resumirá en eso, o por lo menos es lo que busco. Creo firmemente en que un líder se posa delante de los demás para guiarlos amorosamente. Sin embargo, es todo lo que te puedo decir de mí. -Me puse en pie, y caminé hacia el dúo con paso calmado hasta quedar al frente de ambos. -Tú me conocerás desde la raíz, no será justo que te arruine las sorpresas. -Guiñé entonces un ojo al pequeño general, habiendo recuperado mi semblante seguro.

por Fuji Raikomaru Lun Jul 24, 2017 3:44 am

Hagurumon ladeó el rostro al notar como la joven depositaba su mirada en él. — Si esto es una especie de confesión debo decirte que antes debes invitarme un litro de aceite de motor, aunque no te lo tomes, a Fu-chan le trae dolor de estomago —Hagurumon había aprendido por las malas que meter aceite de motor en el café de su tamer no era exactamente el endulzante predilecto del estomago humano, y como buen aprendiz repetía sus enseñanzas. Su tamer sonrió de lado, que le agradase a Hagurumon era un punto a favor para la joven. — Ciertamente puedo entender a lo largo de tu discurso que se ve en ti como emperatriz, sí, pero no me gustaría que una joven que resplandece con tal fulgor propio, se conforme con que se espera de ella por parte de los demás... —Se levantó de su asiento, palmeando una de las paredes. Entonces una de las placas de metal que conformaban las paredes se abrió, dejando ver un panorama oscuro, era la oscuridad de ZeedMilleniumon, de la cual llegaba una cálida brisa y por la cual el humo de aquella habitación se dispersaba lentamente.

— Lo que los demás esperan de nosotros, lo que ven, lo que sienten... El concepto de deber, el concepto del sentir, todo lo formamos a través de nuestras relaciones con los demás —Se reposó contra el marco de aquella ventana, observando a su huésped. — Clockworker, es un gran apellido, un nombre que has adoptado y hecho propio... El significado que le des dependerá de tus acciones, si te borran de los libros de historia o alzan estatuas en tu honor se sabrá cuando sea pertinente, sin embargo pese a lo que suceda, tú seguirás siendo tú, una humana, una tamer, una dama, una compleja mezcla del todo de tu ser, la mezcla de deseos, sueños, miedos, malos hábitos, gustos, disgustos, pasatiempos, un todo —Se quitó el parche, dejando ver ese parpado sellado rodeado de cicatrices que nada poseía. Entonces lo entregó a Hagurumon. — ¿Puedo llamarte Elluka? No soy muy amigo de la formalidad hoy por hoy, soy un rebelde, un guerrero, una táctico incomprendido... Imaginarás que no tomo el té con muchas personas desde que deje el mundo humano —Reconoció risueño.

— Me gustaría que te describas como Elluka, no a tus puestos, posesiones, logros... Quiero saber como te sientes a ti misma, como te entiendes y que partes de ti quieres entender —Rascó su nuca expectante.

por **Elluka Clockworker** Lun Jul 24, 2017 4:47 am

Reí por las respuestas de ambos, mucho. Ocultaba la aguda bajo el dorso de mi diestra, pero aún permanecía audible. Estaba muy feliz por escucharlo decir todo eso. Me llenaba daba risa el darme cuenta de que estaba introduciéndome erróneamente al joven amor de mi vida. Comencé a lagrimear al mismo tiempo que mi carcajada se fue desvaneciendo.
-Lo lamento. Me tomaste desprevenida. -La voz me comenzó a temblar, quería llorar de nuevo. Fuji quería conocerme de verdad, eso me daba una sensación mucho más cálida que cualquier abrazo. Me sequé una eufórica lágrima que se fugó. -Te falta muy poco para convertirte en una leyenda. Por favor, recuerda siempre esas palabras que me dijiste. -No estaba segura de si le servirían, dado que lo que ocurrió no se puede cambiar. -También te harán falta. -Sin embargo, deseaba que él las abrazara. -Puedes llamarme incluso Luka. -Viendo que, al parecer, el tiempo con este general del Metal Empire se me agotaba, decidí confesar rápidamente. -En el futuro me llamarías así varias veces. -Tragué saliva y suspiré. Me tomé el entrecejo, meditando de forma audible sobre cómo debía empezar a describirme. Era difícil, puesto siempre había dependido de mis títulos para presentarme. Encaraba a una imagen, y no había tenido la necesidad de presentarme de esta manera.

-Soy una persona romántica, como te habrás dado cuenta. Hasta hace no mucho consideraba que tenía el deber de proteger a los que son más débiles que yo, me consideraba una heroína. -Reí discretamente, esta vez para mí misma, y retorné a neutralizar mi rostro al pensar. -Sin embargo... Comienzo a ver que hay gente que merece más protección que otros, el Metal Empire, por ejemplo. Y que no puedo estar siempre para cuidarlos. Quiero enseñarles a seguirme el paso, y que puedan caminar por su cuenta, porque esa es mi filosofía. -Miré a la cálida oscuridad, pintando los cerúleos ojos de Fuji en ella con mi imaginación, pensando que estaba ahí también. Incluso cuando yo quería conocerlo, era él quién terminaba enseñándome más partes de mí. -No me gusta la debilidad, y creo que tengo el poder de corregir a aquellos que no son adecuados aún. ¿Eso me hace soberbia? -Sonreí ampliamente al dúo de nuevo. -Pueden considerarme traviesa también, y me encanta tocar el piano. Adoro comer cosas dulces, panes, y chucherías. Mi postre favorito es el parfait, y mi persona favorita eres tú. -Señalé entonces al muchacho con brazo ligeramente recogido.

por Fuji Raikomaru Lun Jul 24, 2017 5:26 am

El rubor tiñó las mejillas del joven, quien cruzó sus brazos bajando la mirada intentando mantener esa imagen firme que como general en periodo de guerra se había acostumbrado a mantener. — Bueno... Ciertamente eres una mujer directa, ¿Eh? —Carraspeó tratando recuperar su semblante sereno. — No esperaba menos de tí para ser sincero, espero que nunca olvides quien eres a la hora de tomar decisiones que puedan ir en contra de tus principios, los sacrificios que realices, el dolor que causes, aquellos a quienes hieras... Recuerda que sobre tus hombros siempre existirá el peso de cargar con un imperio, Luka, tu bendición y tu maldición—Con un tono sereno, y una mirada que por un momento reflejó la que poseería cuando adulto afirmó, antes de ladear la cabeza mas risueño. — Mientras mas te observo, mas empiezo a sospechar que ese anillo es una muestra de mi buen gusto a la hora de elegir joyería, ¿Exactamente que edad tienes? —Preguntó tomando un poco del café que ya se había enfriado sobre su escritorio. Sin embargo no pudo tener una respuesta a tiempo, puesto la puerta de su despacho tembló durante unos instantes, abriéndose suavemente para revelar la misma oscuridad de las ventanas que llamaba al final de la reunión.

— Vaya, parece que es hora de volver a conquistar zonas esperando que me visites nuevamente, Luka —Asintió con la cabeza, tomando asiento nuevamente para reclinarse al levantar las piernas en su escritorio. Hagurumon saltó hacia la joven, abrazándose a ella, pese a ser un digimon completamente de metal no pesaba demasiado por su tendencia a repeler la gravedad. — ¿Te irás sin invitarme una taza de aceite? ¡Eres como todas las demás, me ilusionas para dejarme con el chip roto en mil pedazos! —Dijo el engranaje, antes de ser detenido por un ligero gruñido de mi garganta. — Hagurumon, vendrá a visitarnos, no puede evitarlo... Después de todo somos los dos hombres mas hermosos de este mundo —Bromeó para deleite de su digimon, quien asintió desvaneciéndose a la par que su tamer de la misma forma que el niño pequeño lo había hecho momentos atrás. En el regazo de la rosada un brazalete plateado con un pequeña engranaje como único detalle del fino brazalete.

La puerta atraía a seguir adelante, más su guía no se hizo presente.

por **Elluka Clockworker** Lun Jul 24, 2017 6:05 am

Me ajusté la garganta en cuanto el perspicaz joven me descubrió y le sonreí en silencio, justo a tiempo para recibir a la oscuridad por la puerta donde había entrado. Recibí a Hagurumon en brazos, y lo acaricié un poco, antes de verles desvanecer. A ellos también los amaba. ¿Era un amor diferente al que le tenía al Fuji de mi tiempo? No me terminaba de comprender, pero concluí que estaba amando cada nueva faceta suya cada vez que aparecía, como si mi prometido fuese un caleidoscopio.

Miré el brazalete en mi regazo, y lo tomé con dos dedos. Miré el fino detalle de engranaje, y fruncí un poco el ceño. ¿Me estaban aceptando ellos también? Esbocé una suave sonrisa, y me coloqué el brazalete en la zurda. Alcé mi brazo, y reí por lo bajo al ver el contraste del dorado anillo con el plateado brazalete. Toqué con la diestra el arete de cristal que el más pequeño me había regalado, y sentí un cosquilleo en la nuca. Me estaba sintiendo mimada, y me encantaba.

Esperé un poco a que mi guía se hiciera presente, pero pasaban los minutos y no había señal alguna del erudito Fuji. Dirigí mis ojos a la puerta. ¿Ya no iba a preguntar si quería seguir? Hice una mueca pensativa, y me puse de pie.
-Perdón por adelantarme, mon amour. -Me disculpé al aire, y me dirigí a la puerta lentamente. -¿Seguro que no vas a decirme nada? -Canturreé al aire, a dos pasos de volver a entrar en la afectuosa ausencia de luz. Dí un último vistazo a la oficina militar de Fuji. Desordenada, inmadura, y aún así pude ver los ojos del hombre en ese niño. Suspiré. -Voy a entrar. -Canté nuevamente, y finalmente me abrí paso por la puerta, haciendo espera del siguiente Fuji.

por Fuji Raikomaru Lun Jul 24, 2017 6:23 am

[OST]

El camino por la cálida oscuridad que la guiaría hacia su siguiente destino no la llevó precisamente hacia la siguiente habitación que esperaba, de pronto el existir se tornó blanco, inmaculado, puro y resplandeciente. Pero frío, ya no era acogedor, no había allí la calidez del amor que la había cubierto hasta ese momento. Una habitación blanca, infinita, con una mesa del mismo color en un material similar al mármol. Mariposas doradas recorrían la única silla de la habitación, que no estaba vacía. Con un pomposo vestido oscuro, fino, con volados en un blanco tan puro como la infinita vastedad de su zona, la mujer observaba a su contraria en silencio.

La dama poseía cabello blanco, cayendo en un fleco simétrico. Sobre su cabeza se ubicaba un sombrero de lado, portando tres enormes rosas carmesíes en el mismo. — Oh, marioneta, bienvenida a mi territorio... —Exclamó la mujer con un tono ameno, pero frío, en una sonrisa viperina. Oscura, podrida, pero mas bella que la Mona Lisa, esa mujer irradiaba un aura que aseveraba que algo no estaba bien. — Me vi forzada a pausar tu travesía a través del subconsciente de mi muñeco para poder verte en persona —Dijo moviendo una de las piezas del tablero de ajedrez frente a ella, formando el gambito del rey. Las mariposas abandonaron a su dueña para dirigirse a la recién llegada, rodeando a la rosácea. Brillaban como el sol, pero eran etéreas.

Finalmente tras poco revolotear retornaron hacia la dama, quien cerró los parpados, escuchando el silencio espectral de ese vacío al que pertenecía. — Las marionetas no deben romper sus hilos, es peligroso, perderían esa falsa sensación de libertad que les brinda su marionetista... Como actores dirigidos sobre un escenario, cuando baja el telón, el vacío los inundará al notar que sin importar cuanto se subleven, el guión de sus vidas ya ha sido escrito, y ellos solo pueden interpretarlo —Culminó, posando su mirada plateada sobre la joven.

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